sábado, 8 de septiembre de 2018

Cosas que no deberías olvidar si vuelves a Chamonix

Bueno querido amigo, si estás escribiendo estas líneas es porque has pinchado en UTMB. Antes que nada decirte que no pasa nada, solo tu orgullo ha sido herido y quizás te toque volver a ponerte en la dura tarea de volver a buscar puntos y sobre todo, a visitar consultas de nutricionistas para ver qué le pasa a ese estómago tuyo al que no le gustan los kilómetros en la montaña y las noches sin dormir.

Pero por si no solo tu estómago fuera un órgano que no responde como debe, y tus neuronas dejaran de guardar la información que tienes, o la pasaran a una papelera de reciclaje pasado cierto tiempo para proceder a su eliminación, vamos a dejar aquí algunos apuntes y conclusiones que seguro te vienen bien si llegado el caso, volvemos a aquel maravilloso lugar.

1- Viaja en avión y en bus: sí, 1h 50m frente a casi 11 horas de coche creo que es el mejor resumen. Es más, según ViaMichelin y metiendo los datos de mi coche actual, la ida y vuelta me costaría 560 euros, más caro que viajar en avión. Habría que añadir al gasto el tener que parar a mitad de camino a dormir porque de no hacerlo, mi hija me odiaría para siempre. El bus desde el aeropuerto a Chamonix nos ha costado 66 euros ida y vuelta los tres, y hemos ido relajados y viendo el paisaje, y una vez en Chamonix, hay transporte público (gratuito si te alojas allí); no hablemos ya del drama de aparcar en esas fechas en esa bonita ciudad....en fin, que no hay color.

2- Tienes que llegar a Chamonix al menos dos días antes de la carrera: que no te vuelva a pasar lo de este año...si tienes que recoger el dorsal la misma mañana de la carrera (casi una hora entre colas, comprobaciones de material y demás) no puedes descansar como debes y te toca estar preparando y revisando la mochila en vez de tenerlo todo listo ese viernes. Por no hablar de que te estás tirando unas preciosas horas en pié, que podrías aprovechar para estar tumbado a la bartola, que luego ya tendrás tiempo de andar y correr...

3- Llega entrenado (este año lo estaba, ojo), no dejes ningún cabo suelto (lo digo por lo del estómago y tal, que no siempre la suerte me sonríe) y sobre todo, no arrastres ninguna molestia, aunque sea mínima. Este año he llegado con dos pequeñas molestias, tratadas en fisio, una de ellas llevaba mes y medio sin molestar incluso en los entrenamientos más duros, pero a los pocos kilómetros apareció como ese familiar que llama a tu puerta justo cuando te dispones a sentarte a cenar o a entrar a la ducha. Es una carrera muy larga y cualquier mínima molestia puede convertirse en un tormento; vamos, que en la medida de lo posible, llega totalmente "limpio" de molestias o lesiones. Y mejor llegar un poco descansado, que pasado de entrenamiento, aunque encontrar el equilibrio no es fácil.

4- Trata de llevar el material más ligero posible, aunque eso signifique gastarse dinero en material de calidad. Yo ya sabía que cada gramo contaba, pero en mi corta experiencia durante los 80 kms que mi estómago me dejó disfrutar, constaté que esas eternas subidas no se llevan muy bien con el peso en la espalda. No soy Kilian ni en físico ni en cabeza, pero intentaré parecerme a él a la hora de hacer mi mochila.

5- Intenta no salir el último; este año estaba ahí porque diluviaba y preferí no estar una hora de pié empapándome. Está muy claro que en 171 kms el pelotón se va a estirar muchísimo, pero me agobió mucho ir con tantísima gente a un ritmo que no era el mío y que iba comiéndose minutos, que son como los gramos de peso: cada uno cuenta.

6- Trata de ir un poco más rápido durante la primera parte de la carrera: pese a que salí de los últimos y que a partir del segundo control empecé a ganar tiempo, y en ningún momento tuve la presión de llegar justo, no está de más tratar de no dormirse en los primeros 80 kilómetros, donde los tiempos entre controles son más justos. Puede que pienses que mejor reservar para el final, pero es que por mucho que quieras reservar para el final, lo más probable es que con el paso de los kilómetros estés muy fundido y no puedas ir más rápido, por eso mejor llegar con un buen colchón de tiempo a tu favor preveyendo tu más que posible pérdida de rendimiento. No se trata de salir a 4'30, sino de ir a un ritmo cómodo pero constante trotando siempre que te sea posible.

7- No pares a dormir en la primera noche: enlazando con el punto anterior, creo que esto es fundamental en esta carrera. Por eso hablaba de llegar a Chamonix al menos dos días antes de la carrera, así puedes dedicar el día de la salida a tratar de dormir lo máximo posible. La idea sería dormir de jueves a viernes todo lo que puedas, levantarse y desayunar, volver a dormir (gracias Dormidina) durante toda la mañana, y luego ya comer y prepararse...porque yo no puedo dormir siesta 3 horas antes de salir, los nervios me comen Si haces todo esto, llegarás fresquito a la salida y podrás pasar la primera noche en vela y ganando preciosos minutos. Yo este año me tumbé en dos avituallamientos, 20 minutos en cada uno, lo hice por sueño (el día de la carrera me levanté a las 8 de la mañana y ya no pude dormir más)  y sobre todo por tratar de que mi estómago se tranquilizara y volviera a funcionar: no funcionó, y solo pude pegar una pequeña "cabotá" de escasos segundos que eso sí, despejó mucho mi cabeza. Lo ideal sería, con un buen colchón de tiempo ganado en la primera noche y durante el día, tumbarse un ratito la segunda noche para cargar la batería de cara al tramo final hasta meta.

8- Si puedes, alguna asistencia no estaría nada mal: yo no tuve ninguna asistencia porque pasé de meter a la peque en colas de bus y horas de espera, pero no está de más. Por un lado por el apoyo moral y la alegría que te da ver a alguien que te quiere, te espera y te anima, por el otro porque pueden traerte algo que necesitas...no sé, me acuerdo del puto chino que devoraba un bol de arroz, carne y verduras a mi lado mientras yo tenía arcadas tratando de comerme un miserable macarrón de los que ofrece la organización, un bol que otro colega chino le trajo. Hoy en día, para mí es casi ciencia ficción pensar en comer en un avituallamiento, que me entre algo, pero quien sabe si llega el día en el que ese chino soy yo y no dejo ni el plástico del bol.

9- Entrena mucho las cuestas eternas: en UTMB las cuestas son eternas, sin tregua, tanto si subes como si bajas. No lo olvides y entrena simulando esas condiciones, aunque en Valencia no sea nada fácil.

Bueno amigo, no olvides todas estas cosas si vuelves a embarcarte en esta gran aventura. Espero estar leyendo estas líneas en unos años, y darles utilidad....




miércoles, 5 de septiembre de 2018

UTMB 2018: Cuando perder es aprender

Muy abajo, el Montblanc
No tengo muy claro como empezar esta crónica, quizás con un spoiler: tuve que retirarme en Courmayeur, en el km 80 de esos 171 que pretendía correr, vamos, que no llegué ni a la mitad del recorrido. Si no quieres leer más ya sabes como acaba la historia, no pierdas el tiempo, pero si tienes curiosidad por saber qué pasó antes de llegar a ese momento, o estás aburrido y no tienes nada mejor que hacer pues ya sabes: coge pipas o pistachos, ponte cómodo y vente conmigo a tratar de hacer realidad un sueño. 

Como he dicho muchas veces, esta carrera suponía un sueño para mí (otro spoiler va...suponía y sigue suponiendo un sueño, quizás ahora más irresistible que antes), retirarse debiera ser considerado como un verdadero fracaso tras tantos entrenamientos y tantos sacrificios, pero por extraño que parezca, creo que fue lo mejor que me pudo pasar.
Entrando a Chamonix

No esperaba participar en 2018, pero en el sorteo me tocó un dorsal y lógicamente no podía decir que no porque supondría tener que volver a sacar puntos y mil cosas más para poder volver a intentarlo; y entre tú y yo: ganas de eso muy pocas. Digo esto porque tanto mi mujer como yo tuvimos que conseguir unos días para viajar a Chamonix a base de pedir cambios y favores en el trabajo, lo que hizo que nos plantáramos allí demasiado tarde, concretamente un día antes de la carrera: el jueves 30 de agosto. Avión a Zurich desde Valencia, y de allí a Ginebra; una vez en el aeropuerto suizo, y tras sufrir el timo de la estampita comiendo en un Mc Donald's (joder qué caro el puñetero menú, y para dar más emoción a la cosa mi mujer descubre al ir a pagar, que su tarjeta de crédito estaba en su bonito bolso, que a su vez estaba en nuestra bonita casa en Valencia), cogemos un bus que tras cruzar Ginebra city (qué ciudad más bonita) nos lleva a Chamonix a través de la autopista blanca.

Cada rincón te recuerda que vas a participar en algo muy grande
Tras instalarnos en nuestro estudio, salimos a dar una vuelta y la verdad es que nos quedamos impactados ante la belleza del lugar, parece sacado de un cuento. Encima, el ambiente debido a las carreras es brutal, todo gira en torno a ellas y es extraño ver a un turista que no lleve zapatillas, alguna camiseta de alguna carrera, o alguna mochila técnica. Avanzamos por la calle principal y nos vamos acercando a la salida y meta de la carrera, a ese arco que he visto mil veces en fotos y vídeos, un arco que es el fondo de pantalla del ordenador en el trabajo, y con el que llevo soñando tantos años. Conforme nos acercamos, hay un sonido atronador, y es que están llegando a meta corredores de otras distancias y son recibidos con aplausos, gritos, cencerros y con los golpes que la gente da en las vallas que delimitan el circuito. Lo reconozco: de repente en mi garganta aparece un nudo y se me escapa alguna lágrima....joder...¡¡¡estoy aquí!!!.....la sensación creo que es la misma que sufren los protagonistas de "Encuentros en la tercera fase" cuando ante ellos, aparece aquella montaña que veían en sus dibujos, en la espuma de afeitar y en sus maquetas: ¡existe, es real, no era cosa de mi imaginación o de mi locura!
¡Existe, es real!

Anochece, encargamos unas pizzas de un local que tenemos debajo del estudio, nos las zampamos (bueno, sobra la mitad porque son consistentes; esta gente no escatima en ingredientes) y tras meterme dos dormidinas y ponerme los tapones para no escuchar absolutamente nada (necesitaba dormir cuantas más horas mejor, ya que me esperaban dos noches sin dormir) nos vamos al catre.

En la oposición a corredor
Dormir mucho los cojones, a las 8 de la mañana ya estoy como una anguila moviéndome de un lado a otro de la cama, media hora después y totalmente desquiciado, me levanto y de rebote, mis chicas se despiertan. La previsión de tiempo para la carrera era buena según la organización, de hecho nos habían mandado un mensaje antes de llegar aquí donde descartaban el activar algún kit extra del material obligatorio (aparte de ese material, había uno para el frío y otro para el calor). Pues bien, abrimos las cortinas y está muy nublado y chispea. Conforme van pasando las horas, el cielo se va cerrando más y más y no deja de llover. A las 12'30, y tras dar una vuelta por la feria del corredor donde nos encontramos con Nieves, voy a por el dorsal. La verdad es que más que a recoger el dorsal, tuve la sensación de estar pasando una oposición: DNI en una mano y en tu espalda tu mochila con todo el material obligatorio, un montón de mesas llenas de gente y cuando te avisan, vas, presentas tu DNI, y de una impresora salen al azar los elementos del material obligatorio que tienes que mostrar. Te dan una bandeja como la que hay en los controles de los aeropuertos, allí dejas los objetos que te piden, y de nuevo te llaman para que alguien te los revise....me sorprende que lo que más me miren sea la chaqueta impermeable, ya que es de una conocidísima marca y diría que el 30% de los corredores llevamos la misma. Me ponen un cuño, firmo y ale...prueba superada. De ahí a otra mesa donde me dan el dorsal y algunos papelorios más (entre ellos un pequeño dorsal de sueño, que debes de poner a la vista para que sepan que te has parado a dormir y no te ha dado un amarillo), y a una última mesa donde te ponen la pulserita y el chip de la mochila....¡¡¡aprobado!!!
¡Aprobado con nota!

Fotos tontas, salimos y está diluviando, y voy a dejar la bolsa que te llevarán a Courmayeur (donde puedes meter ropa de recambio, comida y demás tontadas que quieras coger), y me dicen que hasta las 2 de la tarde nada (y eso que son las 13'30)...vamos, que luego me tocará volver cruzando a pie medio Chamonix...la verdad, no acabo de entender que estando recogiendo dorsales de otras carreras, no recojan este y me obliguen a volver; unos minutos antes me llega otro SMS de la organización donde nos dicen que la previsión de tiempo es peor, que se espera frío, viento y temperaturas de 10 bajo cero en carrera, y que se activa el kit de frío...afortudamente me había traido una tercera capa. A casita que llueve, plataco de pasta sin tomate por si me da acidez, y trato de dormir un poco pero nada, no hay manera. Como estoy deficioso, decido ir ahora a llevar la bolsa de Courmayeur (había pensado hacerlo antes de la salida) y así me evito el estrés luego. Son casi las 4 de la tarde, está lloviendo a cántaros, pero las calles están a rebosar de gente dispuesta a animar y ya hay corredores en la línea de salida, pese a que hasta las 6 no empieza la fiesta. Viendo el ambientazo, vuelvo a emocionarme de tal forma que llevo los ojos humedecidos porque no acabo de creerme que esté aquí y que en un par de horas pueda estar yo bajo ese arco de salida. Dejo la bolsa, y a la vuelta me encuentro con Jose Carlos, ese pedazo de atleta de Gilet que tan bien me cae. Me dice que ha venido en un "pensat i fet" con la gente de Utiel, y me llevo una gran alegría al verlo. Llego a casa, me disfrazo de corredor, y decido esperar hasta las 17'15 antes de bajar a la calle porque no le veo mucho sentido a estar de pié empapándome.
Con más miedo que vergüenza

Bajamos los tres, ha dejado de llover, llegamos a la calle principal y el ambiente es indescriptible: casi no se puede ni andar, la gente ya está a ambos lados de las vallas y están repartiendo una especie de cacharros que hacen ruido al moverlos....de nuevo estoy emocionadísimo, se me escapa alguna lágrima cuando mi mujer no está mirando, me hago unas fotos con mi hija (cosa rara que se deje), y cuando llegamos a la altura del arco de salida, y habiendo tal gentío y temiendo no poder ni entrar a la zona de corredores, me despido de mis chicas con el momento más emocionante de mi vida como corredor: mi mujer y yo nos abrazamos y nos ponemos a llorar; yo ya venía reprimiendo las ganas, pero ahora que tengo vía libre no puedo dejar de hacerlo...lloramos de alegría, también de penilla por separarnos, por saber lo que me espera, pero sobre todo por esa tremenda emoción que se respira en ese instante que jamás olvidaré. Mi hija nos mira un poco extrañada, diría que también va a llorar por imitación pero no lo hace, la abrazo con fuerza...y cuando me voy a separar de ellas, mi mujer me da la mano y me deja una pequeña nota para los momentos de bajón, donde ella y mi hija han escrito mensajes de ánimo, y de nuevo rompemos a llorar los dos....bufffff....de verdad, tremendo, único, inolvidable. Ellas se van a buscar sitio, y yo busco el mio que no es otro que justo detrás de un pequeño edificio al lado de meta, ya que hay tantos corredores que no cabemos. Frente a nosotros hay una pantalla gigante donde vamos viendo la llegada de la élite a la línea de salida, y tomas aéreas desde el helicóptero que revolotea sobre
El ambiente antes de empezar era brutal
nuestras cabezas; estoy rodeado de gente grabando con sus móviles (no lo entiendo la verdad, yo prefiero vivir el momento sin más) y cuando empieza a sonar "La conquista del paraiso" de Vangelis, la canción con la que siempre se da inicio a la carrera, yo me pongo de nuevo a llorar de forma discreta (porque la peña sigue con sus putos móviles y me siento un tanto desubicado) y aquello empieza a moverse......vale, vamos andando porque somos miles, paso por debajo del arco, giramos a la derecha y trotamos un momento cuando entre la multitud escucho: "Jesús, Jesús" y veo que acabo de pasar a la altura de mi mujer a la que saludo...me encantó verla. 

Somos tantos, que hasta que no han pasado 9 minutos no me pongo a correr de verdad. A ambos lados miles de personas nos animan, estiran sus manos para que choquemos las palmas, salimos de Chamonix y entramos en una preciosa pista forestal, donde muchos corredores (yo incluido) paran y se quitan las chaquetas impermeables porque nuestros cuerpos han cogido temperatura y estamos sudando. Nos esperan unos 8 kms hasta Les Houches, y diría que en casi todo ese recorrido hay gente animando como si esto fuera el Tour...¡estos franceses están locos!

Allí, casi me paso el avituallamiento ya que hay tal cantidad de corredores parados que lo tapan. Paro, bebo algo, y empezamos a subir sin tregua por una empinadísima pista, por lo que saco los bastones y empiezo con la faena. Antes de la carrera, tuve molestias en un tobillo y me lo estuve tratando, y en los primeros kilómetros he notado esas molestias, aunque luego se han ido por lo que me tranquilizo bastante. Vamos ganando altura sin parar, empieza a anochecer, no hay ni un solo tramo en el que poder relajar las piernas, y de vez en cuando y entre parones para mear (vamos todos con el muelle flojo, porque somos legión los meones) pego un vistazo al valle que poco a poco va quedando muy muy abajo. Llegamos al final de la subida, en ese momento no sé si por el cambio de vertiente, pero entra un viento helado y empieza a llover. Paro y me pongo el pantalón largo, la chaqueta, los guantes y el frontal, porque ya es de noche. A un lado del camino hay unos cerditos pastando con alegría, mientras nosotros nos estamos congelando. Empezamos a bajar rumbo a Saint-Gervais, km 21, primer control de tiempo. De noche se ve poco, pero vamos por un sendero que me resulta muy bonito, pasamos por al lado de una vía de algún tren de montaña, pequeñas casitas...está lloviendo bastante aunque la verdad es que no molesta, supongo que todo es acostumbrarse...de hecho es cuando
Momentos después de la salida, Luis en acción
llego a ese punto de control cuando soy consciente del agua que cae, ya que relleno mi vaso con una sopa, y mientras me la tomo de pié, veo que están cayendo gotas dentro del vaso y salpican. Sobra comentar que toda la gente está en la calle animándonos: ni noche, ni lluvia, ni pollas en vinagre, esta gente lo vive con intensidad y retumba ese "alé alé" que no para de escucharse...salgo rumbo Les Contamines, me siento físicamente muy bien, aunque me empieza a doler la rodilla izquierda...tuve molestias hace mes y medio, me las trataron y no había vuelto a tener dolor ni ningún problema entrenando, pero de nuevo el dolor está aquí.

Llego a Les Contamines y empiezo a ponerme nervioso porque al llegar al avituallamiento no me apetece nada, mala señal, aparte de eso, hay tantos corredores que casi tienes que ir a codazo limpio para poder acercarte a alguna mesa a pillar algo, situación que me incomoda mucho. Aun así pillo algo, recargo agua, y me dispongo a comer mientras encima de mí hay cientos de personas mirándonos y haciendo fotos como si fuéramos una atracción de feria...a mi lado, están entrevistando a un corredor....la verdad, estoy muy incómodo, suena raro y radical pero me siento como si estuvieran violando mi
Le Gorge
intimidad, necesito mi espacio para comer, beber, o por si quiero tirarme un pedo o quitarme un moco de la nariz por nombrar dos ejemplos totalmente triviales. En cuanto puedo me largo, las calles siguen llenas de gente y me paro junto a una ventana para pillarme dos cápsulas de traumeel para el dolor de la rodilla que cada vez va a más; y es que en la medida de lo posible, quiero evitar el ibuprofeno. Llaneamos un poco, pasamos por una zona (La Gorge) donde han hecho unas hogueras al lado del camino por el que corremos (también hay velas), el ambiente es casi mágico, ya lo había visto en fotos y vídeos de ediciones anteriores y de nuevo alucino por estar pasando por ese lugar,  y empezamos a subir de nuevo.

Antes de la emocionante despedida de mis chicas
Viendo esa serpiente multicolor que forman los frontales encendidos, tienes en todo momento la clara percepción de lo que tendrás que subir o bajar, y la fila no deja de subir. Voy mirando de reojo la chuleta, y veo que si tengo que subir hasta allá arriba, no voy a llegar al control a tiempo porque creo que estará al otro lado de la montaña. Afortudamente, a mitad subida está el control, un repecho lo ocultaba a mi vista, por lo que me sobra bastante tiempo. Pillo algo de sopa ("le sup, le sup"...eso es lo que más escucho, toda la peña pidiendo sopa que por cierto, no vale una mierda pero al menos está calentita), me siento en el suelo y empiezo a darle a le sup....el dolor de la rodilla va a más pese al traumeel, por lo que no me queda otra que darle al ibuprofeno...saco la cápsula, me la meto en la boca y ...¡arcada al canto!...vale, no pasa nada, pasemos al plan B: parto la pastilla en trocitos más pequeños, los muerdo (está asquerosa) y entre cucharada de le sup y cucharada de le sup, me la voy metiendo en el cuerpo. Vuelvo a subir, no llueve pero hace mucho frío, se nota cuando paras. Tengo bastante sueño y me pongo el MP3...de nuevo Vetusta Morla supone un chute de cafeína que me despierta de golpe...tanto que me pongo a cantar...la subida no cesa, hay mucho barro y mucha piedra, muchísima niebla que mezclada con la luz de los frontales da lugar a sombras fantasmagóricas, pasamos algún tramo por encima de algún nevero, y a lo tonto tonto me planto en lo alto del Col du Bonhomme, a casi 2500 metros de altitud. De nuevo bajada rumbo Les Chapieux, por unos canchales tremendos llenos de barro que hacen que a ratos no sepa si estoy corriendo o esquiando. Y es que esta carrera, o al menos la parte que recorrí, se caracteriza por tremendas subidas sin tregua y tremendas bajadas...no hay descansos, no hay puntos muertos: o subes, o bajas, o llaneas. 

Mi dorsal en el balcón del estudio
Llego al control muy sobrado de tiempo, he ido ganando minutos de un control a otro, y en este último tramo he adelantado a bastante gente. Para mi desgracia, ya he sentido alguna arcada mientras bebía agua, pero no quiero darle importancia y de momento estoy relajado. Llego al control, tengo mucho sueño, y cuando al llegar veo a una chica con un cartel que dice "Sleep study" le hago saber con señas, porque no entiende el castellano ni el inglés, que donde puedo tumbarme un rato. Me señala a otra chica, se acerca y saca una tablet y me empieza a preguntar algo en francés...yo entre el sueño que tengo, el gentío en el avituallamiento, los gritos de "le sup, le sup" y demás, estoy que no entiendo nada. Entonces caigo en la cuenta de que es algún tipo de estudio o encuesta sobre el sueño y le digo que no, que "I want to sleep (cojones)", y se pone a reirse y pasa de mí. Me siento en una de las mesas donde los corredores comen o tratan de pegar una cabezadita, yo ya veo que mi estómago está empezando a rechazarlo todo, pese a ello bebo un poco de cocacola, disuelvo una cápsula de sales en le sup que me pido (y que prácticamente tiro en su totalidad porque no me entra) porque si me la llevo a la boca directamente me entran arcadas, y me tomo un gel de esos de bcaa's que supongo que no vale para nada pero al menos tranquiliza mi conciencia porque le estoy metiendo algo al cuerpo, trato de pegar una cabezada apoyándome sobre mis brazos pero nada...no hay forma. Lleno de agua la botella (aunque llevo bastante rato bebiendo muy poco porque no me entra), y justo cuando voy a salir del avituallamiento, veo una señal con el símbolo de una cama y pienso "esta es la mia". Como me sobra mucho tiempo para el cierre del control, entro a una sala donde hay colchones y mantas. Me toman el número de dorsal, me preguntan cuanto quiero dormir, le digo al voluntario que media hora, y me tumbo. Me gustaría poder dormir algo, aunque fueran 10 minutos para quitarme la sensación de plomez y cansancio que me está matando, y de paso tranquilizar a mi estómago. No me duermo, no puedo, no sé si por la cocacola que me acabo de tomar, no sé si por la situación...total, que bastante antes de la media hora le doy las gracias al señor que me había atendido y me largo.
Le Gorge

Al salir vamos llaneando de nuevo, y descubro encantado que todo el pelotón de corredores ya ha pasado, y que ahora quedan muchos menos....es que me agobiaba mucho el ir en plan romería, ahora me siento mejor. Voy adelantando a mucha gente ya que todos andan y yo voy corriendo, el ibuprofeno ha hecho efecto y la rodilla no duele. A lo lejos veo la hilera de lucecitas que no deja de subir, de subir, de subir...voy bien pero ya veo que estoy comiendo y bebiendo demasiado poco, pero es que mi estómago no me lo permite. Voy ganando altura mientras voy pasando a mucha gente, de hecho vuelvo a pillar a los del grupo con el que iba antes de parar a (tratar de) dormir. Vuelvo la vista atrás, y allá abajo veo muchas más luces..."pues no os queda ná" pienso; en mitad de la oscuridad hay una señora mayor tapada con una manta que no deja de animarnos, cerca de allí hay una casita en medio de la nada con las luces encendidas, doy por hecho que vive allí. Empiezo a encontrarme a corredores tumbados en el suelo tratando de dormir: sobre piedras, sobre la hierba...yo también tengo mucho sueño, pero tirarme ahí supondría pillar una hipotermia o quedarme dormido y despertarme cuando no se estila. Empieza a clarear, hay muchísima niebla y hace mucho frío. De repente veo lo que parece una sombrilla de playa amarilla, no me cuadra eso aquí, luego descubro que es una manta térmica...y es que algún corredor se ha tumbado, se ha enrollado con la manta y se ha echado a dormir en el suelo, aunque así tapado parece un cadáver.  Miro para arriba y la subida no cesa...cuando creo que eso es el collado final, llego y veo que hay que subir más, así una y otra vez, incluso hay un momento en el que me paro, me siento en un pedrolo unos segundos, recupero el aliento y sigo subiendo...por fin llego a lo más alto, apago el frontal porque aunque aún no es de día del todo, ya veo bien. Estoy en el Col de la Seigne, acabo de entrar en Italia, a casi 2500 metros de altitud, y el país de la pizza y los helados me recibe con un viento gélido y con agua nieve que me golpea por mi lado derecho. Empezamos a bajar rumbo a Lac Combal, empieza a salir el sol y ante mi hay un valle idílico, precioso: me
Lac Combal, impresionante
recuerda al de Ordesa pero multiplicado por 3 o 4. Pasamos por un refugio de montaña, paro para guardar el frontal, hay una médica de la carrera y me pregunta en inglés si estoy bien, le digo que sí y que cuanto falta para el control y me dice que 5 kms. Voy bajando y pienso en lo poco que he comido, que necesito meterle algo al cuerpo, por lo que cojo una barrita de Isostar, la parto en trozos muy chiquitines, y la voy masticando muy despacio....cuando voy a llevarme el último trozo a la boca, me entra una gran arcada y directamente lo escupo. Me paro y empiezo a vomitar...no tiro mucho, pero vomito. Trato de andar y vuelvo a vomitar, de nuevo sale poca cosa...me acuerdo de la CSP y pienso "venga, igual te pasa como entonces y tras vomitar tu estómago se repone" pero no, esta vez no me pasa eso. En ese preciso momento soy consciente de que mi carrera se ha acabado, justo ahora que amanece, que tengo luz y que mi estado de ánimo mejorará con el fin de la noche, ahora que físicamente me siento tan bien; justo ahora soy absolutamente consciente de que mi sueño, mi sacrificio y el de mi familia finaliza aquí, pero no pienso rendirme sin luchar, sin intentarlo, sin agotar todas las opciones. Mientras todo eso pasa por mi cabeza, y un sudor frío recorre mi cuerpo, unas vacas pastan con tranquilidad frente a mí ajenas a mi drama interno.

Lac Combal
Quiero correr pero el estómago ruge y me entran arcadas, me jode porque ahora vamos cuesta abajo y puedo ganar minutos, pero nada. Lo que hago es ir alternando: corro un poco, y cuando veo que el estómago se queja ando de nuevo, y así hasta el control donde de nuevo y antes que nada, indico que quiero dormir 20 minutos con la esperanza de que mi estómago se tranquilice. De nuevo soy incapaz de dormir, quizás me quedara en trance algunos segundos, pero no me dormí. Antes de que sonara mi alarma (allí te tenías que despertar tú) ya estoy de nuevo en pié y pensando que quizás, estoy mejor. Cojo cocacola, una galleta de chocolate con muy buena pinta, y un gajo de naranja. A la vez me meto un primperan (ya lo traía pensando en los vómitos y demás) y otro ibuprofeno masticado (joder qué asco que da) porque ya se ha pasado el efecto del anterior y la rodilla me duele mucho. Me tomo el gajo de naranja pero la galleta no puedo..imposible, y eso que yo me podría comer en una situación normal pues así como 450 galletas sin parar, vamos, que Triki el Monstruo de las Galletas sería un aficionado a mi lado. Empiezo a correr, el lugar es fantástico, a mi izquierda hay unas montañas gigantescas (a decir de uno de allí, eran las Grandes Jorasses) con glaciares colgando, y por primera (y única) vez en carrera tengo un flash y visualizo mi entrada en meta. Incluso voy pensando en que cuando llegue a Courmayeur, le voy a decir a mi mujer que estoy genial, que no estoy cansado físicamente (algo totalmente cierto aunque ya llevara casi 70 kms) y que solo tengo molestias de estómago. 
Como me gusta correr en condiciones duras

Empezamos otra mortal subida hasta la Arete du Mont Favre, que no es muy larga pero sí muy empinada. Las vistas son espectaculares, echo de menos alguna buena cámara fotográfica, hay vacas sueltas y una de ellas está lamiendo una señal indicadora de la carrera. Desgraciadamente mi estómago no mejora, pese a que he parado y he comido dos nueces y dos almendras para ver si poco a poco lo "reinicio". Si quiero beber, me toca sentarme en una piedra, dejar que pasen unos segundos, beber pequeños sorbos, volver a esperar y de nuevo empezar a andar o trotar dependiendo de como me haya sentado el agua. Mi estómago ruge una y otra vez, no para de protestar, alguna arcada va y viene, empieza a hacer calor y noto que ahora necesito beber más, pero no puedo. Una corredora que va delante de mí, se detiene en seco y empieza a vomitar, horas antes lo había hecho otro corredor chino...vale, veo que no soy el único que no está pasando su mejor momento. Llegamos a lo más alto, allí hay excursionistas haciéndose fotos porque la vista lo merece, yo también hago alguna foto y le hago una a un corredor que me deja su Gopro. Ahora en teoría tenemos 1200 metros de descenso hacia Courmayeur, a ratos corro, a ratos ando, a ratos me paro para beber, pero la sensación de malestar es cada vez mayor, no consigo frenar el desastre que mi puto estómago está creando, la imparable reacción en cadena que acabará en colapso. Al hacer más calor y no beber, empiezo a notar como mi cuerpo se va secando, como mis piernas pesan cada vez más y como me cuesta seguir el ritmo.



SMS de la organización: la cosa se pone fea
No tengo muy claro el momento exacto, pero de repente sé que no me queda otra opción que la retirada. Lo he intentado todo, nada funciona y esto es imparable; quiero acabar esta carrera, es mi sueño, pero en mi sueño yo no me tenía que parar y sentarme para beber, tampoco que sufrir en cada avituallamiento mientras veía comer a los demás y yo no podía; y por supuesto, tampoco quería secar mi cuerpo hasta el punto de no poder prácticamente ni andar, y si no como ni bebo, ese iba a ser mi triste final. Para confirmar mis pensamientos, llego a Col Checrouit, un pequeño avituallamiento antes de Courmayeur, donde una banda de música ameniza el ambiente, cojo cocacola (lo que mejor venía tolerando) bebo un trago y mi cuerpo responde con arcadas...vale tío, si ya no me entra ni esto, el juego se ha acabado. Abajo se ve el pueblo, falta Heidi y su abuelito porque parece de postal, en teoría esto es fácil, pero no sé si por la tristeza de saber que esto se había acabado, o por la cantidad de polvo en suspensión que había entre los miles y millones de zigzags que tuve que bajar (con alguna que otra "culá" porque aquello resbalaba como la madre que lo parió), este tramo se me hizo interminable. Llegando ya al llano, adelanto a una pareja que me había pasado un rato antes...ella también está vomitando...lo siento amiga, bienvenida al club. 
Subiendo a Mont Favre

Entro a Courmayeur, de nuevo mucha gente animando, yo doy la mano a alguna niña, me río viendo pequeños detalles, no sé, estoy disfrutando y saboreando los últimos metros de mi UTMB. Llego al pabellón donde antes recojo mi bolsa que había dejado el día anterior en Chamonix, trato de comer un croassant de chocolate y solo consigo darle vueltas y vueltas a un trocito en mi boca. Llamo a mi mujer, yo ya he tomado la decisión de retirarme, pero quiero hablar con ella porque estaba muy ilusionada con esto....no sé, espero que me de su visto bueno, aunque sé que no tiene ningún sentido lo que estoy pensando porque todo está en mi mano. La pobre descuelga el teléfono con alegría, pero cuando le digo que me retiro se queda bastante parada, me pasa a Jose Carlos quien me da algún consejo, le explico la situación y él me dice lo que yo ya venía pensando desde hace mucho: si estás sufriendo déjalo. Me dicen también que Luis está fuera de carrera....les digo que mira, voy a probar a comer algo más, y dependiendo de lo que me pase sigo o no, y es que aunque yo sé perfectamante lo que va a pasar me resisto a no darme una última oportunidad, a esperar un milagro...a la vez veo el estado de mis pies: están destrozados, el agua y el barro han hecho mella en ellos, pero no me duelen; pese a ello y por si el milagro tuviera lugar, me pongo dos compeed y me reparto vaselina a tutiplén por si tengo que seguir zumbando. Me pillo unos macarrones: primer macarrón para dentro, segundo macarrón una fuerte arcada que me hace creer que me voy a poner a vomitar delante de todo el mundo; mientras, a mi lado un corredor chino está devorando una fiambrera con arroz, carne y verduras, casi se come hasta el tenedor....la puta madre con el chino, y yo sin poder llevarme nada a la boca. Finalmente saco mi chuleta para ver el siguiente control, para ver si podría jugármela sin comer ni beber un poco más...17 kms y 1200 metros de subida, total ná...conclusión: voy a la organización y les digo que me retiro, cortan el código de barras de mi dorsal (con lo bonito que era todo cuadradito él), me quitan el chip de la mochila, cojo mi bolsa y me voy a buscar el autobús que me devolverá a Chamonix.
Lugares mágicos


Esta ha sido mi segunda retirada en un ultra, y por el mismo motivo: el estómago. Es evidente que algo no funciona, o que algo hago mal. En 10 horas comí media barrita, un gajo de naranja, dos nueces y dos almendras; bebería contando las cocacolas, menos de un litro...evidentemente así no podía continuar. Pero esta vez mi retirada no ha sido tan traumática como la primera, y eso que esta carrera era algo con lo que sueño desde hace años y me ha costado mucho esfuerzo. Y es que mientras cavilaba, mientras trataba de frenar ese inevitable final, me di cuenta de que de nada valía cruzar esa línea de meta si no había disfrutado del recorrido, eso no tiene ningún sentido. Reconozco que había olvidado que lo principal no es una meta, una foto y un chaleco, lo importante es llegar hasta ahí viviendo una experiencia personal, algo para uno mismo, no sé, sentirte orgulloso de lo que has hecho y has vivido y no de llegar a meta como si fueras un muerto en vida, en el hipotético y prácticamente imposible caso de que hubiera llegado. Aparte de ello, también me preocupaba que el efecto del ibuprofeno estuviera ocultando un problema gordo de rodilla, y no quería cascarme del todo.

La verdad es que asumí muy bien la retirada, ni yo me esperaba esta reacción. Lo peor para un corredor es no llegar a meta, había pensado en ello muchas veces antes de viajar a Chamonix y lo veía como algo dramático, pero mira por donde en esos momentos tengo la sensación de haber hecho lo correcto. 

Una hora y poco después estaba en Chamonix reuniéndome con mi mujer y la peque, Jose Carlos, y la gente del Tema Adidas. Coincidieron todos en que tenía muy buena cara. No tenía ningún dolor, ni siquiera en la rodilla; en carrera pese a tomar solo dos cápsulas de sales y una de magnesio, no tuve ni el mínimo atisbo de calambre o rampa, pese a los 80 kilómetros recorridos y casi 5000 metros de subida con otros tantos de bajada; y en los días posteriores no tuve ni agujetas. Pasadas dos horas de mi retirada, estaba zampándome una hamburguesa y una cerveza, mi puñetero estómago volvia a su normal voracidad....por un lado contento por ver que estoy genial, por otro cagándome en el puñetero estómago por dejarme de lado cuando más lo necesitaba. 
Eso fue todo amigos


Aprovechamos esa tarde para pasar un rato con Luis y el Tema Adidas, para ver las llegadas en meta de las primeras mujeres, para tomarnos unos helados y para cenar junto a Joseca. Y al día siguiente turismo teleferiquil y Chamonixero; vamos, que no perdimos el tiempo y disfrutamos haciendo algo que no esperaba porque de haber acabado la carrera, yo no me veía en Chamonix hasta la mañana del domingo.

Acabo con esta historia diciendo que para mí UTMB era un sueño, un mito, y que ahora que he probado media parte, que he saboreado la mitad de la tarta, necesito disfrutarla en su totalidad, hasta la guinda. Mucho se habla de circo, de negocio, de dinero; no digo que no, pero es algo de lo que no se libran otras muchas carreras que no le llegan ni a la suela de los zapatos. El recorrido es sencillamente espectacular, precioso, y el ambiente es único, no puedo decir más, hay que estar allí para vivirlo, aunque no te guste este deporte. Viajé a Chamonix con la idea de ahora o nunca, o la acabo y no vuelvo o no la acabo y no vuelvo, pero ahora sé que volveré, que necesito sentir las sensaciones y emociones de esos corredores y corredoras a los que vi entrar en meta (una de ellas era una chica con la que fui varias horas): alegría, lágrimas en la cara, y una profunda satisfacción por ver cumplido su sueño.

Hasta otra Chamonix.