domingo, 23 de abril de 2017

CSP 2017: El momento de mi primera retirada

Supongo que hablar después, cuando todo ha pasado, tiene menos mérito que hacerlo antes de que todo comience, pero sí, sabía que esta vez algo fallaba, que algo no iba bien. Lo peor de esta carrera no ha sido retirarme, para lo mí lo peor ha sido que ha hecho que me plantee o cuestione muchas cosas, pero no tras decir "hasta aquí he llegado" en ese avituallamiento del kilómetro 70, sino mucho antes, prácticamente desde que dejé Borriol atrás allá por el kilómetro 8...

Viajé a Castellón solo y a las 22'15 ya estaba en la UJI (Universidad de Castellón), llegaba sin muchas ganas, lo reconozco, eso de salir de casa de noche y saber que te esperan tantas horas de machaque, y con un frío considerable, pues cómo que no apetece mucho la verdad. Aun así fue llegar a Castellón y me animé, el ambiente precarrera es lo que tiene: que motiva. Me cambié y preparé mochila y demás, dejé las bolsas que llevarían a Culla y meta, y pasé el control de chips. Allí me saluda Jaime, ese fantástico speaker que siempre nos pone los pelos de punta, y pasé los 45 minutos que faltaban hasta la salida tumbado en el suelo descansando, y luego tratando de encontrar a alguien conocido (que los habían, y muchos), pero entre tanta gente al final no vi a nadie. A un minuto de la salida se produce un fallo eléctrico y la megafonia se corta y los arcos de salida se desinflan sobre nosotros con el consiguiente cachondeo y desconojo del personal, alguien le da al "on", todo vuelve a su sitio y echamos a correr.....echo mucho de menos a mi hermano y mi cuñada, que el año pasado estaban aquí disfrutando de este ambientazo, pero bueno, hay que ir al lío.

Hace frío, voy con la chaqueta puesta pensando que luego me la quitaré cuando entre en calor, pero me equivocaba, vaya que si me equivocaba.....vamos rumbo a Borriol, tras un tramo de asfalto entramos ya en el monte iniciando una subida, voy bien, a gusto, pensaba que mis pocas ganas se iban a notar más pero no, estoy bien. LLegamos a Borriol, allí veo a Pablo Fontana a quien saludo y adelanto entre el gentío a pocos metros del avituallamiento, cargo agua y para arriba, a la ermita y luego al subidón que discurre paralelo al subidón del MABO (Maratón de Borriol) que corría hace tres semanas.

Vamos subiendo en fila por un sendero y llevo a un tío pegado a mi culo, una sensación que me agobia mucho; no me puedo apartar para que me pase porque el sendero es muy estrecho, y cada 2 segundos miro hacía atrás porque no me gusta crear tapones...llegamos arriba, algunos adelantan a toda velocidad cómo si fuera una carrera de 10 kilómetros, yo cojo mi ritmo y ale, a darle. Hace frío, mucho, aquí ya no hay nada que nos resguarde y se nota, y no me gusta el frío para correr, hace que vaya "agarrotado", hace que no tengas sed y que te tengas que obligar a beber de una forma casi antinatural (y si no bebes estás muerto), y claro, empiezan los pensamientos negativos. Entramos en un tramo que no recordaba (no sé si han cambiado algo del circuito de la edición de 2016), un sendero muy de correr, y corro, de hecho voy muy cómodo. Poco a poco nos vamos acercando al segundo avituallamiento, Bassa de Oronetes, en el km 23, sabes que estás llegando porque de pronto vas por una pista en mitad de la montaña y empiezas a escuchar música a todo trapo y vas viendo un resplandor en el cielo....llegas arriba, lo ves, y tras un tramo de bajada ya estás allí. Me recibe una voluntaria, casi sin decirle nada me coge las botellas y me las rellena...impresionante el trato al corredor, me como dos galletas de chocolate, un lacito típico de por aquí, un trozo de plátano, bebo y me marcho. Me encuentro bien físicamente, hace cada vez más frío y respirar supone crear una bocanada de vapor que a la luz del frontal, parece aún mayor. Pasamos la Rambla de la Viuda bajo un cielo lleno de estrellas, el siguiente objetivo es Les Useres, km 32, y yo empiezo a notar que algo no va bien en mi estómago, no sé muy bien cómo explicar la sensación, es cómo cuando comes algo que no te ha sentado bien (aunque no es por eso, esto ya lo viví en Transvulcania y no es por haber comido algo que no te sienta bien) y empiezas a sentir nauseas si te llevas algo a la boca, incluso algo cómo el agua, tan necesaria en una carrera tan larga.

Veo que voy más o menos al mismo ritmo que el año pasado, lo que abre la posibilidad muy razonable de bajar tiempo, voy pasando por sitios que recuerdo perfectamente del año anterior, y cuando me descuido llego a Les Useres. Relleno, bebo algo (poco porque no me entra), me como la mitad de un sandwich de nocilla de mala gana, y salgo del pueblo rumbo ya a tramos más "montañeros" y duros. Al salir del pueblo y meterme en la montaña, me toca avisar desde lo alto a un grupo que va por debajo de que se han pasado el cruce y van mal.....lo sé porque el año pasado yo también me lo pasé y he aprendido la lección....el frío ahora es tremendo, si te paras un segundo a algo (por ejemplo a mear, que yo soy muy de mear) te quedas congelado, y en una de aquellas me giro y me quedo con la imagen más bonita y espectacular de toda la carrera: al fondo Les Useres iluminado en mitad de la noche, más al fondo una Luna rojiza en fase menguante, miles de estrellas en un cielo absolutamente limpio, y luego esa serpiente de luces que crean los frontales que van saliendo del pueblo y cruzando la montaña....¡¡¡impresionante!!!....encima miro de nuevo hacia adelante y veo una estrella fugaz, joder, parece un anuncio de algo.

Pese a lo idílico de la situación, soy consciente de que no estoy disfrutando. Aparte del lógico desgaste de la carrera, tengo frío y sé que algo no va bien en mi estómago. Me planteo por qué estoy haciendo esto, lo que busco, el sentido que tiene....me siento hasta egoista porque hago sufrir a otras personas con esta afición que en estos momentos, me disgusta hasta a mí. Pienso sobre todo en esa carrera, Ultra Trail del Montblanc, esa carrera a la que igual he mitificado demasiado y por la que hay que dar demasiadas cosas, me pregunto si todo eso vale la pena, si no será un tremendo error......y mientras tanto mi estómago va cada vez peor, sobre todo cuando voy corriendo cuesta abajo y todo mi cuerpo se mueve más. Al final hago una parada "técnica" (vamos, que paro a cagar joder) a escasos metros del control de Sant Miquel, y pese a que algo me alivia, veo que sigo más o menos igual. Entro en el control, allí hablo con Roberto, el entrenador de Corremon que está allí cómo voluntario, me siento y pruebo a tomarme algo nuevo que he traido para esta carrera: un batido lleno de minerales, proteinas y demás mierdas (Meritene) que toma la gente que no puede comer; me lo recomendaron hace tiempo y pienso que igual me ayuda ante la imposibilidad de ingerir alimentos solidos. Me lo voy tomando a sorbos y al final mi estómago lo tolera, cojo un dátil y lo voy chupando dentro de la boca hasta que llego al hueso......voy mejor de tiempo que el año anterior, salgo del control y hace un frío brutal, todos los hierbajos están blancos, algún coche que hay aparcado tiene un dedo de hielo en el cristal...veo a una chica animando tapada con una manta y estoy a punto de decirle: "yeeee, hazme sitio que voy", y voy loquito pidiendo que se haga de día y salga el sol (me dijeron que en algún tramo nocturno se alcanzaron temperaturas por debajo de 0 grados).....y el sol empieza a salir, y voy rumbo a Atzeneta por un tramo pistero en el que no dejo de correr, de nuevo veo amanecer en esta zona y me quedo igual de alucinado que el año anterior, es muy bonito ver salir el sol entre árboles, campos de trigo y amapolas y demás....llego a Atzeneta (km. 47) y me encuentro a Alberto, del SOM, un tío majísimo. Charlamos un poco, un par de selfies, cojo un trocito pequeño de jamón york y queso con algo de pan bimbo (que tuve que tirar porque no me entraba) y salgo rumbo Benafigos...

Para no aburrir, llego al pueblo según mis previsiones horarias, tras haber sufrido un poco en las subidas finales. Allí me reciben Vicente y Ernesto, y posteriormente Sonia, amigos del Duristoraris. Bromas, cachondeo, pregunto por el otro Vicente que también está en carrera (lo conseguiste, enhorabuena), y bueno, creo que fue el momento donde mejor me sentí en toda la prueba. No siento nada raro en el estómago y soy capaz de comerme un sandwich que llevaba en mi mochila (gracias Conchi, estaba buenísimo) regado con dos vasitos de Pepsi. Me despido de mis amigos, y salgo del pueblo a tope de fuerzas, de ánimo y de todo, e iluso de mí, pienso que ya ha pasado lo malo. Hago un tramo de bajada muy bueno, adelanto a muchísima gente y voy pensando en tiempos de llegada y cosas así, encima esta zona es especialmente bonita y bueno, que vuelvo a encontrar el "por qué" a todo esto. Llego a la base de la que para mí, es la peor subida de la carrera: Peñacalva, un tremendo muro. Empiezo a notar de nuevo que mi estómago no está bien, aun así voy subiendo a buen ritmo y paso a gente, y algunos otros me pasan a mí, llego arriba, aún queda otro tramo largo de subida pero más suave, y cada vez voy sintiéndome peor y la sola idea de comer o beber me produce arcadas. Hay un momento en el que paro un segundo para subir un tramo, y siento un pequeño mareo, cómo el inicio de cuando estás muy flojo y te vas a desmayar. Me asusto, ya no por el hecho en si del desmayo, sino por si al desmayarme cayera contra una piedra y me abriera la cabeza. Supongo que el desgaste, el haber comido tan poco en tanto tiempo, y el calor que ahora es abrasador (joder, no hubo término medio: o congelación o achicharramiento) me están pasando factura; no obstante consigo llegar arriba, entro ya en un tramo de pista en ligera bajada, y me pongo a trotar....pero aunque las piernas van perfectamente, a cada trote mi estómago se rebela más, y me toca ponerme a andar. Culla (km. 70) está a poco más de un kilómetro, soy incapaz de correr porque siento unas nauseas y unas arcadas tremendas, y llego a la conclusión de que en el avituallamiento trataré de reponerme y comer, y si no lo hago me retiro.

Llego al pueblo, entro al avituallamiento (es en un local cerrado, hay mesas y sillas) y soy incapaz de pedir algo para comer, es más, veo a otros corredores comiendo y tengo que reprimir el vómito. Me bebo dos vasos de zumo pero ni imaginar lo de comer. Me siento ausente, cómo si no estuviera allí, cómo si todo fuera ajeno a mí. Recuerdo justo hace un año y en este mismo lugar la escena de mi hermano junto a mí venga fotos y risas mientras yo me zampaba dos platos de macarrones, y ahora estoy ausente, esa es la palabra, cómo si todo esto no tuviera nada que ver conmigo. Pienso que aún me quedan 45 kilómetros, 45 duros kilómetros con mucho desnivel, y que hacerlos andando asustado ante que mis problemas vayan a más no tiene ningún sentido, al menos para mí. No me vale cruzar la línea de meta a cualquier precio, en un estado deplorable, ni vale la pena que tenga que acabar la carrera en una ambulancia y dar un tremendo disgusto a mis familiares y amigos. Es posible que si me quedo allí durante mucho tiempo, y poco a poco voy probando, igual mejore, pero es posible que no, o que mejore y que al rato vuelva a estar igual; esto no es disfrutar, porque aunque en estas carreras sufras mucho, disfrutas porque es un sufrimiento controlado y sin embargo contra esto no sé cómo luchar, esto está fuera de mi alcance; esto no es correr, al menos cómo yo lo entiendo, y tomo la decisión de retirarme, por primera vez en mis 20 años corriendo me retiro, hasta aquí he llegado.

Devuelvo el GPS (qué pena, con la ilusión que me hubiera hecho luego en casa, ver toda mi carrera), me leen el chip y me retiran de carrera oficialmente. Un tío de la organización me pone en contacto con otro chico que también se retira y que va a Castellón, y al final me voy con él, con su madre y con su hermano de vuelta a donde todo empezaba unas horas atrás (desde aquí les vuelvo a dar las gracias por el viaje de vuelta en su coche). Y una vez en la Universidad, solo, me entra una profunda sensación de tristeza porque no es así cómo yo esperaba que hubiera acabado todo. Veo un montón de coches aparcados, coches de corredores que siguen en carrera en busca de cumplir sus sueños, y de vuelta a casa con el rabo entre las piernas.

Hoy me he levantado bien, no me duelen las piernas, tan solo el cuello de tanto mirar para abajo para no tropezar y para arriba para ver cuanta cuesta me queda. En mi cabeza una única palabra: "podías". Sí, una palabra acompañada de propuestas que ahora, cuando todo está en orden y tras haber cenado ya con normalidad, parecen tener sentido: "Podías haberte tomado una Pepsi para ver si te recuperabas cómo te pasó en Atzeneta", "podías haber descansado aunque hubiera sido una hora para recuperarte", "podías, podías, podías......"; a buenas horas.....ayer me retiré, lo tuve clarísimo, se me encendieron muchas luces de alerta y pasé a un estado que no me gustaba y no podía controlar. Y no me arrepiento, me jode mucho pero no me arrepiento. Ni me siento peor corredor por haberlo hecho, ni me sentiría mejor corredor si ahora tuviera una medalla de finisher más a cambio de haberla conseguido cruzando la meta cómo un zombie de "The walking dead". Cómo he dicho antes, en esta afición hay momentos de mucho sufrimiento, pero es un sufrimiento que aceptamos, que entra en el contrato, pero siempre he dicho que no todo vale para cruzar la meta, y ayer tuve la oportunidad de demostrar que no solo hay que predicar, sino demostrarlo con tu ejemplo, y así lo hice, aunque me duela mucho.

Ahora todo se complica para UTMB, aunque no sé ni siquiera si ese sueño es algo artificial, casi forzado, o si realmente es lo que quiero. Mi cabeza me dice que no, que no vale la pena, que me podría pasar algo parecido a esto allí y hundirme en la misería, que podría sufrir la carrera en vez de disfrutarla, que ahora me toca obligarme a buscar otras carreras en las que puntuar para entrar en el sorteo, y que eso es lo último que ahora me apetece; pero mi corazón me sigue diciendo que sí, que adelante, que si lo dejas ahora ya no podrás volver a intentarlo nunca más porque los años van pasando, que todo pasa por algo y que hay que aprender, que hay que recuperarse y volverse a levantar....y es que cómo bien dice mi mujer, no todo puede salir siempre bien y a veces hay que probar el fracaso, el que no todo salga según lo previsto. Por otro lado, y en plan positivo, por fin mis padres han entendido que no estoy tan tarado cómo ellos pensaban cómo para arriesgar mi salud por esto, que tengo muy claras mis prioridades, y que si nunca me había retirado había sido tan solo porque nunca me había sentido tan mal, así de sencillo.

Y hasta aquí puedo leer, de nuevo y cómo siempre, un millón de gracias a todos y todas los que habéis estado ahí, a mi lado de una u otra forma. 

Volveré.....

1 comentario:

  1. Como siempre, magistral. Veo que de nuevo compartimos muchos pensamientos, eres enorme, sobre todo, por tomar esa decisión, dura, pero acertada. Cuando no se está corriendo ni compitiendo en una carrera, toca pasar página.
    Me pasó lo mismo en el primer abandono, y si te digo la verdad, bendito sea. El que no ha abandonado nunca siempre tiene esa presión, "nunca he abandonado", por lo que hace lo imposible por llegar. Pero una vez que lo haces, afrontas las carreras con más lógica, que no vivimos de esto ;) Un abrazo!

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