Este pasado domingo decidí echar
la mañana corriendo por el monte en Serra, y cómo tengo que hacer algún largo
de cara a la CSP (joder, ya la tengo ahí encima y no pego ni palo) pues qué
mejor que hacerlo participando en el tercer Maratón de la Calderona, un
circuito duro de cojones de casi 45 kilómetros y unos 2300 metros de desnivel
positivo acumulado.
A las 6’15 de la mañana ya estaba
en Serra, y tras aparcar me sentí ciertamente extraño ya que lo hice donde
suelo aparcar cuando vengo a entrenar aquí, y claro, hoy era cómo un entrene un
poco raro: largo, con más gente (siempre entreno solo), y con dorsal. Lo
primero que hice y aprovechando que aún estaba oscuro fue buscar un bonito y
recóndito descampado donde poder cagar en condiciones, ya que vaya usted a
saber por qué, mis intestinos me prometían momentos divertidos en carrera si no
los descargaba antes de empezar; y claro, no queda muy “pro” el salir en una
foto de esas chulas que hacen en estas carreras espatarrado detrás de un
matorral.
De ahí a la línea de salida,
donde vi dos cosas: éramos muy pocos, y todos estaban secos, fuertes y con
pintas de bestias menos yo….mala cosa…..el susto se olvidó al ver a dos de los
más grandes de cháchara ultimando detalles de última hora antes de empezar la
carrera, pero detalles organizativos, ya que no corrían sino que
colaboraban...se trataba de Lucas y Alberto, me alegré muchísimo de poder
verlos y charlar un poco con ellos, al momento aparece Maya, me presenta a Iván
del Corremon Cuenca (un figura, quedó tercero…casi le pillo, solo hubiera hecho
falta que se hubieran retirado 44 corredores delante de mi) y a la que me
descuido ya estamos saliendo echando hostias.
Callejeo Serruno, y de cabeza al
monte, a buscar la fatídica bajada del castillo de la K25, pero en sentido
inverso, es decir, ahora vamos hacia arriba. Lo de siempre: con casi 45
kilómetros por delante, algunos novatos y novatas (ovejos u ovejas también
serían buenos adjetivos para describir estas actitudes) locos por adelantar
saliéndose de las sendas y a punto de provocar caídas, total para que en la
siguiente cuesta los pases….es que de verdad, hay gente que se cree en un
kilómetro vertical y no en el primer kilómetro de un duro maratón, porque si de
verdad quieres correr ponte delante joder, y si no lo haces ponte en fila y a
esperar que la carrera vaya poniendo a cada uno en su lugar…..bueno, castillo,
bajamos mientras vemos amanecer, subimos al Alt del Pi (ya aquí me quité
manguitos y guantes porque me achicharraba) y desde arriba bajada en picado
hacia Barraix…..sí, aquí me solté la melena y cómo era terreno conocido empecé
a hacer el cabra bajando y pegando unos saltos de esos que cómo te salgan mal
le darán una alegría a tu dentista….pero no oye, todo bien, de hecho no me caí
en toda la carrera (cosa muy extraña). En Barraix llego yo muy concentrado al
avituallamiento y el gran Lucas se pone a animarme, también unos compañeros del
Corremon que están entrenando por la zona (gracias), subimos y cogemos la pista
que lleva a Serra bordeando el Pi….voy bien, no me duele nada y veo que hay
energía en las piernas, y eso que llevo poco más de un mes entrenando y
kilómetros he hecho más bien pocos….ya estamos casi en Serra (yo me digo que si
que ha sido corta la carrera), giro de 180 grados cuesta abajo e iniciamos uno
de los tramos que más me gustó: el que nos llevo por un sendero muy corrible
hasta la base de la Mola de Segart.
En este tramo coincido con quien
sería la primera mujer en llegar a meta: Verena, es impresionante cómo sube:
mientras los machotes nos ponemos a andar, ella trota sin descanso…..joder, qué
envidia….yo troto en muchos trozos cuesta arriba, pero en cuanto se empina
mucho la cosa opto por andar rápido y así ahorro energía. Base de la Mola, a
Segart de nuevo en picado por el GR10, llego al avituallamiento de Segart y
allí está Alberto, con quien charro un momento mientras devoro un sándwich de
nocilla (al final mis croassants de chocolate no salieron de la mochila,
pobrets….aunque bueno, hicieron turismo), de ahí hacia arriba a buscar el Garbí
subiendo por la puta pedrera (el tramo pedrusquil se me hizo durillo, eso de
estirar tanto las piernas en plan escalones no me gusta nada), Garbí, en picado
otra vez (ya parezco el Barón Rojo con tanto picado joder) hacia Beselga (me
encanta este tramo: rápido, técnico, lleno de curvas y pedrolos) mientras a
ratos adelanto a Verena, y a ratos me adelanta ella.
Empieza a dolerme el aductor
izquierdo, es algo que no me esperaba porque no suelen darme problemas, pero me
duele, y cada vez más. Voy a buen ritmo, esperaba hacer cómo mínimo 6 horas y
media 7 pero me salen las cuentas para bajar de 6, puedo trotar con facilidad
en las subidas menos inclinadas y en llano y en bajada pillo buenos cruceros,
pero el dolor va aumentando conforme pasan los kilómetros, hasta el punto de
dolerme solo con el gesto de andar. Lo tengo claro: si sigo así no podré acabar
y me tendré que retirar, el dolor es insoportable, y cómo sé perfectamente lo
que me pasa y cómo resolverlo (se ha activado un punto gatillo que tendrá que
desactivar mi fisio) opto por el último recurso: ibuprofeno. Ya, no debe de
usarse, de hecho lo hago de forma excepcional, pero no me queda otra……al rato
empiezo a notar (mejor dicho, a no notar dolor) que la cosa funciona y elevo el
ritmo…..voy del kilómetro 37 al 39 con Verena hablando de estas cosas del
correr, y cuando el terreno se pone más llano, y veo a mi izquierda el Pi, la
animo para acelerar y cambio de ritmo motivado al saber que ese es el último
pico que subiremos…….paso por un tramo de pista, le pregunto a unos que están
animando si solo nos queda subir al Alt del Pi, me dicen que no, que solo me
queda subir a las antenas (en realidad esas antenas están en lo alto del Pi,
pero se ve que ellos no saben cómo se llama la montaña) por lo que me vengo
arriba….llego a la carretera del Chaparral, un tramo de asfalto corriendo entre
conos, pista de nuevo, y de pronto nos meten por un subidón casi vertical rumbo
a la cima, justo por donde yo bajaba pegando saltos unas horas antes….joder qué
duro se me hace, me voy agarrando a los árboles, a las raíces, me apoyo en el
suelo….vaya tela, con 40 kilómetros en las piernas esto me resulta demoledor.
Llego a lo más alto, estoy en ese lugar al que he subido decenas de veces
entrenando, desde aquí podría bajar a Serra con los ojos cerrados pese a que es
un tramo muy vertical y técnico, miro el reloj: 5h 26m, si bajamos hasta la
pista del castillo y luego de ahí al pueblo por pista, no me llevará ni 15 minutos
cruzar la meta……bajo a toda hostia adelantando gente, un corredor se pega una
leche tremenda casi delante de mí, le pregunto un par de veces si se encuentra
bien, si necesita algo, me dice que no aunque veo que lleva una pierna y un
brazo tocados….sigo corriendo y de lejos voy escuchando sus “ayyy” cada vez que
apoya el pié….pobret……
Cresteo entre el Pi y el
castillo, y mis peores temores se hacen realidad cuando veo puntitos de colores
subiendo al castillo: ¡¡¡noooooooooooooooooooo!!!.......subir al castillo es
cosa rápida y fácil aunque me hará perder unos 5 minutos, de hecho pese a que
estoy ringlao troto en algunos trozos mientras adelanto a excursionistas con
sus hijos e hijas, pero el cresteo y la
bajada final (por donde subimos al empezar) tienen su tela. La bajada es muy
técnica, muy inclinada, y es terreno donde ahostiarse con suma facilidad, lo sé
porque me he dado muchas leches bajando por ahí con cuidado…y ahora tendré que
bajar a lo loco, porque si no no llego antes de 6 horas ni borracho. Vale, ya
estoy en el castillo, miro el reloj: tengo 11 minutos para plantarme en meta,
11 jodidos minutos...y yo no soy Luis Alberto ni Kilian Jornet bajando, soy un
aficionadillo a esto. Activo el modo “suicida” y tras crestear a toda leche me
lanzo para abajo entre los pedruscos, con los brazos bien abiertos para buscar
equilibrio y para parar la más que probable y próxima leche….suben unos excursionistas
y paso a su lado cómo una exhalación mientras me animan, dejo el tramo rocoso y
entro en el bosque, que es más o menos una larga bajada llena de curvas muy
cerradas adornada de grava, piedras y muchas raíces deseando enredarse en tus
pies….voy a tope, derrapo, me freno donde puedo, salto….siento una agonía
placentera, es difícil de explicar, pero pese a que mi corazón y mis piernas
piden que frene, y sé que una caída puede ser dura, disfruto con esto….tropiezo
y casi caigo, un gemelo se contrae pero sigo, paso a otro corredor….ya estoy
abajo, en el asfalto, corro todo lo rápido que puedo ya que apenas me quedan 3
minutos….nos meten por un pequeño barranquete y salimos ya al centro del
pueblo, solo queda subir una calle corta pero muy empinada….no me queda otra
que andar, no puedo más, un minuto y medio y me planto en las 6 horas…joder,
después de tanto tute la voy a cagar a última hora…acaba la cuesta, le sigue
otra más suave y vuelvo a correr, al corredor que va delante de mí se le caen
unos guantes de la mochila, me agacho y se los recojo, se los entrego mientras
corro…..veo la meta, solo queda dar la vuelta a un parque, saco fuerzas de
donde ya no hay nada y pego un cambio de esos que me gustan, de los que están
hechos de pura rabia acumulada….encaro la meta y sí, bajo de 6 horas, por un
minuto pero lo consigo……ufffffff qué estrés…………
Y así acabó la cosa…yo feliz
porque esperaba haber llegado bastante más tarde y porque he tenido piernas en
todo momento, y sobre todo porque he disfrutado muy mucho corriendo en casa, en
el lugar donde suelo entrenar. Veo que por mucho que corras, y por mucha
carrera que hagas, siempre aprendes algo, esto es así; cada carrera te enseña
algo sobre ti mismo, sobre cómo afrontarla y sobre cómo dosificarte. Y lo mejor
de todo es que he vuelto a recuperar la motivación, vuelvo a disfrutar mucho
haciendo esto, y eso es lo importante. Y poco más…..