miércoles, 28 de junio de 2017

Gran Trail Sobrarbe 2017


El Sobrarbe me tiene enamorado, ese es el mejor resumen que podría hacer. Es un lugar que llevamos visitando desde hace algo más de 20 años, y volver allí es cómo estar en casa, al menos en la casa en la que me gustaría vivir. En Junio se celebra una carrera de montaña que me encanta: el Gran Trail Sobrarbe, carrera que ya hice en 2015 con mi amigo Rafa Montero, y a la que quería volver tras los cambios que hicieron en 2016, que básicamente consisten en algo más de distancia (pasa de 66 a 71 kilómetros), un poco más de desnivel, cambia el lugar de llegada (en vez de en Plan finalizas en Bielsa), a partir de Plan corres en sentido contrario a cómo se hacía en 2015, y sobre todo, porque ahora la carrera pasa por el Ibón de Plan o Basa de la Mora, un lugar idílico con leyenda propia (si te apetece, investiga por la red...).
La tarde del sábado en Ainsa

Este año mi cabeza no estaba donde tenía que estar por motivos que no vienen al caso, tampoco es que hubiera entrenado mucho (lo que no supone ninguna novedad), y al final fue mi mujer la que casi a rastras, me convenció para que siguiéramos con nuestro plan previsto meses antes, y nos marcháramos el viernes a mediodía rumbo a Ainsa.
Ya sabíamos que iba a hacer calor, pero si cuando cruzamos Zaragoza el termómetro marcaba 38 grados, al llegar a Ainsa sobre las 5 de la tarde parecía que estuviéramos en una olla a presión. Tras instalarnos en el hotel (fantástico por cierto, nos sorprendió positivamente y eso que yo no las tenía todas conmigo), fuimos a recoger dorsal a la Plaza Mayor donde nos encontramos con Jaime González, ese fantástico speaker al que vemos en cualquier rincón por el que nos movemos, ya sea Ainsa, Cehegín, Castellón, o Sallent de Gállego. Luego vueltecita, compras, cena (cena sauna más bien, porque madre mía lo que sudamos) y al hotel de nuevo.

Una de las cosas que más odio es preparar la mochila para este tipo de carreras, siempre tengo la sensación de que me dejo algo, y también de que mi mochila va a estallar con tanto trasto. Cómo siempre, me pasé metiendo cosas (sobre todo comida, porque estoy un pelín acojonado por el tema estómago y los problemas que me dará en carrera) y luego no usé ni la tercera parte. De ahí al catre (previa pastillita de melatonina, porque si no no me duermo ni a tiros), y tras maldormir apenas 4 horas con varios "intermedios", a levantarse que esto empieza...
Ibón de Plan o Basa de la Mora

Desayuno en el cuarto de baño (sé que no suena muy cool, pero no quería despertarlas), me disfrazo de corredor y ale, a la Plaza Mayor. A esas horas (05'30) en la calle se está bien, hasta fresquito, aunque sé que durará más bien poco. Subo las escaleras que llevan al casco histórico y noto mis piernas cargadas, mi respiración acelerada (joder, y solo estoy subiendo unas putas escaleras) aunque sé perfectamente lo que me pasa: miedo, acojono, o cómo lo quieras llamar. Me voy acercando a la Plaza Mayor, ya somos muchos los disfrazados de corredores, llego a la salida y saludo a Jaime: "espero verte en Bielsa" le digo, y ahora a esperar el chupinazo de salida. Suena el "Hell Bells" de los ACDC, una de esas canciones que escuchada antes de que empiece un ultra, te hace sentir invencible...vamos, que si en esos momentos me dicen que en vez de 71 son 171 kilómetros, pues cómo que hubiera dicho "¿ah sí?.....y a mí qué capullo"....luego lógicamente, ese subidón se pasa y te cagas en todo por volver a sentirte humano y terrenal.
Son las 6 de la mañana y empieza la fiesta, yo esta carrera la divido en dos partes claramente diferenciadas: los primeros 25 kilómetros de "calentamiento" donde aunque hay algunas subidas, acumulas muy poco desnivel en tus piernas, y luego está la segunda parte, la que te mete todo el desnivel en esos 46 kilómetros restantes. Y ahora viene el problema: si intentas ir muy rápido en estos primeros kilómetros, porque luego sabes que no podrás correr en muchos tramos, corres el riesgo de fundirte, y si vas demasiado lento, pues perderás muchos minutos...¿la solución?: pues ni puta idea.....igual la gente que se toma esto más en serio, o que simplemente entiende algo de matemáticas, hace algo parecido a un plan, pero yo soy incapaz y hago lo de siempre: si me noto fresco y fuerte arreo, si me canso bajo el ritmo o ando...ya, no es muy "pro" y muchos me estarán llamando de todo, pero ese ha sido siempre mi método en carreras así......y a lo tonto, me planto en el primer control de paso (km 15, Laspuña) en 1h 35m (joder, que para mí está muy bien).
Foto oficial en el Ibón

Bebo, picoteo algo y ale: a correr más. Si hasta el km 15, el paisaje no era muy "montañero" (hay un tramo al salir de Ainsa muy curioso, donde corremos por una especie de dunas gigantes que lógicamente no son de arena), desde Laspuña la cosa cambia porque hay mucho verde, mucho correr por senderito entre el bosque, y mucho ir paralelo al río Cinca; hay un tramo que me encanta que discurre parelelo a una pequeña presa de agua y que luego te hace pasar por un puente de esos muy de montaña.....y así a lo tonto tonto, y teniendo ya las piernas un tanto cargaditas porque voy prácticamente todo el rato corriendo o trotando, me planto en Badain, km 25, en 2 horitas y 43 minutos......"oye tú, qué bien va todo" (pienso)....aquí hay más cosas en el avituallamiento y como algo de fruta, frutos secos, y una especie de galleta de nosequé....también me tomo un gel de esos que me quedan y que voy probando, aunque de nuevo, no sé para qué porque no me hace absolutamente nada (o a mí me timan cuando los compro, o a la gente le pega subidón cualquier cosa, porque macho, ni geles ni pollas...). Sí, soy antigeles, pero desde mi retirada en CSP por problemas de estómago, no me queda otra que ir probando cosas para encontrar esa fórmula mágica que me permita olvidarme del jodido estómago y de cómo puede echarte a perder todo lo que has hecho....

Vale, nos vamos, son ya las 8 y 50 de la mañana, los del Maratón salían desde aquí (bueno, de al ladito, de Lafortunada) a las 8 en punto, y ahora empieza la verdadera carrera. Al momento empieza la cuesta, y cómo es lógico empiezan a adelantarme por todas partes....creo que el 95% de la gente lleva bastones, pero yo paso, no me siento cómodo con ellos y llámame capullo o analfabeto, pero me gusta más no llevarlos porque lo veo un estilo más puro, o al menos, más cómo yo entiendo todo esto. El sendero pasa justo por debajo de dos enormes tuberías que bajan hasta Lafortunada, de una de ellas caen gotas...la verdad, acojonan un poco, son gigantes. Un cartelito marca "Saravillo", próximo destino, si hasta aquí he llegado siguiendo las marcas del GR19 (en esta carrera no hay cintas salvo dentro de los pueblos, en la montaña tienes que orientarte siguiendo las marcas de GR, PR y demás), ahora voy por el GR15...mientras no me confunda en los cruces, todo irá bien. A ratos coincido con un corredor jovencete, unas veces voy yo delante, otras va él, y así cómo sin venir a cuento llego a Saravillo, un pequeñísimo pueblo donde nos reciben cómo si fuera Kilian tras bajar del Everest. Saco un sandwich de mi mochila, me siento, le mando unos wachaps a mi mujer (bueno, en realidad unos telegrams, que llevo el móvil pequeño), estiro un poco los aductores que van más cargados de la cuenta, y es entonces cuando empieza lo jodido....
Paisajes idílicos para correr

Vamos al Refugio de Labasar y de ahí prácticamente llaneando al Ibón de Plan. Voy a pasar desde los 1000 metros de altitud en los que me encuentro ahora hasta los 1900 en apenas 6 kilómetros y el calor ya empieza a apretar. En este tramo coincido con una corredora con la que fui haciendo la goma prácticamente hasta meta, la tía sube cómo una bestia, incluso trota donde a mí me cuesta caminar, sin embargo en los tramos de bajada o algo más llanos yo tengo un puntito más y es por ello que vamos adelantándonos por turnos pero sin dejar de vernos.....la subida se me va haciendo muy larga, hay mucho tramo técnico con mucho pedrolo y mucha raíz donde toca subir mucho las piernas para ir avanzando, me pasa mucha gente, voy bebiendo mucho y mi estómago se empieza a rebelar. En un momento dado, la chica con la que voy charrando se empieza a quedar atrás, yo voy avanzando y consigo adelantar a dos o tres corredores...miro hacia arriba en muchos momentos, ya tengo la sensación de que esto ya no sube más, de que llega el llano, pero no, me equivoco una y otra vez. Por el sendero que vamos subiendo (PR-HU87) a veces nos cruzamos con la pista forestal que en eternos zigzags, permite a los coches subir hasta el Refugio.....ganas me dan de pedirle a algún conductor que me suba, pero no, aquí estamos para lo que estamos. Unos 100 metros delante de mí, bueno delante y arriba porque la cuesta no acaba nunca, veo a dos corredores uno detrás del otro, un bastón los une, cogiendo un extremo cada uno de ellos. Pienso que deben de ser pareja o algo así, o un amigo ayudando al otro a subir....cuando me acerco me quedo alucinado, ya que el de atrás (corredor del Maratón) es ciego, y el de delante es su guía; el de atrás pisa mal y se queda medio atrapado en una trialera, cómo yo estoy justo detrás le ayudo empujándole del trasero, y entre su guía y yo, lo volvemos a meter en el camino. Me dan las gracias y les paso, mientras voy pensando en lo que debe de suponer hacer esto sin ver, sin tener referencias.....yo no sería capaz, me parece impresionante lo que ese corredor está haciendo.
En esos pensamientos estoy cuando llega el llano, una cortita bajada y el Refugio. Llego andando porque voy tocado, el estómago está revuelto y estoy sufriendo una pájara de las buenas, creo que la combinación (casi)kilómetro vertical+estómago+calor achicharrante no me está sentando nada bien. Un corredor de los que llega anuncia que se retira, yo estoy bastante zombie y me entra un sudor frío cuando recuerdo estas sensaciones en la CSP y mi posterior retirada....no, no pienso retirarme hoy, se lo debo a alguien. Me voy a la sombreta, bebo mucho, mojo mi gorra por enésima vez (era impresionante: la mojabas y a los 15 minutos volvía a estar seca), me tomo Traumeel en pastillas para mitigar dolores (es más suave que el ibuprofeno pero no tiene efectos secundarios) y me trato de poner dos apósitos de Compeed al lado de mis axilas, ya que no sé por qué, pero se me han producido unas rozaduras que me hacen ver las estrellas cada vez que braceo, obligándome a correr con los brazos en postura cangrejoide para que no me roce. Medio recuperado, tiro ya para el Ibón en un tramo cortito de medio bajada, medio llano, y cuando llego me quedo alucinado contemplando el espéctaculo: en las fotos parecía que aquello era mucho más pequeño, pero en realidad es inmenso. Es curioso porque hay un montón de turistas por allí, algunos hasta con bebés, y es que claro, si subes en coche en 15 minutos de pateada llana estás ahí, y sin embargo nosotros.......de pronto, y cuando yo estaba embobado buscando a ver si veía a la famosa Mora del Ibón, me grita alguien a mi espalda: "oye, ¿que no quieres que te haga una foto?", y es que estaba tan enfrascado en el paisaje que no había visto al fotógrafo oficial.....me hace la foto y ale, vuelta por el mismo sitio para luego, a la derecha, coger el caminito rumbo a Plan en bajada técnica y dura....
La última y dura subida a la Cruz de Guardia

Tiro para abajo, por aquí ya estoy en mi hábitat (bajada técnica) y paso a algunos corredores. Es cierto que tal y cómo la organización nos dijo, hay que tener cierto cuidado en esta bajada, pero ello no me impide avanzar a buen ritmo salvo cuando llegan las pedreras, donde por precaución, ando en vez de correr porque no quiero esguinzarme (nuevo palabro); aquí la ruta discurre entre el bosque, cruzando pequeños riachuelos y barrancos donde aprovecho para mojar la gorra, en un tramo llego a un barranco con bastante agua y unos senderistas que están sentados en la sombrita me indican por donde sigue el camino, ya que hay grandes bloques por los que hay que ir saltando para evitar mojarse. De vez en cuando me cruzo con muchos caminantes que van subiendo por este sendero rumbo al Ibón: los compadezco, llevo rato bajando y esto no termina nunca, no quiero ni pensar lo que será hacerlo de subida; todos con quienes me cruzo me animan, y eso hace que me motive y sea capaz de correr más deprisa. De pronto se acaba el sendero y dos bomberos me indican que siga por la derecha....ya estoy abajo, en el valle, en un tramo de carretera que me llevará a Plan....hace un calor terrible ya que es mediodía, no hay prácticamente ni una sombra, pero aun así sigo corriendo todo lo que puedo salvo cuando el asfalto se empina. Adelanto a algunos corredores, ya oigo la música del control horario situado en el pueblo, de hecho veo hasta los arcos hinchables....paso por el polideportivo donde dos años antes, reponíamos Rafa y yo tras haber acabado el Gran Trail, ya que entonces la meta estaba allí, en Plan. Cruzo un puente y sigo corriendo, adelanto a dos corredores que andan y me dicen "vamos máquina" y les digo que de máquina nada......llego al control, anuncian mi nombre y club por megafonia, me bebo dos vasos de Cocacola casi del tirón, cojo un pequeño plato de macarrones, busco una sombra al lado de unos abueletes, me quito la mochila, enciendo el móvil y mientras hablo con mi mujer, voy descansando y reponiendo, aunque la verdad, no me entra mucho la comida. Hacemos balance: llevas 50 kilómetros en 7 horas y 19 minutos, te queda solo un obstáculo entre tú y meta, pero eso sí, un obstáculo tremendo, un obstáculo de la hostia, acojonante: la subida a la Cruz de Guardia. Estamos a 1100 metros pero hay que subir hasta algo más de 2100 en dos fases: una primera subida hasta Gistain, bajadita muy suave hasta Serveto, y de ahí (km 56) a la Cruz (km 62) en subida sin tregua de algo más de 800 metros positivos ....una vez esté en lo alto de la Cruz, y si llego sano y salvo, la carrera es mía.
Impresionantes vistas

Tras beber varios vasos más de Cocacola, tomarme otro gel que me quedaba (que no sé para qué, total, no hacen nada...) y quitarme todos los escombros que hay dentro de mis zapatillas, me decido a seguir. Voy muy concentrado, sé que ahora viene lo peor, lo más duro y a la peor hora, cuando más sol y calor hace. Le pido a uno de la organización que me moje la gorra con una manguera, y emprendo la subida rumbo a Serveto. Tras seguir las indicaciones en el pueblo, salgo de él siguiendo las marcas del GR. La subida es durísima, por un tramo de hierba, el sol cae a plomo, y no veo a nadie ni por delante ni por detrás; esto, que en otras ocasiones me hubiera encantado, ahora me asusta: ¿y si no voy por el camino que toca?....sigo subiendo, sigo sudando y sigo dudando, tan solo me tranquilizo cuando veo que las marcas de GR están muy limpias y recientes (la organización las repasa antes de la carrera), y cuando observo que la hierba está muy chafada, lo que indica que ha pasado mucha gente por aquí. De pronto llego a Gistain, me asusto porque no recordaba que hubiera que pasar por aquí, yo solo pensaba en Serveto, pero al entrar al pueblo y ver cintas suspiro aliviado, ya que tenía clarísimo que si me hubiera perdido ahí, me retiraba: después del desgaste de esta subida no tenía ganas de más. 

No hay ni Cristo por el pueblo, estoy más solo que la una (normal, con la que caía), de pronto me encuentro con una familia que está entrando a un restaurante a comer: "Menú a 13 euros" pone, y me imagino a mí mismo sentadito a la fresca comiendo y bebiendo en vez de haciendo el indio......giro a la izquierda, pero a mi derecha veo un grifo con un trozo de manguera.....lo abro y sale agua hirviendo, espero unos segundos y cuando sale helada, meto la cabeza debajo y luego empapo mi gorra....salgo de Gistain y a lo lejos veo a un corredor...¡¡¡por fin!!!....primero voy subiendo, y cuando el camino se allana e incluso baja en algún tramo me pongo a correr. Al rato lo pillo, y me pide por favor, ponerse detrás de mí (me siento un poco raro, nunca nadie me había pedido esto). Vamos charrando, es de Sabiñanigo, hablamos de su tierra, de la mía, de lo que nos queda, y de pronto en una sombra nos encontramos a un corredor tumbado en el suelo, con un pié vendado y un huevo gigante en el lugar donde debería de estar su tobillo. Nos dice que lleva ahí media hora, que ya han avisado y alguien vendrá, le ofrezco mi tobillera pero la rechaza....nos vamos, y no hemos corrido ni 20 metros cuando nos encontramos a dos bomberos que vienen a buscarle con una camilla. Salimos del monte y entramos en un tramo más llano, con alguna casa desperdigada, me pongo a correr y mi acompañante me dice que él seguirá andando, nos despedimos y sigo.....llego a Serveto tras adelantar a otra corredora que subía cómo un tiro, lógicamente la paso en el llano. Bebo, repongo, cómo algo, y la corredora me pasa....

En meta, por fin...
Salgo de Serveto y empieza la subida final, al principio muy inclinada, luego con un pequeño descanso para finalmente subirte a la Cruz en un tramo hiperempinado y montañero. Empiezo a tener amagos de calambres, bebo mucho y me tomo un sobre de sales que habían repartido los de la organización. Me pongo en modo de ahorro total, cómo llevaba haciendo durante la carrera en los tramos más duros: manos a los cuadriceps para quitarles trabajo, y de puntillas, y siguiendo un ritmo continuo con la respiración, voy ganando metro a metro, sin prisa pero sin pararme a descansar; es fundamental guardar piernas aquí para tenerlas disponibles en la bajada. Me pasa algún corredor, paso a algún otro, me encuentro a algunos tumbados a la sombra o sentados en cualquier rincón, les pregunto pero todos están bien, simplemente están descansando. Yo no quiero descansar porque si paro, me costará empezar. El agua y la isotónica se van esfumando, bebo y bebo y vuelvo a beber cómo los peces en el río, mojo la gorra en cada riachuelo o charco que paso, a veces levanto la mirada y veo corredores allá arriba, a lo lejos; casi mejor agacharla y concentrarme solo en los 4 o 5 metros que tengo por delante.....por fin veo el collado, cuando llegué allí ya casi lo tendré. Paso por una zona embarrada, el barro me llega a los tobillos, recuerdo cuando hace dos años, Rafa y yo bajábamos por ahí a toda leche, fluyendo, y ahora parezco una elefanta embarazada tratando de avanzar cuesta arriba. Paso a un corredor que se retuerce de dolor, me dice que es por el estómago, me pregunta que si falta mucho para subir y le digo que un kilómetro...me ofrezco para pedir ayuda, me dice que no, que podrá subir. Y poco a poco y sufriendo lo que no está escrito, llego a la Cruz de Guardia, no sin antes haberme dado la vuelta mil veces para contemplar el valle desde el que había subido y que ahora, queda muy lejos y muy abajo....

Ya estoy arriba, lo peor ya ha pasado, un voluntario me lee el chip nada más llegar: 10h 46 minutos. Estoy en el km 62, hasta meta quedan 9, unos 7 o 7 y algo de bajada (casi 1100 metros de desnivel negativo, y a estas alturas de carrera, eso hace mucha pupa), y luego, ya en la civilización, un kilómetro y medio largo de asfalto, y encima cuesta arriba. Me zampo el último croassant de chocolate que llevaba en mi mochila, bebo, relleno y hago cálculos: tengo algo menos de una hora diez minutos para plantarme en meta bajando de 12 horas (que no sé por qué, en ese momento me hacia ilusión...quizás porque en 2015 había hecho 12h 06m), es posible si mis piernas (que están muy castigadas y a punto de acalambrarse) me dejan y si no me pego ninguna hostia, porque ahora toca un tramo que según la organización: "Recordaros también las complicaciones técnicas y peligros objetivos en las bajadas del Ibón de Plan y la Cruz de Guardia. En este último caso, la existencia de pequeñas cortadas junto a un barranco caudaloso aportan al descenso un alto grado de peligrosidad". En fin, que poderse se podía, pero arriesgando y contando con que las piernas no me dijeran "hasta aquí". 

Y tras despedirme de la gente del control (maravillosas vistas las de ahí arriba), emprendo una bajada suicida de esas que me gustan a mí.....hay un primer tramo especialmente inclinado, donde bajo trotando pero con bastante cuidado....en cuanto la inclinación baja, me suelto la melena y empiezo a zumbar....es un terreno que se me da bastante bien: sendero estrecho, técnico, con muchas piedras y demás.....para mi alegría, las piernas van bien, de hecho voy volando cuesta abajo, e incluso pego muchos saltos de piedra a piedra con una facilidad que me sorprende. Voy lanzado, de vez en cuando miro el reloj y veo que hay tramos que voy por debajo de 5 el km, adelanto a mucha gente que me dejó atrás subiendo, adelanto también a gente del Maratón, lo que me motiva aún más porque me llevaban casi una hora de ventaja y 25 kilómetros menos en sus piernas, voy a toda hostia, disfrutando cómo un loco, la mayoría de gente anda y yo los paso cómo un misil....incluso unos me dicen: "paso a la locomotora"......hay algún tramo corto de subida donde intento seguir trotando aunque no siempre lo consigo; pese a ir lanzado, la bajada me empieza a pasar factura y bajo algo el ritmo porque necesito piernas para esos casi dos kilómetros de asfalto finales, sé que lo que gane aquí lo puedo perder abajo si me pongo a andar.....al final acaba la bajada y llega el asfalto, unos centenares de metros en bajada, donde me pongo a 4'30 y pienso "joder tío, 69 kilómetros y 4000+ en tus piernas y aún puedes ir a este ritmo" (vamos, lo que se dice, darse ánimos a uno mismo), el 4'30 se va al 6 o 6 y algo cuando el asfalto se empina, pero no dejo de correr, aunque vaya bufando (ahora sí) cómo una puta locomotora.  Ya estoy llegando, cruzo un pequeño puente donde paso a un corredor que anda mientras unos espectadores dicen: "paso al Keniata", ahora sé perfectamente lo que me queda porque conozco este lugar de sobra, me quedan 300 o 400 metros pero muy empinados, aun así no pienso andar y saco fuerzas de donde no hay: "vamos campeona" me grita un tío para al instante rectificar: "campeón, perdona, campeón" (no sé cómo me pudo confundir porque mi estado físico en esos momentos podía ser de todo menos femenino), unos críos me aplauden en la última, empinada y corta cuesta, y encaro la calle que me lleva a meta cuesta abajo dándole al botón de "Turbo Boost" cómo hacía Michael Knight con el coche fantástico, mientras toda la gente me aplaude y me anima.....llegando a meta, Jaime dice mi nombre.....llego, lo consigo, paro el crono en 11h 56m con la sensación de haberlo dado todo; allí está mi hija, mi mujer que me pone la medalla de "Allegador" (las dos habían hecho migas con los de la organización mientras me esperaban), y bueno, que poco a poco recupero el aliento.

Le pido a mi mujer un deseo, algo que me había pasado por la cabeza durante la carrera: una cerveza, mataría por una cerveza, y al momento aparece con una bien fresquita.....me siento en una acera mientras mis piernas (ahora sí) empiezan a acalambrarse, y más feliz que feliz, me la ventilo en pocos tragos. Lo reconozco: acabé destrozado, con dolores por todo el cuerpo, con una sed terrible (mira que bebí durante la carrera y luego, cenando, pero aun así me desperté varias veces por la noche y no podía dejar de beber), pero no tuve ni una sola molestia muscular ni durante, ni después de la carrera, y eso es lo importante. Cómo para mí fue importante el ser capaz de mantener la cabeza fría durante toda la carrera, el no perderme en ni un solo cruce, el fijarme en pequeños detalles que en momentos de duda me demostraban que estaba en el buen camino, el no rendirme de nuevo; a modo de resumen, diría que esta carrera ha hecho que vuelva a confiar en mí, algo que necesitaba.

Con mi soñada y fresquita cerveza
Sufrí mucho, también lo reconozco, pero no olvido por los fantásticos lugares por los que pasé, ni olvido a la gente de la organización desviviéndose para que no me faltara de nada, el cachondeo que se llevaban los del avituallamiento de la Cruz de Guardia, le gente que me animó en cada pueblo y en cada sendero, no olvido ese pastor y ese rebaño de vacas visto desde las alturas cuando las pasaba putas en la última cuesta, tampoco olvido ese Perdido tapado por las nubes, ni esas inmensas montañas que te hacen sentir tan pequeño, tan ridículo....

Y colorín colorado, este tocho se ha acabado; gracias a mis chicas por haberme acompañado en este viaje, a mi mujer por convencerme para que nuestro finde saliera adelante, y gracias a todos aquellos que me estuvieron siguiendo desde la distancia, en especial a Jota, al que  tuve en un sinvivir......gracias gente, de corazón, muchísimas gracias por estar ahí.






domingo, 23 de abril de 2017

CSP 2017: El momento de mi primera retirada

Supongo que hablar después, cuando todo ha pasado, tiene menos mérito que hacerlo antes de que todo comience, pero sí, sabía que esta vez algo fallaba, que algo no iba bien. Lo peor de esta carrera no ha sido retirarme, para lo mí lo peor ha sido que ha hecho que me plantee o cuestione muchas cosas, pero no tras decir "hasta aquí he llegado" en ese avituallamiento del kilómetro 70, sino mucho antes, prácticamente desde que dejé Borriol atrás allá por el kilómetro 8...

Viajé a Castellón solo y a las 22'15 ya estaba en la UJI (Universidad de Castellón), llegaba sin muchas ganas, lo reconozco, eso de salir de casa de noche y saber que te esperan tantas horas de machaque, y con un frío considerable, pues cómo que no apetece mucho la verdad. Aun así fue llegar a Castellón y me animé, el ambiente precarrera es lo que tiene: que motiva. Me cambié y preparé mochila y demás, dejé las bolsas que llevarían a Culla y meta, y pasé el control de chips. Allí me saluda Jaime, ese fantástico speaker que siempre nos pone los pelos de punta, y pasé los 45 minutos que faltaban hasta la salida tumbado en el suelo descansando, y luego tratando de encontrar a alguien conocido (que los habían, y muchos), pero entre tanta gente al final no vi a nadie. A un minuto de la salida se produce un fallo eléctrico y la megafonia se corta y los arcos de salida se desinflan sobre nosotros con el consiguiente cachondeo y desconojo del personal, alguien le da al "on", todo vuelve a su sitio y echamos a correr.....echo mucho de menos a mi hermano y mi cuñada, que el año pasado estaban aquí disfrutando de este ambientazo, pero bueno, hay que ir al lío.

Hace frío, voy con la chaqueta puesta pensando que luego me la quitaré cuando entre en calor, pero me equivocaba, vaya que si me equivocaba.....vamos rumbo a Borriol, tras un tramo de asfalto entramos ya en el monte iniciando una subida, voy bien, a gusto, pensaba que mis pocas ganas se iban a notar más pero no, estoy bien. LLegamos a Borriol, allí veo a Pablo Fontana a quien saludo y adelanto entre el gentío a pocos metros del avituallamiento, cargo agua y para arriba, a la ermita y luego al subidón que discurre paralelo al subidón del MABO (Maratón de Borriol) que corría hace tres semanas.

Vamos subiendo en fila por un sendero y llevo a un tío pegado a mi culo, una sensación que me agobia mucho; no me puedo apartar para que me pase porque el sendero es muy estrecho, y cada 2 segundos miro hacía atrás porque no me gusta crear tapones...llegamos arriba, algunos adelantan a toda velocidad cómo si fuera una carrera de 10 kilómetros, yo cojo mi ritmo y ale, a darle. Hace frío, mucho, aquí ya no hay nada que nos resguarde y se nota, y no me gusta el frío para correr, hace que vaya "agarrotado", hace que no tengas sed y que te tengas que obligar a beber de una forma casi antinatural (y si no bebes estás muerto), y claro, empiezan los pensamientos negativos. Entramos en un tramo que no recordaba (no sé si han cambiado algo del circuito de la edición de 2016), un sendero muy de correr, y corro, de hecho voy muy cómodo. Poco a poco nos vamos acercando al segundo avituallamiento, Bassa de Oronetes, en el km 23, sabes que estás llegando porque de pronto vas por una pista en mitad de la montaña y empiezas a escuchar música a todo trapo y vas viendo un resplandor en el cielo....llegas arriba, lo ves, y tras un tramo de bajada ya estás allí. Me recibe una voluntaria, casi sin decirle nada me coge las botellas y me las rellena...impresionante el trato al corredor, me como dos galletas de chocolate, un lacito típico de por aquí, un trozo de plátano, bebo y me marcho. Me encuentro bien físicamente, hace cada vez más frío y respirar supone crear una bocanada de vapor que a la luz del frontal, parece aún mayor. Pasamos la Rambla de la Viuda bajo un cielo lleno de estrellas, el siguiente objetivo es Les Useres, km 32, y yo empiezo a notar que algo no va bien en mi estómago, no sé muy bien cómo explicar la sensación, es cómo cuando comes algo que no te ha sentado bien (aunque no es por eso, esto ya lo viví en Transvulcania y no es por haber comido algo que no te sienta bien) y empiezas a sentir nauseas si te llevas algo a la boca, incluso algo cómo el agua, tan necesaria en una carrera tan larga.

Veo que voy más o menos al mismo ritmo que el año pasado, lo que abre la posibilidad muy razonable de bajar tiempo, voy pasando por sitios que recuerdo perfectamente del año anterior, y cuando me descuido llego a Les Useres. Relleno, bebo algo (poco porque no me entra), me como la mitad de un sandwich de nocilla de mala gana, y salgo del pueblo rumbo ya a tramos más "montañeros" y duros. Al salir del pueblo y meterme en la montaña, me toca avisar desde lo alto a un grupo que va por debajo de que se han pasado el cruce y van mal.....lo sé porque el año pasado yo también me lo pasé y he aprendido la lección....el frío ahora es tremendo, si te paras un segundo a algo (por ejemplo a mear, que yo soy muy de mear) te quedas congelado, y en una de aquellas me giro y me quedo con la imagen más bonita y espectacular de toda la carrera: al fondo Les Useres iluminado en mitad de la noche, más al fondo una Luna rojiza en fase menguante, miles de estrellas en un cielo absolutamente limpio, y luego esa serpiente de luces que crean los frontales que van saliendo del pueblo y cruzando la montaña....¡¡¡impresionante!!!....encima miro de nuevo hacia adelante y veo una estrella fugaz, joder, parece un anuncio de algo.

Pese a lo idílico de la situación, soy consciente de que no estoy disfrutando. Aparte del lógico desgaste de la carrera, tengo frío y sé que algo no va bien en mi estómago. Me planteo por qué estoy haciendo esto, lo que busco, el sentido que tiene....me siento hasta egoista porque hago sufrir a otras personas con esta afición que en estos momentos, me disgusta hasta a mí. Pienso sobre todo en esa carrera, Ultra Trail del Montblanc, esa carrera a la que igual he mitificado demasiado y por la que hay que dar demasiadas cosas, me pregunto si todo eso vale la pena, si no será un tremendo error......y mientras tanto mi estómago va cada vez peor, sobre todo cuando voy corriendo cuesta abajo y todo mi cuerpo se mueve más. Al final hago una parada "técnica" (vamos, que paro a cagar joder) a escasos metros del control de Sant Miquel, y pese a que algo me alivia, veo que sigo más o menos igual. Entro en el control, allí hablo con Roberto, el entrenador de Corremon que está allí cómo voluntario, me siento y pruebo a tomarme algo nuevo que he traido para esta carrera: un batido lleno de minerales, proteinas y demás mierdas (Meritene) que toma la gente que no puede comer; me lo recomendaron hace tiempo y pienso que igual me ayuda ante la imposibilidad de ingerir alimentos solidos. Me lo voy tomando a sorbos y al final mi estómago lo tolera, cojo un dátil y lo voy chupando dentro de la boca hasta que llego al hueso......voy mejor de tiempo que el año anterior, salgo del control y hace un frío brutal, todos los hierbajos están blancos, algún coche que hay aparcado tiene un dedo de hielo en el cristal...veo a una chica animando tapada con una manta y estoy a punto de decirle: "yeeee, hazme sitio que voy", y voy loquito pidiendo que se haga de día y salga el sol (me dijeron que en algún tramo nocturno se alcanzaron temperaturas por debajo de 0 grados).....y el sol empieza a salir, y voy rumbo a Atzeneta por un tramo pistero en el que no dejo de correr, de nuevo veo amanecer en esta zona y me quedo igual de alucinado que el año anterior, es muy bonito ver salir el sol entre árboles, campos de trigo y amapolas y demás....llego a Atzeneta (km. 47) y me encuentro a Alberto, del SOM, un tío majísimo. Charlamos un poco, un par de selfies, cojo un trocito pequeño de jamón york y queso con algo de pan bimbo (que tuve que tirar porque no me entraba) y salgo rumbo Benafigos...

Para no aburrir, llego al pueblo según mis previsiones horarias, tras haber sufrido un poco en las subidas finales. Allí me reciben Vicente y Ernesto, y posteriormente Sonia, amigos del Duristoraris. Bromas, cachondeo, pregunto por el otro Vicente que también está en carrera (lo conseguiste, enhorabuena), y bueno, creo que fue el momento donde mejor me sentí en toda la prueba. No siento nada raro en el estómago y soy capaz de comerme un sandwich que llevaba en mi mochila (gracias Conchi, estaba buenísimo) regado con dos vasitos de Pepsi. Me despido de mis amigos, y salgo del pueblo a tope de fuerzas, de ánimo y de todo, e iluso de mí, pienso que ya ha pasado lo malo. Hago un tramo de bajada muy bueno, adelanto a muchísima gente y voy pensando en tiempos de llegada y cosas así, encima esta zona es especialmente bonita y bueno, que vuelvo a encontrar el "por qué" a todo esto. Llego a la base de la que para mí, es la peor subida de la carrera: Peñacalva, un tremendo muro. Empiezo a notar de nuevo que mi estómago no está bien, aun así voy subiendo a buen ritmo y paso a gente, y algunos otros me pasan a mí, llego arriba, aún queda otro tramo largo de subida pero más suave, y cada vez voy sintiéndome peor y la sola idea de comer o beber me produce arcadas. Hay un momento en el que paro un segundo para subir un tramo, y siento un pequeño mareo, cómo el inicio de cuando estás muy flojo y te vas a desmayar. Me asusto, ya no por el hecho en si del desmayo, sino por si al desmayarme cayera contra una piedra y me abriera la cabeza. Supongo que el desgaste, el haber comido tan poco en tanto tiempo, y el calor que ahora es abrasador (joder, no hubo término medio: o congelación o achicharramiento) me están pasando factura; no obstante consigo llegar arriba, entro ya en un tramo de pista en ligera bajada, y me pongo a trotar....pero aunque las piernas van perfectamente, a cada trote mi estómago se rebela más, y me toca ponerme a andar. Culla (km. 70) está a poco más de un kilómetro, soy incapaz de correr porque siento unas nauseas y unas arcadas tremendas, y llego a la conclusión de que en el avituallamiento trataré de reponerme y comer, y si no lo hago me retiro.

Llego al pueblo, entro al avituallamiento (es en un local cerrado, hay mesas y sillas) y soy incapaz de pedir algo para comer, es más, veo a otros corredores comiendo y tengo que reprimir el vómito. Me bebo dos vasos de zumo pero ni imaginar lo de comer. Me siento ausente, cómo si no estuviera allí, cómo si todo fuera ajeno a mí. Recuerdo justo hace un año y en este mismo lugar la escena de mi hermano junto a mí venga fotos y risas mientras yo me zampaba dos platos de macarrones, y ahora estoy ausente, esa es la palabra, cómo si todo esto no tuviera nada que ver conmigo. Pienso que aún me quedan 45 kilómetros, 45 duros kilómetros con mucho desnivel, y que hacerlos andando asustado ante que mis problemas vayan a más no tiene ningún sentido, al menos para mí. No me vale cruzar la línea de meta a cualquier precio, en un estado deplorable, ni vale la pena que tenga que acabar la carrera en una ambulancia y dar un tremendo disgusto a mis familiares y amigos. Es posible que si me quedo allí durante mucho tiempo, y poco a poco voy probando, igual mejore, pero es posible que no, o que mejore y que al rato vuelva a estar igual; esto no es disfrutar, porque aunque en estas carreras sufras mucho, disfrutas porque es un sufrimiento controlado y sin embargo contra esto no sé cómo luchar, esto está fuera de mi alcance; esto no es correr, al menos cómo yo lo entiendo, y tomo la decisión de retirarme, por primera vez en mis 20 años corriendo me retiro, hasta aquí he llegado.

Devuelvo el GPS (qué pena, con la ilusión que me hubiera hecho luego en casa, ver toda mi carrera), me leen el chip y me retiran de carrera oficialmente. Un tío de la organización me pone en contacto con otro chico que también se retira y que va a Castellón, y al final me voy con él, con su madre y con su hermano de vuelta a donde todo empezaba unas horas atrás (desde aquí les vuelvo a dar las gracias por el viaje de vuelta en su coche). Y una vez en la Universidad, solo, me entra una profunda sensación de tristeza porque no es así cómo yo esperaba que hubiera acabado todo. Veo un montón de coches aparcados, coches de corredores que siguen en carrera en busca de cumplir sus sueños, y de vuelta a casa con el rabo entre las piernas.

Hoy me he levantado bien, no me duelen las piernas, tan solo el cuello de tanto mirar para abajo para no tropezar y para arriba para ver cuanta cuesta me queda. En mi cabeza una única palabra: "podías". Sí, una palabra acompañada de propuestas que ahora, cuando todo está en orden y tras haber cenado ya con normalidad, parecen tener sentido: "Podías haberte tomado una Pepsi para ver si te recuperabas cómo te pasó en Atzeneta", "podías haber descansado aunque hubiera sido una hora para recuperarte", "podías, podías, podías......"; a buenas horas.....ayer me retiré, lo tuve clarísimo, se me encendieron muchas luces de alerta y pasé a un estado que no me gustaba y no podía controlar. Y no me arrepiento, me jode mucho pero no me arrepiento. Ni me siento peor corredor por haberlo hecho, ni me sentiría mejor corredor si ahora tuviera una medalla de finisher más a cambio de haberla conseguido cruzando la meta cómo un zombie de "The walking dead". Cómo he dicho antes, en esta afición hay momentos de mucho sufrimiento, pero es un sufrimiento que aceptamos, que entra en el contrato, pero siempre he dicho que no todo vale para cruzar la meta, y ayer tuve la oportunidad de demostrar que no solo hay que predicar, sino demostrarlo con tu ejemplo, y así lo hice, aunque me duela mucho.

Ahora todo se complica para UTMB, aunque no sé ni siquiera si ese sueño es algo artificial, casi forzado, o si realmente es lo que quiero. Mi cabeza me dice que no, que no vale la pena, que me podría pasar algo parecido a esto allí y hundirme en la misería, que podría sufrir la carrera en vez de disfrutarla, que ahora me toca obligarme a buscar otras carreras en las que puntuar para entrar en el sorteo, y que eso es lo último que ahora me apetece; pero mi corazón me sigue diciendo que sí, que adelante, que si lo dejas ahora ya no podrás volver a intentarlo nunca más porque los años van pasando, que todo pasa por algo y que hay que aprender, que hay que recuperarse y volverse a levantar....y es que cómo bien dice mi mujer, no todo puede salir siempre bien y a veces hay que probar el fracaso, el que no todo salga según lo previsto. Por otro lado, y en plan positivo, por fin mis padres han entendido que no estoy tan tarado cómo ellos pensaban cómo para arriesgar mi salud por esto, que tengo muy claras mis prioridades, y que si nunca me había retirado había sido tan solo porque nunca me había sentido tan mal, así de sencillo.

Y hasta aquí puedo leer, de nuevo y cómo siempre, un millón de gracias a todos y todas los que habéis estado ahí, a mi lado de una u otra forma. 

Volveré.....

martes, 7 de marzo de 2017

Maratón Calderona (5 Marzo 2017)



Este pasado domingo decidí echar la mañana corriendo por el monte en Serra, y cómo tengo que hacer algún largo de cara a la CSP (joder, ya la tengo ahí encima y no pego ni palo) pues qué mejor que hacerlo participando en el tercer Maratón de la Calderona, un circuito duro de cojones de casi 45 kilómetros y unos 2300 metros de desnivel positivo acumulado.


A las 6’15 de la mañana ya estaba en Serra, y tras aparcar me sentí ciertamente extraño ya que lo hice donde suelo aparcar cuando vengo a entrenar aquí, y claro, hoy era cómo un entrene un poco raro: largo, con más gente (siempre entreno solo), y con dorsal. Lo primero que hice y aprovechando que aún estaba oscuro fue buscar un bonito y recóndito descampado donde poder cagar en condiciones, ya que vaya usted a saber por qué, mis intestinos me prometían momentos divertidos en carrera si no los descargaba antes de empezar; y claro, no queda muy “pro” el salir en una foto de esas chulas que hacen en estas carreras espatarrado detrás de un matorral.


De ahí a la línea de salida, donde vi dos cosas: éramos muy pocos, y todos estaban secos, fuertes y con pintas de bestias menos yo….mala cosa…..el susto se olvidó al ver a dos de los más grandes de cháchara ultimando detalles de última hora antes de empezar la carrera, pero detalles organizativos, ya que no corrían sino que colaboraban...se trataba de Lucas y Alberto, me alegré muchísimo de poder verlos y charlar un poco con ellos, al momento aparece Maya, me presenta a Iván del Corremon Cuenca (un figura, quedó tercero…casi le pillo, solo hubiera hecho falta que se hubieran retirado 44 corredores delante de mi) y a la que me descuido ya estamos saliendo echando hostias. 


Callejeo Serruno, y de cabeza al monte, a buscar la fatídica bajada del castillo de la K25, pero en sentido inverso, es decir, ahora vamos hacia arriba. Lo de siempre: con casi 45 kilómetros por delante, algunos novatos y novatas (ovejos u ovejas también serían buenos adjetivos para describir estas actitudes) locos por adelantar saliéndose de las sendas y a punto de provocar caídas, total para que en la siguiente cuesta los pases….es que de verdad, hay gente que se cree en un kilómetro vertical y no en el primer kilómetro de un duro maratón, porque si de verdad quieres correr ponte delante joder, y si no lo haces ponte en fila y a esperar que la carrera vaya poniendo a cada uno en su lugar…..bueno, castillo, bajamos mientras vemos amanecer, subimos al Alt del Pi (ya aquí me quité manguitos y guantes porque me achicharraba) y desde arriba bajada en picado hacia Barraix…..sí, aquí me solté la melena y cómo era terreno conocido empecé a hacer el cabra bajando y pegando unos saltos de esos que cómo te salgan mal le darán una alegría a tu dentista….pero no oye, todo bien, de hecho no me caí en toda la carrera (cosa muy extraña). En Barraix llego yo muy concentrado al avituallamiento y el gran Lucas se pone a animarme, también unos compañeros del Corremon que están entrenando por la zona (gracias), subimos y cogemos la pista que lleva a Serra bordeando el Pi….voy bien, no me duele nada y veo que hay energía en las piernas, y eso que llevo poco más de un mes entrenando y kilómetros he hecho más bien pocos….ya estamos casi en Serra (yo me digo que si que ha sido corta la carrera), giro de 180 grados cuesta abajo e iniciamos uno de los tramos que más me gustó: el que nos llevo por un sendero muy corrible hasta la base de la Mola de Segart. 


En este tramo coincido con quien sería la primera mujer en llegar a meta: Verena, es impresionante cómo sube: mientras los machotes nos ponemos a andar, ella trota sin descanso…..joder, qué envidia….yo troto en muchos trozos cuesta arriba, pero en cuanto se empina mucho la cosa opto por andar rápido y así ahorro energía. Base de la Mola, a Segart de nuevo en picado por el GR10, llego al avituallamiento de Segart y allí está Alberto, con quien charro un momento mientras devoro un sándwich de nocilla (al final mis croassants de chocolate no salieron de la mochila, pobrets….aunque bueno, hicieron turismo), de ahí hacia arriba a buscar el Garbí subiendo por la puta pedrera (el tramo pedrusquil se me hizo durillo, eso de estirar tanto las piernas en plan escalones no me gusta nada), Garbí, en picado otra vez (ya parezco el Barón Rojo con tanto picado joder) hacia Beselga (me encanta este tramo: rápido, técnico, lleno de curvas y pedrolos) mientras a ratos adelanto a Verena, y a ratos me adelanta ella.


Empieza a dolerme el aductor izquierdo, es algo que no me esperaba porque no suelen darme problemas, pero me duele, y cada vez más. Voy a buen ritmo, esperaba hacer cómo mínimo 6 horas y media 7 pero me salen las cuentas para bajar de 6, puedo trotar con facilidad en las subidas menos inclinadas y en llano y en bajada pillo buenos cruceros, pero el dolor va aumentando conforme pasan los kilómetros, hasta el punto de dolerme solo con el gesto de andar. Lo tengo claro: si sigo así no podré acabar y me tendré que retirar, el dolor es insoportable, y cómo sé perfectamente lo que me pasa y cómo resolverlo (se ha activado un punto gatillo que tendrá que desactivar mi fisio) opto por el último recurso: ibuprofeno. Ya, no debe de usarse, de hecho lo hago de forma excepcional, pero no me queda otra……al rato empiezo a notar (mejor dicho, a no notar dolor) que la cosa funciona y elevo el ritmo…..voy del kilómetro 37 al 39 con Verena hablando de estas cosas del correr, y cuando el terreno se pone más llano, y veo a mi izquierda el Pi, la animo para acelerar y cambio de ritmo motivado al saber que ese es el último pico que subiremos…….paso por un tramo de pista, le pregunto a unos que están animando si solo nos queda subir al Alt del Pi, me dicen que no, que solo me queda subir a las antenas (en realidad esas antenas están en lo alto del Pi, pero se ve que ellos no saben cómo se llama la montaña) por lo que me vengo arriba….llego a la carretera del Chaparral, un tramo de asfalto corriendo entre conos, pista de nuevo, y de pronto nos meten por un subidón casi vertical rumbo a la cima, justo por donde yo bajaba pegando saltos unas horas antes….joder qué duro se me hace, me voy agarrando a los árboles, a las raíces, me apoyo en el suelo….vaya tela, con 40 kilómetros en las piernas esto me resulta demoledor. Llego a lo más alto, estoy en ese lugar al que he subido decenas de veces entrenando, desde aquí podría bajar a Serra con los ojos cerrados pese a que es un tramo muy vertical y técnico, miro el reloj: 5h 26m, si bajamos hasta la pista del castillo y luego de ahí al pueblo por pista, no me llevará ni 15 minutos cruzar la meta……bajo a toda hostia adelantando gente, un corredor se pega una leche tremenda casi delante de mí, le pregunto un par de veces si se encuentra bien, si necesita algo, me dice que no aunque veo que lleva una pierna y un brazo tocados….sigo corriendo y de lejos voy escuchando sus “ayyy” cada vez que apoya el pié….pobret……


Cresteo entre el Pi y el castillo, y mis peores temores se hacen realidad cuando veo puntitos de colores subiendo al castillo: ¡¡¡noooooooooooooooooooo!!!.......subir al castillo es cosa rápida y fácil aunque me hará perder unos 5 minutos, de hecho pese a que estoy ringlao troto en algunos trozos mientras adelanto a excursionistas con sus hijos e hijas,  pero el cresteo y la bajada final (por donde subimos al empezar) tienen su tela. La bajada es muy técnica, muy inclinada, y es terreno donde ahostiarse con suma facilidad, lo sé porque me he dado muchas leches bajando por ahí con cuidado…y ahora tendré que bajar a lo loco, porque si no no llego antes de 6 horas ni borracho. Vale, ya estoy en el castillo, miro el reloj: tengo 11 minutos para plantarme en meta, 11 jodidos minutos...y yo no soy Luis Alberto ni Kilian Jornet bajando, soy un aficionadillo a esto. Activo el modo “suicida” y tras crestear a toda leche me lanzo para abajo entre los pedruscos, con los brazos bien abiertos para buscar equilibrio y para parar la más que probable y próxima leche….suben unos excursionistas y paso a su lado cómo una exhalación mientras me animan, dejo el tramo rocoso y entro en el bosque, que es más o menos una larga bajada llena de curvas muy cerradas adornada de grava, piedras y muchas raíces deseando enredarse en tus pies….voy a tope, derrapo, me freno donde puedo, salto….siento una agonía placentera, es difícil de explicar, pero pese a que mi corazón y mis piernas piden que frene, y sé que una caída puede ser dura, disfruto con esto….tropiezo y casi caigo, un gemelo se contrae pero sigo, paso a otro corredor….ya estoy abajo, en el asfalto, corro todo lo rápido que puedo ya que apenas me quedan 3 minutos….nos meten por un pequeño barranquete y salimos ya al centro del pueblo, solo queda subir una calle corta pero muy empinada….no me queda otra que andar, no puedo más, un minuto y medio y me planto en las 6 horas…joder, después de tanto tute la voy a cagar a última hora…acaba la cuesta, le sigue otra más suave y vuelvo a correr, al corredor que va delante de mí se le caen unos guantes de la mochila, me agacho y se los recojo, se los entrego mientras corro…..veo la meta, solo queda dar la vuelta a un parque, saco fuerzas de donde ya no hay nada y pego un cambio de esos que me gustan, de los que están hechos de pura rabia acumulada….encaro la meta y sí, bajo de 6 horas, por un minuto pero lo consigo……ufffffff qué estrés…………


Y así acabó la cosa…yo feliz porque esperaba haber llegado bastante más tarde y porque he tenido piernas en todo momento, y sobre todo porque he disfrutado muy mucho corriendo en casa, en el lugar donde suelo entrenar. Veo que por mucho que corras, y por mucha carrera que hagas, siempre aprendes algo, esto es así; cada carrera te enseña algo sobre ti mismo, sobre cómo afrontarla y sobre cómo dosificarte. Y lo mejor de todo es que he vuelto a recuperar la motivación, vuelvo a disfrutar mucho haciendo esto, y eso es lo importante. Y poco más…..