miércoles, 3 de agosto de 2016

Maratón de Madrid 2006

Publicado en Facebook  el 13 de Abril de 2015

Maratón de Madrid 2006


Una de mis más gloriosas "hazañas" atléticas tuvo lugar hace casi 9 años, y siempre que llegan estas fechas me acuerdo de aquella gesta; por aquel entonces, un día me dí cuenta de que el Maratón Popular de Madrid se celebraba justo el día en el que yo cumplía 33 años y me dije "¿por qué no te lo regalas?", y para allá que nos fuimos.


Viajé con mi mujer y con una pareja de amigos, llegamos a Madrid city (yo nunca había estado en esa ciudad) y tras instalarnos en el hotel, ya a media tarde, se nos plantearon dos opciones: irnos a cenar a algún lugar donde sirvieran pasta y de ahí a la cama prontito para estar descansado al día siguiente, o bien irnos de cenota en plan turista y luego irnos a ingerir bebidas espirituosas a cualquier tugurio....lógicamente, elegimos la segunda opción. Recuerdo que estuvimos dando vueltas por el centro, y cenamos los típicos bocatas de calamares con ajoaceite en la Plaza Mayor, acompañados de picoteo y cerveceo. De allí nos fuimos a un antro a cumplir con uno de mis rituales pre-carreraimportante: meter orujo en vena para limpiar toxinas. Recordemos que hablo de hace 9 años, entonces eso de las dietas, los carbohidratos, geles, suplementos y demás sonaba a chino mandarín. Hecha esta aclaración, y llevando ya un puntito importante de alegría en el cuerpo, nos presentamos en el citado antro donde pedimos unos orujos.....claro, uno que es un poco paleto no está acostumbrado a viajar, y daba por hecho que nos lo servirían en un vasito de chupito, pero no, vaso cubatero lleno de orujo hasta el mismo borde. Yo, que soy de poco tirar, no tuve más remedio que no dejar ni gota, y cómo mi mujer, que es de poco beber, solo le pegó dos tragos, pues me obligó a bebérmelo entero también. Y de esta guisa, doblado, y llegando al hotel por los pelos, me metía en mi habitación pasadas las 2 de la mañana. Y cómo ya tenía la faena medio hecha, ya que mi mujer estaba medio anestesiada con los dos tragos de orujo, y yo ya notaba los efectos vasodilatadores del alcohol en cierto miembro, pues me lancé a la aventura y mira tú por donde, acabamos retozando cuales adolescentes en primavera.....resumiendo...apagaba la luz a eso de las 4 de la mañana, un poco bastante borracho pero feliz por los progresos de la noche madrileña.


Aaaamigo, pero a las 8 ya estaba yo en pié y vestido de gladiador para enfrentarme a esos 42 kilómetros nada llanos de Madrid, recuerdo que me miré en el espejo con un resacón tremendo y me dije "ya tienes 33...¿y adonde cojones vas con la que llevas encima?"; pero en aquellos tiempos en los que no existían las medias de compresión, ni los geles, ni las sales, ni siquiera los GPS, uno tenía que seguir y asumir sus retos; porque eran tiempos en los que con solo tres palabras te metías en unos fregados tremendos, aquellas tres palabras eran "no tienes huevos", y oye, otra cosa no, pero por huevos no iba a quedar la cosa.


Total, que ya estaba yo en la línea de salida flipando al estar rodeado de miles de corredores y de una animación que jamás había soñado (recuerda querido lector de esta gilipollez, que por aquel entonces en el Maratón de Valencia solo corríamos cuatro gatos, y más que ánimos, solo recibíamos insultos y toques de claxón a nuestro paso), y de pronto aquello empezó a moverse y yo también....joder, se me pasaron los primeros 8 kms en una nube ante semejante espectáculo....luego pues bueno, los kilómetros pasaban sin pena ni gloria, cuesta arriba, cuesta abajo, de pronto veía a mi mujer y amigos y me hacían alguna foto.....vamos, que iba sobrevicorriendo.....pero en el km 37 mis piernas me dijeron que hasta aquí, tanto alcohol las había secado y mi correr era extraño, parecía una mezcla de Robocop y Lina Morgan....total, que en una especie de parque me paré a estirar porque mi cuerpo se rebeló contra mí.....en eso que llega un tío de la Cruz Roja y me dice que vale, que me retiro, y le digo que ni hablar, que solo quedan 5 kms y que yo soy muy machote y puedo con ellos, el tío dándome la brasa...que si no estás ni para andar, que si así no, y yo pasando del amigo....al final se cansó y me dijo que seguía en carrera bajo mi responsabilidad, yo le dije que sí, a ver qué coño le iba yo a decir.


Y chino chano, medio reptando, medio trotando, medio andando, ya estoy en el Retiro, donde mis piernas me dijeron que hasta aquí otra vez (pesaditas que son joder)....pero cómo la gente animaba un montón, y cómo no quedaba ya nada (eso creía yo, aún faltaba km y pico), la cosa es que tiré de partes nobles y pude acabar.....fue mi maratón más lento, 3 horas cincuentaypico, pero coño, con la tajada que llevaba, yo estaba feliz. Ducha, de ahí al VIPS a comer (es que estaba muy cerquita de meta), algo de descanso, y por la noche a seguir cerdeando en Chueca.....joder qué fin de semana me pasé.


Acabo diciendo que aquel día empezó mi declive atlético que me acompaña hasta estos días; pero no, no lo digo con tristeza...cuando uno es un manta nadie espera nada de él y así vive feliz, sin presión, dejemos que la élite sufra mientras nosotros vemos el espectáculo desde el burladero atlético.


Me encanta correr.....¿lo has notado verdad?...


P.D: Adjunto foto que certifica mi lamentable estado antes de salir de la habitación del hotel....menos mal que el flash no saltó cerca de mí, de haberlo hecho, igual hubiera explotado ante la concentración de alcohol que corría por mis venas en esos momentos...

CHIVA 2013: CRÓNICA DE UN FRACASO (que igual no ha sido tanto)

Publicado en Facebook el 8 de Diciembre de 2013



CHIVA: CRÓNICA DE UN FRACASO (que igual no ha sido tanto)

Reconozco que nunca me había pasado lo que me pasó ayer en la carrera de Chiva, hundirme física y mentalmente, desear pararme, pegarle una patada a la mochila y decirle adiós a todo esto de correr por montaña. Afortunadamente, pasadas ya unas cuantas horas desde el final de la carrera, ahora empiezo a ver las cosas de forma distinta.

No me mataba hacer los 61 kms de montaña de Chiva, si me apunté fue única y exclusivamante para conseguir los dos puntos que me faltaban para poder participar en el UTMB. Aun así, y tras el entrene de hace algunas semanas con José Manuel y Rafa Montero, mi opinión empezó a cambiar porque la zona por donde discurre la carrera es sencillamente preciosa. Esta semana he ido motivándome poco a poco, y lo cierto es que llegué al día de ayer con muchísima ilusión y ganas. Y por qué no decirlo, llegaba a Chiva en muy buena forma, he estado encadenando buenos entrenes, alguna carrera, y me siento mejor que nunca....incluso mi asignatura pendiente, las subidas, me estaban yendo cada vez mejor.....quizás todo esto ha sido determinante en mi sensación de fracaso total en Chiva. Bueno, cuento la aventura...

A las 05'15 recogía a Jose Manuel y salíamos rumbo a Chiva. El coche llegó a marcar 1'5 grados, y al llegar al pueblo pudimos comprobar que efectivamente, calor no íbamos a pasar, al menos al principio. Un rato después nos reuníamos con Jose Vicente Soler Olmedilla, David Alarcon Vicent y Javi Martinez en el lugar donde la carrera empezaba, rodeados de multitud de corredores y corredoras, todos bien abrigaditos. Aquelló empezó y enseguida salíamos del pueblo para meternos en la montaña; era realmente bonito el mirar hacia atrás, en plena cuesta, y ver una hilera de lucecitas subiendo por la montaña. Fuimos Josevi, David y yo juntos durante un rato (Jose Manuel había salido disparado cómo un cohete desde el inicio de la carrera), y entre comentarios y risas íbamos pasando kilómetros. En un momento dado (yo tuve que parar a mear) perdí de vista a mis acompañantes y seguí en solitario. Me sentía realmente bien, con muchas fuerzas y sin ir para nada forzado. Pasé el km 20 a una media que me llevaría a meta en 8 horas justas, que si bien sabia que no podría ser (al final siempre noto el cansancio de los kms), sí que me hacia pensar en las 8h 30m que Rafa había pronosticado para mí.

Todo iba bien, me encontraba de cine, y de pronto, en el km 22, empezaron los calambres en las piernas. En un principio pensé que era algo pasajero, porque era demasiado pronto para tener calambres y porque he hecho muchas carreras (incluso la de 118 kms) y entrenes sin un amago de calambre, no tenían por qué estar ahí, y sin embargo ahí estaban. Poco a poco pude comprobar que de pasajero nada, y que en cuanto el terreno se ponía cuesta arriba, o andaba en plan Juanito Oiarzabal en el Everest (paso a paso en cámara lenta) o los músculos se montaban. En la subida de la cueva (37% de desnivel), el pié derecho se giró unos 45 grados hacía el interior debido a una rampa y tuve que subir así, cómo la Lina Morgan, un buen trozo y con mucho dolor. Aquello cada vez iba a más, afortunadamente, en las bajadas los calambres remitían y podía trotar, despacito, sin alargar la zancada, pero trotaba y recuperaba algo de terreno y tiempo. Así fuí bastante rato haciendo la goma con David: él desaparecía subiendo, yo lo cazaba en la bajada, y vuelta a empezar. Los kms iban cayendo, los calambres eran cada vez más frecuentes, pero tenía claro que esos casi 40 kms que me faltaban los iba a hacer sí o sí. Cómo he dicho, la carrera es preciosa, el ambiente increíble (parece mentira que hubiera tanta gente en mitad de la montaña animando), y la organización fantástica. En un avituallamiento (el de la fuente de la "albóndiga" cómo yo la llamo) uno de mis sueños correriles se hizo realidad: ¡¡¡ tenían cerveza !!!.....lógicamente me tomé una acompañada de un sandwich y algo de fruta y otra vez para arriba, rumbo al Pico Yerbas, el tramo más alto de la carrera (1000 y algo metros). A mitad de subida había una charanga con música disco a todo volumen, no veas qué ambientazo, algún corredor le pegó unos tragos a un cubata de los allí presentes, previamente se pusieron todos a bailar, corredores y organizadores..... mi subida al Yerbas fue lenta y agónica, y una vez arriba empecé a trotar cuesta abajo, pero ya notaba cómo los calambres no me respetaban ni cuesta abajo.....aun así, a aguantar el dolor y a seguir, que por algo tenemos fama de duros los corredores.

De nuevo cazo a David (el muy cabronazo quería darme un bastonazo para perderme definitivamente de vista) y en la siguiente subida lo pierdo ya, esta vez, para el resto de carrera. Subidón de nuevo, yo en plan Himalayista, paso a paso, y de nuevo cumbre y para abajo. Hubo un momento, allá por el 43 o 44, en el que los calambres ya eran constantes subiera, bajara o llaneara (aunque el llano brilla por su ausencia en esta carrera, rompepiernas cómo pocas). Y en ese momento me hundí mentalmente, cuando ví que los calambres ya no me daban respiro, cuando ví que mis expectativas de tiempo se iban a la mierda, cuando ví que cada paso era dolor y sufrimiento, ahí me hundí. En mi cabeza se alternaba la voz de Rafa: "estás para hacer 8 h 30m" y el pensamiento de que Jose Manuel ya habría acabado y tendría que esperarme durante mucho rato. Por mi cabeza pasaban pensamientos del tipo "¿y tú quieres hacer UTMB?........¿y si te pasa esto en el Mont Blanc?".....pensamientos del tipo "paso de Vulcania, paso de todo".....pensamientos del tipo "dejo de correr en montaña, cuando esto acabe le pego una patada a la mochila y mando a la mierda todo"......no sé, para mí correr en montaña se ha convertido en algo más que un deporte, es parte de mi vida, de lo que soy, de cómo soy, y sentirme tan mal es algo a lo que no estaba acostumbrado...

Los kms iban cayendo lentamente, hasta que en un momento dado, tras el avituallamiento del 49, entablo conversación con otro corredor. Le comento lo de mis calambres y me da una pastilla de sales o no se qué cojones, me la tomo sin mucha esperanza (en esos momentos estaba hundido en todos los sentidos) y tiro para adelante. Me cruzo con él en varias ocasiones, y en el km 52 (un kilómetro que se me hizo eterno, no acababa nunca, yo creo que en realidad tenía 4 o 5 mil metros) iniciamos juntos la última subida: unos 300 mts de desnivel con un 50% de pendiente......por extraño que parezca, no subí del todo mal, al llegar arriba me preguntó que si la pastilla me había hecho algún efecto y le dije que sí, que algo estaba notando, que no se me habían ido los calambres pero que al menos, no iban a más.

Y tras el avituallamiento del 54 llegó el milagro.....de pronto los calambres se fueron, no del todo, pero me dejaron correr. Y tras horas de agonía empecé a notar que todo seguía en su sitio: mis fuerzas, mis ganas, mi rabia. Y desde ahí hasta meta empecé a correr....cuesta abajo, cuesta arriba, en llano, corría de nuevo, qué sensación más maravillosa tras tanto dolor físico y mental. Y empecé a adelantar a mucha gente, y empecé a ver en el crono kilómetros a 5 y poco, me sentía de nuevo corredor, y sentía que mi forma estaba ahí, que tras tantas horas tenía fuerzas para seguir y arrear. A dos kms de meta viví una escena muy graciosa: delante de mí iba un chaval corriendo, de pronto se para, se gira, me mira con mucha seriedad y me dice: "estoy hasta la polla de correr"....yo le dije "yo también, pero quiero llegar".....y sí, llegué, corriendo y relativamente feliz. Lo más bonito fue que al llegar a meta tenía a mis amigos esperándome, y antes de cruzar el arco todos me daban la mano en plan Tour de Francia....fue muy emotivo para mí, el mejor final que podía tener.

Pasadas las horas empiezo a estar contento. Lo pasé mal, ya no por el tiempo que hice (que también, yo creo que sin calambres me hubiera acercado a esas 8h 30m), si no porque algo que me apasiona se convirtió en una tortura y no disfruté, salvo en esos 7 kms finales. Ahora lo pienso y compruebo que estaba bien de forma, de no ser así no hubiera podido correr hasta cuesta arriba en esos kms finales, y compruebo que tuve los santos cojones de aguantar casi 40 kms con calambres hasta meta. Eso ahora me da muchos ánimos.

No sé muy bien a qué fueron debidos esos calambres: quizás el no haber descansado ya que el viernes trabajé (y el miércoles, y el jueves, de hecho de aquí un rato me voy a trabajar de nuevo), quizás estoy bajo de algo, quizás el frío.......algo falló o algo fue diferente, porque esos calambres no debieron estar ahí, al menos tan pronto. Pero bueno, lo conseguí, no me rendí, llegué a meta tras 9h 32 minutos que solo yo sé lo que me costaron, y finalmente conseguí esos 2 puntos para el UTMB.

¿Lo mejor de todo?....pues cómo siempre la gente. Todos esos amigos que antes he enumerado y que corrieron o nos animaron desde muy lejos, José Luis López que estuvo en la salida, ese corredor anónimo que me salvó con su pastilla, la gente de la organización, esa gente que nos animaba pese al frío en mitad de la nada, esos dos abueletes que se subieron al monte con su coche, montaron una mesa de camping, y la llenaron de bebidas para nosotros....gracias, gracias a todos, sóis realmente grandes. Correr tiene muchas cosas maravillosas, pero lo más grande sin duda es la gente que vive y ama este deporte.

Gracias a todos por lo de ayer.

Perimetral Benissa 2014

Publicado en Facebook el 30 de Marzo de 2014


Yo Robot: crónica de la Perimetral a Benissa 2014. (Tochazo total ojo....pero es que cuando empiezo a escribir me emociono)

El despertador tenía que sonar a las 02'45 de la mañana, pero a las 02'30 yo ya estoy despierto y opto por levantarme. Pese a que el día anterior estaba nervioso cómo un flan, hoy me despierto tranquilo, relajado, sin ningún tipo de estres. Cuando uno se levanta a las 02'30 tiene inmediatamente una duda: "¿a estas horas me tomo un café y desayuno o me tomo un cubata y sigo de fiesta?"....cómo un cubata no me iba a sentar demasiado bien de cara a los 64 kms de recorrido, y a los 3000 metros y pico de desnivel positivo acumulado por las montañas de Benissa que me esperan, opto por hacerme un café y un par de donuts.

Recojo a Rafa Montero y los dos nos vamos rumbo a Benissa. La verdad es que conforme me iba acercando me ponía más y más nervioso (no es para menos ya que la Perimetral tiene fama de dura....y después de hacerla digo que merecida fama), y a las 04'45 ya estamos en Benissa. Al ratito se une a nosotros Jose Manuel y su pareja, que habían hecho noche en Calpe. Risas, chistes, vuelta tonta coche-meta-salida-coche, y a la que nos descuidamos estamos ya entrando al control de dorsales al grito de "chubasquero a la vista". Amenizado el evento por una banda de rock en vivo, empieza a sonar el que ya es himno oficial de cualquier carrera de montaña que se precie ("Highway to Hell" de los ACDC), encendemos frontales y esperamos el carcasazo que nos indica que empieza la fiesta. Son las 6 de la mañana, y salgo con mis dos acompañantes, vamos contando paridas en la oscuridad, dejamos atrás Benissa y a la que nos descuidamos ya hemos pasado por el cartel de "5 kms" y solo llevamos 32 minutos....¡¡¡guauuuu!!! yo alucino porque pensaba que llevaríamos solo dos o tres kilómetros. Seguimos y dos kilómetros después pasa lo inevitable: la primera cuesta deja bien claro que ellos están en un nivel muy superior al mio y que tal y cómo le dije a Rafa, yo no puedo ir con ellos. No pasa nada, aún no he encontrado a nadie con quien hacer una carrera juntos (todos los corredores que conozco o corren mucho más, o corren menos que yo) y estoy muy acostumbrado a la soledad montañil. La despedida no es triste: no hay besos, no hay abrazos, no hay adioses....se van y punto...cómo se va el sol y llegan las estrellas.....sin rencor...bueno, igual Jose Manuel si que se lleva algo de rencor porque minutos antes le había pegado un bastonazo en los mismos huevos sin querer....que sí, que fue sin querer, que luego la gente piensa cosas raras...

Y ya estoy solo, yo y mis circunstancias, ante mí 57 kilómetros de dura montaña. Voy bajando por un sendero situado en mitad de una loma, a mi alrededor nubes....de pronto se aclara y veo a mi izquierda el mar y a mi derecha las montañas; "por estas cosas es por las que corro en montaña", pienso mientras me quedo literalmente alucinado por el paisaje...y de pronto, en el km 10, tengo la sensación de que van a aparecer calambres en mis piernas....no es que los tenga, es difícil de explicar, es que siento que los voy a tener y que todo me va a ir fatal...aún tengo presente lo que me pasó en Chiva y la idea me aterroriza porque no me veo capaz de repetir semejante tormento. Entonces hago algo nuevo, un ejercicio mental....me digo que no estoy haciendo una carrera, pienso que he salido a pasear por la montaña....y de pronto todas las malas sensaciones se van...hago un chequeo mental y veo que todo está en perfecto estado....puta cabeza, lo importante que llega a ser en estas cosas...

Para hacer estas cosas lo más importante no son las piernas cómo la gente cree, lo más importante es el corazón y la cabeza. Un corazón que te haga sentir, soñar, ilusionarte, que saque rabia cuando te estás hundiendo, que saque energia cuando crees que vas a parar; y una cabeza que aguante kilómetro tras kilómetro, que te permita dosificarte, decir "soooo" cuando tus piernas dicen "arre"....sí, necesitas cierta forma física, pero estas carreras tan largas y duras solo pueden acabarse si coco y alma funcionan. No obstante decido "robotizarme" para quitar faena a mi cabeza y me pongo una disciplina para no tener dudas: cuesta abajo o en llano a correr, a la mínima cuesta a andar, y cada hora una pastilla con electrolitos para evitar los calambres, todo mecánico, todo robotizado, cómo si fuera una máquina de la que espero sacar un buen rendimiento....y bueno, ponemos la intensidad de las piernas a un 50-60% para no fundirlas....espero que eso me lleve a meta con garantias.

Van pasando los kilómetros y me noto fresco de piernas....subo relativamente bien aunque todos me pasan (algo que no me importa porque luego los cazo bajando) y en cuanto se acaba la cuesta puedo correr con soltura notando las piernas muy ligeras. Observo dos cosas: la primera es que el paisaje es impresionante, dejando atrás y muy abajo Calpe y el Peñón, y al fondo el mar; al otro lado altas montañas rodeadas de nubes. La zona por la que corremos varia según cojamos orientanción norte o sur: igual empiezo a sudar cómo un pollo que me congelo. La segunda es el ambientazo y lo bien que se lo han currado los de la organización: vayas donde vayas, pases por donde pases, siempre hay alguien animándote y esperándote. Es increíble, en serio, lugares muy altos rodeados de niebla, con un viento y un frío polar y allí estaban dejándose la garganta y sus palmas para darte ánimos. Podría escribir "gracias" mil veces y me quedaría corto. Descubro también que la fama de dura viene por algo: es muy muy dura, con desniveles increíbles, muy técnicos, donde a menudo tienes que usar las manos para avanzar, y en un terreno lleno de piedras que cortan cómo cuchillos.

Tras una durísima subida veo el principal obstáculo: el Bernia. Se presenta ante nosotros imponente, rodeado de nubes, me recuerda al Pirineo más salvaje. Mientras como y bebo algo en el avituallamiento que hay a sus pies, me entero de que no vamos a pasar por el tramo de la cresta (adiós a la "escalada"). Me da un poco de rabia porque ese tramo es el que más ves en fotos y tal, pero el fuerte viento y esas nubes que rodean al pico han dejado todas las rocas muy húmedas y resbaladizas: pasar por arriba puede suponer un grave accidente. Bueno, me cabreo y a la vez agradezco el que se preocupen por nosotros. La cosa es que seguimos subiendo y cuando llegamos a lo más alto, cuando ya parece que no hay por donde seguir, nos meten por una cueva estrechita por la que tengo que reptar en plan cangrejo. Mi hernia discal, un poco hasta los huevos de mí (es que antes habíamos pasado por dos túneles de esos que hay bajo los puentes para que pase el agua) me dice "¿pero tú de qué vas chaval?" pero yo ni caso....pues la cueva esta del cangrejo te lleva de un lado al otro del Bernia, y de pasar de una zona llena de niebla, viento y mucho frío, pasamos a la luz y al calor abrasador....alucinante. Estamos en el km 30 y pico, en lo más alto de la carrera, ante mí una inmensa pedrera...llega el momento de otro chequeo: piernas al 85%, coco al 100%, corazón al 200%...¡¡¡pues a correr!!!....

Bajo de cine, piernas ligeras, adelantando a gente...los kms van cayendo, paso el 40, paso el que indica el maratón (en 7h 10 creo) y cómo digo, me encuentro bien físicamente. Pero al ir solo se me van acabando los temas en los que pensar y decido ponerme música...dos canciones después la apago: prefiero escuchar los pajaritos, los gritos de la gente que esporádicamente aparece y te anima, y el sonido del viento. Paso por una zona de monte bajo que me resulta un poco aburrida.....y llego al 50, situado más o menos en Senija. Es la 1 y pico o las 2 de la tarde y el avituallamiento está en mitad de una calle. Paro, como algo y de repente me pega un bajón terrible. No sé, quizás el ver a la gente comiendo en las terracitas, quizás la acumulación de kms, quizás el verme solo mientras otros corredores llegan en grupo, la cosa es que me hundo y pienso "¿qué coño estás haciendo aquí?". Dado que estos sentimientos negativos me están invadiendo, paso a modo robot y troto mientras salgo del pueblo y empiezo a andar en otro cuestón....veo que me encuentro perfecto de físico, y en unos minutos se han ido todas las malas vibraciones....me han dicho que hasta meta me esperan tres grandes subidas, y esta es la número uno.

Poco a poco voy avanzando y todo sigue OK, paso el cuestón 2, paso el cuestón 3, y de pronto llego al último avituallamiento, donde nos dicen que quedan 6 kms. Llevo 10 horas poco (esperaba tardar al menos 12 horas en acabarla) y pese a que nos dicen que es difícil que bajemos de 11, yo trato de demostrarles que no tienen razón.....y en cuanto veo el cartel indicador del km 60, paso a modo "manual", dejo que mi corazón tome el control de la máquina, y pongo mis piernas al 90% para correr a toda hostia hasta meta. Al fondo veo Benissa y su iglesia, es justo en la plaza de esa iglesia donde está la meta, tengo un objetivo claro y lo puedo ver, por lo que tras una pequeña cuesta en la que ando junto a un grupito, me pongo a correr....los del grupo me dicen "tramposo, no corras" pero yo me noto con fuerzas y decido arriesgar....me voy acercando a Benissa, paso por una zona que me recuerda a ese camino por el que andaba el de "Gladiator"....acelero, corro incluso en las cuestas aunque por aquí ya no hay muchas, Benissa está muy cerca ya...la gente me aplaude mucho y me dicen que ya era hora de ver a alguien corriendo (lógicamente, a esas alturas de la carrera la mayoria de gente ya se ha quedado sin fuerzas, sobre todo si han ido demasiado rápidos los primeros kms, y van andando)...coño, que te digan eso pues te anima mucho, y yo me doy cuenta de que puedo correr muy rápido sin ningún problema....ando una última cuesta justo a la entrada del pueblo (es que está empinada de cojones), subo unas escaleras, paso debajo de un arco, giro a la derecha y empiezo a correr a toda leche por una calle que baja ligeramente....hay una familia comiendo en una mesa en la puerta de su casa, me ven y me empiezan a aplaudir y a animar, sigo muy rápido, giro a la izquierda y bajo corriendo por otras escaleras, nuevo giro a la izquierda...ya estoy en la calle de meta...acelero aún más, la gente está esperando a ambos lados de esa estrecha calle y casi no tengo sitio para pasar, todos me aplauden, yo cada vez más rápido...paso por un arco azul y pregunto si eso es la meta y me dicen que no, que más adelante, acelero, voy a toda velocidad, no llevo gps pero estoy seguro que voy por debajo de 4, la gente se aparta a mi paso y gritan y aplauden....ya veo la meta, esa meta que había visto en fotos y que habia soñado cruzar, voy a tope, emocionado, con un nudo en la garganta, casi con lágrimas en los ojos, oigo a Rafa gritar "Pele!!!", oigo mi nombre por la megafonia, y de pronto cruzo la meta y paro el crono en 10h 50m............bueno, igual suena extraño, pero esos dos últimos minutos de carrera desde que subi la escalera, borran los otros 648 anteriores, esa felicidad total, esa energia que te permite volar cuando deberías de estar agotado tras casi 11 horas corriendo es algo indescriptible, es algo que te pega tal subidón que siempre te deja con ganas de más. Sí, he llegado a meta, y he llegado en perfecto estado, cansado pero feliz, completamente feliz. Me reuno con mis compañeros (que habian llegado en 9h 30m) y todo vuelve poco a poco a la calma.

Y poco más...bueno, podría contar más cosas pero no quiero extenderme. Me quedo con eso último que comento, esos dos últimos minutos, el preciso momento en el que sabes que ya nada puede pararte y que lo has conseguido. Y a la vez, en el terrible vacio que te deja el haber conseguido tu objetivo, un vacio que solo puedes llenar con otro reto.

Y aquí lo dejo, me quedo esperando ya mi siguiente ración, mis próximos dos minutos de felicidad absoluta....

X Maratón Montaña Marina Alta

Publicado en Facebook el 2 de Mayo de 2015

Hoy presentamos: X Maratón Montaña Marina Alta.....o el día en el que el Señor casi se me lleva con él...

Sí, hoy he hecho el X Marató per Muntanya Marina Alta, y vamos a empezar por lo que rige el mundo: por los fríos números.... 6 horas 20 minutos me he tirado para acabar este maratón, sí, es una auténtica mierda de tiempo, lo sé, pero yo estoy hasta contento con mi "hazaña", y no, deja de reirte porque no he llegado el último, ha faltado poco pero no...

¿Y por qué he hecho hoy este maratón?....pues sencillo: pensando en Transvulcania 2016, para poder participar debes acreditar una carrera de montaña de más de 40k y llevo yo una temporada....entre lesiones, esguinces, y vagancia, me pongo menos el dorsal que Tarzán el frac. La gran putada es que me he presentado en Gata de Gorgos con muy poco entrene, realmente llevo saliendo por el campo un mes y algo, y lo más largo que había hecho era la media de Mamova....vamos, que tenía todos los puntos para la gran petada.

Y no olvido algo que hoy ha sido fundamental: el calor, el infernal y asfixiante calor, a las 07'30 ya estábamos a 21-22 grados, y luego ha ido subiendo hasta superar con tranquilidad los 30 durante toda la carrera....he pasado casi más calor que en aquella MIM de hace 3 años, de hecho aún sigo bebiendo cómo un cosaco porque desprendo calor, soy un Xmen igneo. ¡Coño!, se me olvidaba contar que hoy ha sido mi primer maratón de montaña desde hace muuuuucho tiempo sin mariconadas: ni compresión, ni geles, ni bastones, ni pollas en vinagre....solo la mochila con mucha agua y sales y magnesio para reponer lo perdido con la sudada....a ver, que no se me ofendan los que usan mariconadas, yo también las usaba, pero me ha entrado una crisis y mi ídolo es el Kupricka ese...en cuanto se me vaya la barriga prometo correr sin camiseta...lo del pelo largo ya lo veo más jodido.

Vale, la carrera.....a ver cómo lo digo con finura......los organizadores son un poco "bruticos" y tengo la sensación de que disfrutan metiendo al personal por lo peor para que no se vayan con la sensación de haber corrido algo light...son los mismos que organizan la Perimetral a Benissa, carrera que hice el año pasado y que también se las trae, de hecho, un tramo de hoy era el mismo pero en sentido contrario al de la Perimetral. El perfil no es muy allá, los fríos números nos dicen que es un maratón "fácil", el problema es que al menos a mí, me faltan los sitios para poder correr sin romperme una pierna o despeñarme....zonas de piedras afiladas tipo cuchillas de afeitar donde tenías que ir saltando de una a otra, una cuesta de hormigón que debería de tener un 45% o más porque casi te toca usar las manos, he subido y bajado unos 500 millones de bancales....que sí, que al principio hacen gracia, pero cuando llevas 30 kms en las piernas y te toca subirlos para salvar un gran escalón, de pronto notas cómo algo que se tensa y te dice "holaaaa, soy tu isquiooooo, cómo sigas haciendo el chorra te vas a enteraaaaar"; también he pasado cómo unos 20 o 30 mini "barrancos de la Viuda" cómo los del MIM, donde el calor era bestial y donde no me atrevía a trotar por miedo a joderme de nuevo el tobillo...por no decir, que tenía tramos de gravilla donde te hundias....y para colmo, sombras pocas, realmente muy pocas, por lo que el sol cayendo a plomo hacía estragos sobre mi neurona.....del km 25 al 28 he tenido un bajón mental muy fuerte, se ha encendido el piloto de "¿y tú qué cojones estás haciendo aquí?" pero he aguantado el tirón.......y para acabar, la carrera no pasa por ningún pueblo, es decir, sales de Gata y vuelves a Gata, pasas por alguna zona de chalets y poco más, por lo que personal pues poco (no me extraña con la que caía). Vamos, que la combinación de todos estos factores: mala forma física, calor infernal y circuito duro, han hecho que lo haya pasado un poco mal, pero en fin, a cabezón pocos me ganan y al final he llegado sano y salvo a meta.

Y en meta se ha producido un milagro....resulta que mientras corría y me deshidrataba, solo pensaba en cerveza+limón.....conforme mi neurona se calentaba más, la cerveza ha desaparecido de mi mente y solo pensaba en un gran vaso de limón granizado.....y cuando entro en meta, veo dos rulos de esos llenos de limón granizado....no sabía si era un espejismo, si estaba delirando, pero al acercarme a la barra me he dado cuenta de que era real....joder, me he puesto hasta el culo de vasos de limón....el mejor que he tomado nunca.

Y eso ha sido todo....a ver, la carrera es bonita, ves el mar, el Montgo, el Peñon de Ifach.....y es dura pero la gente ha hecho unos tiempazos, lo cual me dice que el flojo soy yo. Os dejo con unas fotos mu bonicas: una tomada al llegar a las 6 y pico, otra con Marcello Burzio, un corredor que he conocido esta mañana y que me ha parecido todo un crack, y la del termómetro de mi coche al acabar la carrera.....

Gracias a tod@s los que habéis estado pendientes de mí, muchas gracias.

Y yo al campo no vuelvo ni a por setas.....

Chiva 2015: lo que pudo ser, y fue

Publicado en Facebook el 7 de Diciembre de 2015


Chiva 2015: Lo que pudo ser, y fue

La verdad es que con Chiva me pasaban dos cosas, por un lado me infundía un terrible respeto porque ya la hice en 2013 y conocía lo dura y rompepiernas que es, por otro, tenía ciertas ganas de “revancha” ya que entonces, tuve problemas musculares desde el km 22 y lo pasé francamente mal, muy mal. Bueno, al lío…

Suena el despertador a las 4’30, ya sé que es muy pronto pero yo soy muy lento y necesito mi tiempo. Desayuno, me meto un par de vídeos motivadores, hago mis dos visitas preceptivas a Roca, me cambio y salgo de casa rumbo a Chiva, y cómo no, en mi coche suena a todo trapo el MTV Unplugged de Bunbury, mi última compra y mi último deleite…y entre su música y mis alaridos, a la que me descuido ya estoy aparcando. Para mi sorpresa y al contrario que dos años atrás, cuando hacia un frío aterrador, el termómetro de mi coche marca 11 grados y al salir, compruebo que se está realmente bien incluso en pantalón corto. Hago algo de marujing (mi afición favorita y verdadera razón por la que corro), me presento ante gente del Corremon que aún no conozco, saludo a la gente del SOM Passatge, a Marc y Mabel del No Limits, saludo a Jorge Clavel, a Sergio Valiente y a algún corredor más, y cuando me descuido ya estamos corriendo. Entre la penumbra (son las 7 de la mañana y aún es de noche) y entre la marabunta correril, saludo a Sonia y a Vicente del Duristoraris, hablamos un poco acerca de ese fantástico viaje que han hecho a la tierra de los pingüinos, nos preguntamos qué se le habrá perdido a Jose Lillo en el asfalto Castellonil, y tras despedirme me pongo a mi ritmo de crucero.

A los pocos minutos abandonamos el pueblo y nos metemos en los montes, que al fin y al cabo es lo que venimos buscando. Dado que empezamos subiendo, aparece esa serpiente multicolor que tanto me gusta ver: por delante y por detrás la luz de los frontales dibuja una línea zigzagueante que parece tener vida propia; y la vista posterior, y una vez que ganas altura, es fantástica porque tras esa serpiente que queda abajo, se ven las luces cada vez más lejanas de Chiva entre la noche…bueno, es más sencillo vivirlo que explicarlo.

Va amaneciendo y noto que no tengo buenas sensaciones, ni rastro de esa ligereza y esa fuerza en mis piernas que vengo notando últimamente. Enseguida la mente hace su papel, y al tener pensamientos negativos parece que estos atraen los dolores: me duele la cadera y mi gemelo derecho hace cosas raras…me asusto, empiezo a comerme la cabeza, y de pronto llega a mi mente la voz del maestro Luis Alberto Hernando, recuerdo sus palabras en un vídeo que vi hace poco….lo que viene a decir es que cuando entrena pues eso, entrena, y que disfruta y va en un plan “relajado”, pero que en carrera compite y va a ganar. Y de pronto mis dolores desaparecen (cada vez estoy más convencido del poder e influencia de la mente, tanto en lo positivo cómo en lo negativo) y decido que voy a competir….ojo, competir no quiere decir que quiera ganar o pasar a este o a aquel, quiere decir luchar contra mi mismo, salirme de mi zona de confort, y me pongo un lema para esta carrera: “metro a metro”, y es que eso es lo que voy a hacer, luchar cada metro, aunque en esta carrera hay ni más ni menos que 61000 de esos metros, por lo que la lucha no será nada fácil.

Me pongo a mi ritmo trotón, intento seguir trotando en las cuestas suaves aunque en cuanto el terreno se empina más ando, bueno, más que andar escalo, incluso a veces casi me arrastro, porque las cuestas en Chiva son bestiales. Paso el primer avituallamiento, como y bebo algo en plan rápido y sigo. En esta carrera he decidido seguir con mi política de “cuanto menos química mejor” y solo llevo gominolas y una bolsita con almendras, nueces y cereales (de chocolate, que ese es mi vicio), y bueno, llevo también un par de croassants rellenos de chocolate dentro de mi mochila (aunque llegaron a meta intactos). Cómo bebida, agua e isotónica de la de toda la vida, el “Powerade” azul (que también llegó casi intacto a meta). La única química que llevo es la que me repondrá de lo que pierda: sales y magnesio para mantener el equilibrio hídrico de mi cuerpo, nada más. Bueno, dejo el avituallamiento y sigo chino chano, y cómo es lógico pasa lo inevitable….dentro de mi cerebro alguien le da a la tecla de “play” y empieza a sonar el Bunbury…la canción que mi cerebro ha elegido es “Dos clavos a mis alas” y ale, a escucharla…”…no he buscado enfrentarme con nadie, sé que puedo vivir unos días sin aire”....y luego el estribillo: “pon dos clavos en mis alas, cemento en mis zapatos, y tírame al mar”……y bueno, me gusta este tío, en realidad me vuelve loco, pero esta canción no es la más “movidita” para una carrera de montaña y no creo que me de mucha vidilla, pero no hay forma, suena una vez, y otra, y otra, y otra…

Y mientras escucho la canción, ya estoy llegando al control del 15, donde están mis compañeros y compañeras del Corremon. Paso bastante desapercibido ya que he llegado en hora punta y aquello está lleno de ansiosos corredores con ganas de beber y comer, aun así me saludan y me dan ánimos algunos de mis compañeros de club, y de pronto mi amigo Jose Manuel, al que hace mucho que no veía, se da cuenta de mi presencia….luego me dijo que es que no me había conocido, y es que cómo cambio tanto de camiseta, es difícil hacerlo…me alegro muy mucho de verlo, me despido de todos, saludo a Roberto que está sentado junto a la maquinucha esa que controla los chips, e inicio la subida por una cresta que me encanta, y que este año puntuaba en plan cronoescalada para quien tuviera ganas y fuerzas para zumbar, que no era mi caso. Conforme voy subiendo escucho un cencerro y gritos de ánimo a los corredores, por un momento me recuerda a esos vídeos que he visto de UTMB donde animan así a los corredores; llego a lo más alto y allí veo que al mando del cencerro están otros dos compañeros de Corremon a los que felicito por la animación, y sigo para abajo….y bueno, sabiendo que ya no voy a ver a nadie más conocido (eso creía yo) paso a modo “estoy un poco triste” y sigo corriendo…. (“pon dos clavos en mis alas, cemento en mis zapatos, y tírame al mar”)…sí, la canción que se repite una y mil veces……

Van pasando los kilómetros, sigo con mi ritmo trotón que a muchos les parecerá de risa pero a mi me supone un sacrificio porque no me doy respiro ni para coger aire, y poco a poco me acerco a una de las zonas que más miedo me dan….la subida al cerro de no sé qué pijo (es que no me sé el nombre, yo le llamo el de la Cueva), antes de empezar leo el cartelito que me indica que me enfrento a una subida del 37%...y es que aquí son tan “graciosos” que te ponen cartelicos antes de meterte en el jaleo, donde te dicen cómo se llama esa monstruosidad que has de subir y que tienes frente a ti, y el porcentaje….y por cierto, casi todo es malo…la senda de “los malos pasos”, la no sé qué de “mal cuento” (esto me lo acabo de inventar), pero que vamos, cada vez que lees cómo se llama y el porcentaje, a ti se te pone una “mala hostia” impresionante. Subo cómo puedo, tirando de la cuerda en dos zonas, cagándome en todo, (“pon dos clavos en mis alas, cemento en mis zapatos, y tírame al mar”), y cuando ya estoy casi arriba del todo, y sin ningún calambre (hace dos años en este tramo una pierna ya me dijo que tururú y me hizo adquirir el andar de la difunta Lina Morgan), veo a un compañero de Corremon, Jose Luis, y el muy cabrito sube que se las pela. Llego arriba, troto lo que puedo, y veo que Jose Luis anda mucho, por lo que conservaremos la distancia……sigo corriendo, van cayendo los kilómetros, y en un momento dado de subida fácil y trotona, y sin buscarlo, alcanzo a Jose Luis. Me dice que le ha dado un tirón; llegamos más o menos juntos al avituallamiento de la “albóndiga” (la fuente se llama más o menos así, más menos que más), cargo las pilas, me despido de Jose Luis e inicio la subida del Pico Yerbas, el más alto de la carrera….al principio hay un tramo bestial, con escalones de madera, voy a cuatro patas tratando de ganar altura, luego la cosa se allana algo (rondaba el 20 y pico %) y subo más o menos bien por pista (“pon dos clavos en mis alas, cemento en mis zapatos, y tírame al mar”)…joder, estoy hasta los cojones de la canción, intento cambiar, pero para mi desgracia llega otra de Bunbury aún más lenta, una tipo ranchera, “Ven y camina conmigo”: “…ven y camina conmigo, quiero ser testigo, ver lo que sabes haaaaacer…que yo no te fallo, ni falto al respeto, y mi palabraaaaaa es de ley”. Ahora sí que la hemos jodido pero bien, si la otra canción me daba ganas de todo menos de correr, esta me da ganas de sentarme bajo un árbol con un tequila en la mano….pienso ingenuamente que se irá, pero no, me acompañó hasta meta….¡¡¡ándele!!!

Bueno, pues que subo al Yerbas bastante bien, empiezo a bajar por pista, luego bajada bastante radical por terreno técnico (vamos, mi hábitat cómo corredor de montaña), bajada larga y dura porque ya llevo casi 40 kms en las piernas y retener duele, y mucho, bajamos, casi un kilómetro de demoledor asfalto, y de ahí al interior de un barranco lleno de cantos rodaos, de pedruscos húmedos y resbaladizos, y de ramas asesinas…..empieza a apretar el calor y yo empiezo a venirme abajo de coco …(”que yo no te fallo, ni falto al respeto, y mi palabraaaaaa es de ley”)….sí, la ranchera sigue sonando, su puta madre…..y yo me sigo viniendo abajo, creo que necesito azúcar y le meto a la gominola…llego al avituallamiento y bebo dos vasitos de cocacola para que se me vaya la sensación de falta de glucosa, me encuentro realmente mal de coco, hace calor y sé que me espera otro subidón bastante largo. Empiezan los pensamientos negativos del tipo “¿qué coño haces aquí?”..¿qué necesidad tienes de sufrir tanto?”, pero uno que es muy tacaño y ha pagado, quiere ver rentabilizado su dinero, por lo que decido empezar la subida……sí, voy mal, empiezo a tener amagos de calambres y me empiezo a acojonar, siento rabia, porque después de lo que he sufrido si ahora me tengo que retener por culpa de los putos calambres me voy a hundir, y mientras pienso todo eso, otros corredores me van adelantando lo que me hunde mucho más. Cuando he ganado cierta altura veo a Jose Luis subiendo, parece haberse repuesto porque sube cómo un cohete (…”que yo no te fallo, ni falto al respeto, y mi palabraaaaaa es de ley”) y yo cada vez peor….llego a una especie de llanote, sé que me queda algo más de subida, bastante más suave, hasta coronar, y empiezo a trotar…vale, amagos de calambres pero no llegan, puedo trotar, y troto todo lo que puedo hasta que llego arriba, y de nuevo pista y a trotar…

Más bajada (sí, aquí subes y bajas todo el rato, llano, lo que se dice llano, más bien poco) y ahora entramos en una zona de sube-baja suave pero por pista…en una bajada muy pronunciada y pedregosa, un corredor con el que voy haciendo la goma se mete una hostia importante. Me paro a auxiliarlo, dice que está bien y le ayudo a levantarse, cuando me está dando las gracias oigo “Jesús”, y miro para abajo y veo a mi amigo Jota. Me cuenta que tiene problemas en una rodilla, que le ha pasado cómo en MIM, y que no puede correr. Hablamos y me dice que tire, que el se arregla, y me voy triste porque Jota llevaba un ritmo alucinante y sé lo que jode que algo inoportuno te obligue a ir más despacio….y lo sé porque hace dos años me pasó algo así en este mismo lugar. Aun no he empezado a correr de nuevo, me tocan la espalda y me encuentro con Jose Luis, bastante recuperado. Vamos juntos hasta el siguiente avituallamiento, seguimos juntos, pero en la primera cuesta “seria” que nos encontramos me dice que no puede, que con el tirón tiene que andar, que haga marcha, y efectivamente hago marcha (…”que yo no te fallo, ni falto al respeto, y mi palabraaaaaa es de ley”)…ya voy cantando hasta lo de “mi palabra es de ley” porque es pegadizo, o a mí me lo parece en esos momentos, supongo que la mezcla de agotamiento y calor va haciendo sus efectos. Y bueno, descubro que puedo trotar bastante, en “llano” (por llamarlo de alguna forma) puedo ir a 5 y poco y subiendo troto, más lento pero troto. Y de pronto llegamos a la sorpresa final, en el km 53 y por si no te hubieran machacado ya bastante nos encontramos con……(redoble de tambores): El Morón.

Sí, la puta subida al puto Morón…..¿y qué es el Morón?...pues os pongo en antecedentes…..tras 53 kms con más de 2200 metros de desnivel positivo en tus piernas, y otros tantos de bajada, entonces te encuentras con una pared que llega a superar el 50% de desnivel. No es muy larga, pero es eso, una pared. Para colmo y tonto de mi, se me ocurre mirar hacia arriba….recordaba una subida terrible y luego un desvío por sendero a la derecha mucho más suave al coronar, pero ahora veo que en la pared rocosa de lo más alto hay algo naranja que se mueve, y veo siluetas de corredores que al llegar arriba, giran a la izquierda, se acercan a esa pared y a esa figura, y luego desaparecen…sí, desaparecen, literalmente. Empiezo a pensar que el sol ha fundido mi neurona, que el agotamiento se ha cargado algo por dentro de mi cabeza, e inicio la subida (…”que yo no te fallo, ni falto al respeto, y mi palabraaaaaa es de ley”)….que sí joder, que tu palabra es la ley, pero ¡¡¡cállate de una puta vez jodeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrr!!!

Inicio la subida, a tramos me ayudo de las manos, me resbalo dos o tres veces y me doy de morros contra el suelo (que queda muy cerca de mi cara, normal, con esa inclinación) y de pronto escucho un alarido “vamos Peleeeeeeee”, miro para abajo y veo algo que sube hacia mi a una velocidad de vértigo, es impresionante….pasa a mi lado y casi me lanza al vacío con su estela…¡¡¡es Jota!!!.....lo maldigo, me cago en todos sus ancestros, no le lanzo una piedra porque no tengo fuerzas, y de tenerlas, ya se encontraría fuera de mi alcance porque el muy cabrón ya está casi arriba…..llega arriba, gira a la izquierda y desaparece…¡ay mi Jota que me lo han abducido los marcianos, con lo que yo le quería!

Por fin estoy arriba, giro a la izquierda, marujeo con una fémina que estaba haciendo “la corta” (vamos, llamar “corta” a una carrera de 33 kilómetros no tiene perdón de Dios) y poco a poco me voy acercando al peñasco donde la gente desaparece…veo a un corredor, se acerca y ¡zas!, ya no está. Cagado de miedo llego y descubro el “truco”: hay una chimenea de piedra (dos paredes paralelas) que hay que escalar por el interior, pero ojo, escalar de verdad, no es una forma de hablar. Cómo ayuda hay una cuerda en el primer tramo y una cadena en el segundo. Esto sería algo que me encantaría si no llevara semejante kilometraje y desnivel en mis piernas, pero a estas alturas es el remate a una tortura maquiavélica….empiezo a trepar pensando que en cuanto estire una pierna se va a agarrotar, pero no, subo de cine. Llego arriba y veo a Jota por la montaña de enfrente, va cómo un misil, empiezo a correr y me digo “este mariconazo me va a hacer sufrir para alcanzarlo”…..y pasados un par de kilómetros lo alcanzo, pero lo hago porque él tiene problemas para correr de nuevo. Charlamos un poco, estamos ya a cuatro kilómetros de meta, nos queda una cresta en bajada y un kilómetro final por el pueblo, llevo idea de acabar juntos, pero me dice que me vaya. No me quería ir, pero veo que intenta forzarse para correr bajando, y cómo sé lo que se siente al querer forzar para seguir a alguien, y lo mal que se pasa, decido marcharme. Me voy triste, triste por él, porque sé que está fortísimo (la pasada que me pegó subiendo lo demuestra) y sé lo que jode no poder correr cuando tú estás fuerte, pero sigo e inicio la bajada por una cresta muy chula. Le meto caña, mis piernas están bien y disfruto bajando, voy pasando a muchos corredores de “la corta”, y en un estrechamiento veo a un corredor con la camiseta del SOM que se aparta y me deja paso, yo lo he reconocido, él a mi no. Me paro frente a él, me reconoce y nos damos un fuerte abrazo…yo le doy un beso, y es que joder, tenía muchísimas ganas de encontrarlo de nuevo, me he emocionado y todo….es Toni Prats, una excelente persona y gran corredor, por mucho que él lo niegue. Me dice “sigue y espérame en meta” y salgo zumbando hacia meta, pletórico, con un subidón bestial…, llego a la “civilización”, veo un cartel “meta a 1 kilómetro” y empiezo a correr realmente rápido (ojo, hablamos de mi ritmo y nivel)….voy pasando a corredores, nos meten por un paso elevado para esquivar las vías del tren, y descubro maravillado que subo trotando sin problemas, bajo, empiezo a callejear…..

…(unas horas antes había tenido un presentimiento, bueno, realmente era una certeza que no tenía explicación, pero lo había presentido….estaba convencido de que mi mujer y mi hija estarían en meta, ellas no tienen coche porque me lo había traído yo, pero sabia que las habrían traído mis padres)…

……..bajo, empiezo a callejear, el kilómetro que no acaba porque ya llevo 1200 metros de sprint y ni rastro de meta, al girar en una calle veo a Chiri y a Sofia del SOM, que al verme se ponen a chillar y a animarme, nuevo subidón, llego a una plaza que conozco y sé que en el siguiente giro está la meta, acelero al máximo, y al girar y encarar la meta veo a mi mujer y a mi prima (que está esperando a Jorge, su marido) aplaudiéndome, y de una calle de la izquierda sale mi hija corriendo junto a otro niño (casi tropiezo con ellos) y en esos momentos veo cómo todo pasa a cámara lenta….en ese instante solo sé que abro los brazos, que me siento feliz, en paz, en éxtasis, y cruzo la meta saboreando cada segundo mientras escucho a través de los altavoces de la organización mi nombre y el nombre de mi club.

Estoy emocionado, mucho, se acerca Maya de Corremon y luego Noe y me felicitan, segundos después llegan mi mujer y mi hija…..realmente no sé ni qué decir, después de tanto sufrir lo he conseguido, y lo que iba a parecer algo triste y soso (pese a mi presentimiento, mi parte racional me decía que nadie me recibiría en meta) ha acabado siendo algo muy emocionante. Llega Toni, llega Jota, les abrazo, les beso, saludo a la gente de Corremon, a los del SOM, a Marc y a Mabel, a mi prima….bueno, disfruto el momento, y poco a poco todo va volviendo a la calma, poco a poco se acaba ese sueño.

Mientras corría, en los peores momentos, me preguntaba si tenía sentido sufrir tanto; pensaba en ese reto que tengo en Marzo, que supondrá correr el doble de distancia de la que corrí ayer en Chiva. Me decía que en carreras más cortas me lo paso muy bien, que puedo arriesgar más con los ritmos porque la distancia te da más margen si te equivocas, me preguntaba para qué tanto pasarlo mal. Pero cuando vi ese cartel de “meta a 1 kilómetro”, desde ese preciso momento hasta que ya en meta, mi corazón volvió a latir con más lentitud porque ya había llegado y disfrutado del momento y de los abrazos, en todo ese tiempo volví a encontrar la razón y el sentido a tanto sufrimiento. Vale la pena pasarlo tan mal para poder recibir semejante recompensa que no se paga ni con todo el oro del mundo. Es cómo un orgasmo, es puro éxtasis, es haberte demostrado que has sido capaz de superarte, que te has vencido, que tú has ganado la competición.

Al final llegué tras 8 horas y 27 minutos, quedé el 75 clasificado de la general y el 20 de mi categoría. Hice 1h 5m menos que hace dos años, vamos, que acabé contento.

Y colorín colorado este coñazo se ha acabado, desde aquí dar las gracias a todos y cada uno de los que ayer me hicisteis sentirme tan requetebién, empezando por mi mujer y mi hija, y siguiendo con la gente de Corremon, del SOM, del No Limits, del Duristoraris, mi prima, Jorge, mis padres, mis amigos de ese grupito de wachap de ultreros que compartimos, Sergio, Rafa Tamarit padre….bueno, seguro que me dejo alguno, pero no es mi intención….gracias, de corazón, un millón de gracias.

CSP 2013

Publicado en Facebook el 14 de Mayo de 2013



Recuerdo exactamente cuando empezó todo: a las 04’00 horas del 12 de Mayo de 2012. Fue en ese preciso momento cuando Rafa me recogía en su coche rumbo a Castellón. El motivo del madrugón y del viaje no era otro que tomar parte en la MIM (marató i mitja) Castelló-Penyagolosa, 63 kms de carrera a través de las montañas de toda la provincia. Yo jamás había corrido tanta distancia, y la MIM era algo a lo que siempre le había tenido muchísimo respeto. En el coche también viajaba José Luis, un excelente corredor que iba a tomar parte en la primera edición de la CSP115, una carrera que empezaba y acababa en el mismo lugar que la MIM, pero cuyo recorrido era de 115 kms. Recuerdo que nos comentó que le podría costar unas 24 horas hacerla, y yo, cuando me olvidaba de mi miedo a esos 63 kms que me esperaban, pensaba en que José Luis seguiría corriendo 24 horas después al momento que estábamos viviendo, que mañana a las 4 de la mañana aún seguiría corriendo…..para mí era algo que sobrepasaba cualquier pensamiento lógico, era algo inalcanzable y que ni me planteaba.

Sin embargo todo cambió cuando posteriormente, y una vez finalizada mi primera MIM, vi este vídeo que te dejo que la organización de la carrera había editado días después. En dicho vídeo salen escenas de las dos carreras, pero si te fijas, casi al final, aparece una imagen que se grabó en mi cabeza y que he visto mil veces: en la noche aparece un corredor desenfocado, con su frontal y sus bastones, y luego más corredores en la noche. Desde ese preciso momento tuve clarísimo que yo quería ser uno de esos corredores, y que no iba a parar hasta conseguirlo.

Muchas cosas han pasado desde ese 12 de Mayo de 2102 hasta hoy, 13 de Mayo de 2013; la primera fue ese diagnóstico de hernia y protusión discales que casi me dejan seco y que me obligaron a estar un mes de recuperación, unas lesiones que me hicieron temer que lo del correr se iba a acabar. La segunda, que hoy puedo decir con orgullo que he completado la CSP115, este año, con 3 kms más “de regalo”.

11 de Mayo de 2013: estamos en la UJI (Universidad Jaime I) de Castellón, rodeados de miles de corredores y corredoras ataviados a lo Kilian Jornet, son las 5 de la mañana y entramos en las pistas de atletismo a pasar el control de salida y revisión de material obligatorio en las mochilas. Justo cuando entramos empieza a sonar el “Thunderstruck” de los ACDC, para mí sin duda alguna, un gran presagio. Se dio la salida, emotiva cómo siempre, y fuimos el grupito de cuatro amigos más otros dos que iban a hacer la MIM en plan cachondeo, chistes y cosas así. No habían pasado ni dos kilómetros cuando me pasa algo que sé que es materialmente imposible: siento cómo mi cuádriceps derecho hace amago de montarse……ya digo, es totalmente imposible porque aún no hemos corrido nada y porque me he metido entrenes de 40 kms sin molestias, pero ahí está…afortunadamente, debió ser cosa de los nervios porque tal y cómo vino se fue….y en resumen, esa fue la principal molestia que tuve durante los 118 kms.

Tal y cómo era de esperar, el grupo CSP se rompe a los pocos kilómetros: Rafa y Jose Vicente se van y yo me quedo con Jose. Van pasando los kilómetros y cuando llegábamos a un avituallamiento ahí veíamos a Rafa quien nos preguntaba cómo nos iba y se marchaba hasta nuestra siguiente cita avituallil. La última vez que lo vi fue en Les Useres. Conforme van pasando los kms voy dándome cuenta de que voy un puntito por encima más rápido que Jose, no sé, me encuentro pletórico, ya me he metido en carrera y veo que hasta subo bien; llego antes que él al avituallamiento de San Miquel, y allí le espero, tras juntarnos de nuevo y recuperar fuerzas y comer y beber seguimos ante un punto de no retorno: el cartelito que desvía las dos carreras, recto la MIM, a la derecha la CSP. Tomamos el camino de la derecha y de pronto estamos solos. Del casi bullicio de la MIM (tomaron parte unos 2000 corredores) a la soledad de la CSP (creo unos 400 y pico corredores) costó un poco acostumbrarse, pero al poco rato vimos a un grupete de 4 y les adelantamos. La carrera seguía y poco a poco me iba distanciando de Jose….frenaba, lo esperaba y así en varias ocasiones. Llegué a Atzeneta, bebí y comí algo, llamé a mis padres por teléfono, y luego apareció Jose. Tras recuperarse él, salimos de nuevo y a un kilómetro del pueblo o así pues yo decidí seguir mi ritmo y no esperar más. Fue duro para mí, Jose es mi compañero de trabajo, es con él con quien más he entrenado, quería hacer los 118 kms juntos, pero me sentía fuerte, lleno de energía, llevaba mucha rabia (en el buen sentido de la palabra) acumulada, y no podía quemarla esperando a nadie. Tampoco quería agobiarle; sé de sobra que cuando vas frenando a alguien puedes sentirte muy estresado, y en ese momento pensé que lo mejor era ir a mi ritmo, y si él estaba bien, pues ya me pillaría. Cómo buen lector de Coelho, creo en las señales, nos rodean, solo hay que saber interpretarlas, y en el preciso momento en que me marchaba en solitario empezaba a llover y a lo lejos se escuchaban los truenos…una buenísima señal para alguien cómo yo, que cuando mejor se siente es cuando hay tormenta. Y bueno, los kilómetros fueron pasando y yo sentía que volaba, que no me cansaba, de hecho no me paré ni una sola vez en toda la carrera (salvo los avituallamientos claro está) para coger aliento. Llegué a Benafigos y tras comer y beber estuve esperando a Jose un poco pero no llegó, por lo que seguí mi camino. Fueron pasando los kilómetros por unos paisajes absolutamente espectaculares (el tramo Benafigos-Culla es sencillamente brutal, digno del Pirineo) y unas cuestas igual de espectaculares, y llegando a Culla (un pueblo realmente bonito) veo a un corredor andando…conforme me voy acercando me digo “parece Jose Vicente” y cuando llego a su altura dejo de trotar y sí, era él. Había tenido un pequeño bajón por lo que los dos llegamos a Culla juntos (el primer avituallamiento en un lugar cerrado, con mesas y sillas para cenar, masajes, aseos, etc) y allí dimos cuenta de unos platos de macarrones y en mi caso, sándwich de nocilla, chocolate y todo lo que se me puso por delante. Tras mandar algunos wachaps, postear en Facebook y hablar con mi mujer por teléfono, me cambio de ropa (nos habían subido una mochila desde la salida) me pongo un par de camisetas secas, cojo los manguitos para el frío, y a correr de nuevo. El tramo Culla-Vistabella fue realmente especial por varios motivos: por la compañía, por ver cómo poco a poco anochecía en el monte, en un lugar precioso, y nos tocaba encender el frontal; por ver Culla a tomar por el mismísimo culo y pensar “venimos de allí…jooooder” y por la llegada a Vistabella donde a Josevi le esperaba su mujer, Dani, Javier (los corredores de la MIM) y sus respectivas parejas. Pero antes de llegar tuvimos que vadear un rio lleno de agua haciendo equilibrios entre las rocas, subir un cuestón donde tuve el único bajón anímico de la carrera y alguna que otra aventurilla más.

Josevi me comentó que estaba un poco fundido, y decidí hacer cómo con Jose e ir a mi ritmo, aunque solo iba delante de él unos centenares de metros. Desde casa puede verse diferente, pero a esas alturas de la carrera, con casi 90 kms bajo nuestras piernas, y más de 15 horas sin descanso, pasas a modo automático y solo quieres llegar al siguiente destino, reponerte y seguir. Iba subiendo una cuesta cuando de pronto la oscuridad desapareció justo al llegar a lo más alto: las luces de Vistabella estaban ante nosotros. Ese pequeño tramo fue inolvidable, para mí lo más emotivo de la carrera…..antes del pueblo, en la oscuridad de un camino, ya había gente: un grupo de chavales que leían el nombre de tu dorsal para animarte: “bravo Jesús, animo”; al entrar al pueblo igual, todo el mundo te aplaudía, todo el mundo te indicaba por donde debías de seguir….y de pronto, la llegada al avituallamiento, otro pabellón cubierto donde había de todo….imaginad lo que se puede sentir tras haberte tirado horas por el monte, en la oscuridad, y llegar a un lugar lleno de luz, de gente, de calor humano….al entrar todo el mundo me recibió con aplausos y gritos, no sé, en esos momentos te sentías realmente especial, que estabas haciendo algo muy grande. Ya con un nudo en la garganta veo a David, a Javier y a sus parejas, me dan la mano, me felicitan, y en sus miradas y en las de los demás veo algo que me deja a la vez perplejo y a la vez emocionado: me miran con admiración……me preguntan por Josevi, y yo cómo casi no puedo hablar por la emoción les indico que a punto de llegar, y en unos segundos aparece, se repite la escena de los aplausos y yo ya no puedo evitarlo y me pongo a llorar (joder, de hecho estoy llorando ahora mismo recordando la escena). Tras darle un abrazo, él se pone para que le den un masaje y yo me pongo a cenar; es increíble el que absolutamente toda la gente tratara de ayudarte, de hacértelo todo muy fácil, y hasta David fue a buscarme mi vaso de Pepsi (gracias crack!) para que yo no me levantara de la mesa. Cené, me puse las mallas largas y el cortavientos, y cómo Josevi iba a empezar a cenar con sus amigos y parejas, y cómo yo me sentía fuerte, lleno de energía, y en una especie de “éxtasis” montañil le dije: “me voy que me enfrío” y salí de nuevo en solitario a enfrentarme a mi primera noche en una carrera, no sin antes, recibir una nueva sesión de aplausos en el pabellón y comentarios y miradas de admiración.

Mientras salía del pueblo hacia la oscuridad del monte, pasé por un bar donde la gente se puso a aplaudirme de nuevo…por un momento pensé, y así se lo dije a la gente, que menuda tentación dejar de correr y ponerme a tomar cañas….pero la vida del trail runner es dura amig@ y la montaña me esperaba. Me metí en el monte y a lo lejos veía un par de lucecitas rojas, muy delante de mí, esas luces son las que llevamos en la parte trasera de la mochila para que nos vean por la noche, detrás de mí no había nadie. Iba de puta madre, viendo las estrellas (noche despejada sin luna), con mucho frío pero caliente por la ropa y las prisas, escuchando a los bichos y alimañas nocturnas, y el “clak, clak, clak, clak” de los bastones al golpear contra el suelo. Pero poco a poco me iba entrando el sueño, mucho sueño, y decidí sacar el MP3 y darle caña….yo pensaba que no me serviría de mucho, pero la primera canción que sonó (“High Hopes” de David Gilmour en Gdańsk) me hizo cambiar de opinión. Y bueno, volví a encontrarme despierto y empecé a adelantar a mucha gente….la bajada a Xodos fue espectacular, bajando al trote super cochinero pero sin dejar de pasar a gente….y ya puestos, cantando a grito pelao porque estaba eufórico; recuerdo especialmente mis graznidos con el “Feel” de Robbie Williams mientras llegaba al pueblo:“I got too much life, running through my veins..”…así me sentía yo, con mucha vida corriendo por mis venas, y de ahí mis alaridos nocturnos, menos mal que a esas horas de la madrugada y por aquellos sitios ya no habían ni lagartos. La entrada a Xodos también fue muy especial, ya había superado el km100 (no veas la ilusión que me hizo pasar junto a ese cartel) y en el pueblo la poca gente que había a esas horas me decía que no iba ni sudado…..en serio, volaba, estaba cómo si no hubiera corrido ni 100 mts. Iba tan embalao que paso por el control y oigo un “yeeeeee….¿que no quieres tomar nada?”….freno, me giro, y me doy cuenta de que en una planta baja tenían montado todo un restaurante a mi disposición, un buffet libre solo para mí, y con las prisas, me lo había dejado atrás. Entro y los 10 o 12 de la organización se ponen a aplaudirme tras ponerse de pié….joder, qué emoción y por qué no decirlo, qué vergüenza, porque no me gusta ser protagonista y siempre trato de escabullirme de este tipo de cosas (tímido que es uno), pero ahí estaba “rodeado” y no tenía escapatoria:…..”tómate algo”….”¿un café?”….”¿carajillo?”….”hemos hecho tiramisú ¿quieres?”…en serio, alucinante. Al final tomé solo un café para despejarme, una galleta de chocolate, y tras unos minutos de agradable tertulia alguien me dijo: “tienes mucho mérito por hacer algo así, por haber corrido ya 100 kms y estar tan bien”, yo les dije que no, que el mérito era de ellos, por estar ahí a las 2 de la mañana esperándome y tratándome así, haciéndome sentir especial, mimado, querido, ellos y ellas sí que son los verdaderos protagonistas de esta historia. Y de nuevo a la noche, al frío, a la soledad…..de Xodos a meta pasé por dos avituallamientos montados en mitad de la nada, todo era oscuridad y de pronto aparecía la luz y el calor y una gente maravillosa que estaba ahí, flirteando con los 0 grados centígrados, calentándose con hogueras y durmiendo a ratos en tiendas de campaña para darte todo lo que tenían. Joder, es que antes de que llegaras ya se te había acercado alguien preguntándote qué necesitabas…..en fin, poco a poco me fui acercando a meta, en unas subidas me adelantaron unos máquinas pero a mí me daba igual porque yo no tenía prisa. De hecho, durante la noche no corrí prácticamente nada salvo en unos tramos de bajada y en pista porque no quería cagarla a última hora con una caída o un tirón. Cuando pasé por el último avituallamiento me dijeron “¿qué quieres?” y les dije “llegar” y ni siquiera paré. Y chinochano pasé el cartelito de los 115 y bueno, volando iba. Cantando a grito pelao, entero, feliz, sabiendo que salvo que me diera un yuyu, me cayera a lo bestia, o se me llevara un OVNI, la meta estaba asegurada, y a mi derecha, por el este, ya empezaba a amanecer…¡qué bonito!....¿qué más puedo pedir?...A un km de meta me crucé con alguien de la organización que subía con un frontal y que empezó a reírse al verme cantar, pero ahí ya no tenía ni vergüenza….¡lo iba a conseguir!

Tras escuchar “Bellísima” de Bunbury y cantarla cómo un poseso (por eso acabé un poco afónico) apagué el MP3 y seguí cantando pero ya sin música. Solo esperaba escuchar un sonido, algo que en el día a día puede ser molesto pero ahí, cerca de Sant Joan de Penyagolosa, es cómo un faro para un marinero: el sonido del generador o cómo se llame el cacharro ese que sirve para crear luz…y sí, de pronto “pbrrrrrrrrrrrrrrrrrrr….”……y de nuevo cómo en la MIM pero con una variante nocturna: puse a tope la luz del frontal y a correr a toda hostia los últimos 500 metros hasta meta. Curiosamente, en ese tramo pasé a un corredor amiguete mío de quien me dijeron que estaba corriendo pero que no había visto en toda la carrera (un abrazo Jose)….y bueno, de pronto ves el arco de meta, aceleras aún más, descubres que hay gente animando (y son las 6 de la mañana) y cruzas la meta….¡ya soy finisher!

Y allí vi a Rafa a quien ya no recuerdo si abracé, toqué o qué, me encantó ver su cara de felicidad al verme llegar (él había llegado 5 horas antes, menudo pedazo de atleta está hecho el muy llorón) y de pronto veo a Jose, mi compañero de fatigas y de trabajo. Lo veo vestido de “normal”, y en su cara veo algo raro: tristeza (por él) y felicidad (por mí) a la vez. Me quedo un poco en blanco, no me cuadra que esté ahí cambiado de ropa ya que yo lo dejé detrás, hasta que caigo en la cuenta de que se ha retirado…..en Vistabella se quedó sin fuerzas y decidió no seguir tras 92 kms de carrera, sabia pero dura decisión porque los 26 kms que quedaban hasta meta en mitad de la noche y en un terreno difícil y embarrado no eran para tomárselos a broma; aun así, hizo todo un carrerón porque 92 kms a través de las montañas no son precisamente un paseo, y Jose lleva relativamente poco tiempo corriendo por lo que ¡enhorabuena por lo conseguido!

Y poco más (¿te parece poco?)….es curioso, pero el momento menos bueno para mí fue la llegada a meta, ver lo de Jose me jodió mucho, también pensé que Josevi había abandonado pero no, llegó poco después; no sé, no era así cómo había soñado el final de esta historia pero bueno, lo conseguí, lo conseguimos.
Si con algo me quedo, aparte de con la cantidad de lugares preciosos que he cruzado, es con la gente, con lo maravillosa que es la gente. Porque en un mundo donde solo vemos en los telediarios a políticos corruptos, a terroristas, a asesinos y a demás gentuza, olvidamos por un momento que la inmensa mayoría de la gente son excelentes personas, personas que pueden dártelo todo a cambio de nada. No sé, para mí esto ha sido algo mucho más intenso que lo puramente deportivo, sí, he corrido 118 kms, me he tirado 24 horas sin parar, he visto amanecer, anochecer y volver a amanecer corriendo por el monte, pero lo que llevo más dentro, con lo que más me quedo, es con la gente. Empezando por mis compañeros y amigos en este proyecto: Jose, Rafa, Josevi y posteriormente David y Javier, siguiendo por la gente que organiza esta carrera, pasando por los voluntarios, y acabando en toda esa gente de los pueblos que se deshacía en aplausos y elogios a tu paso. Un detalle: llego a Atzeneta a la hora de comer, entro en el pueblo y hay dos niños jugando al fútbol….me ven, dejan de jugar e inmediatamente se ponen a aplaudirme….¿no es para emocionarse?

En fin, que aquí acaba la historia. Todo me ha salido bien, mi espalda no me ha dado la más mínima molestia (era mi gran temor) y yo he aprendido mucho sobre la gente y sobre mí mismo. Evidentemente, repetiré, lo de correr estas distancias me ha dejado absolutamente loco, lo que he sentido en estas 24 horas ha sido tan intenso que no estoy dispuesto a dejar de seguir sintiéndolo. Lo necesito, me he sentido muy vivo. Gracias a tod@s los que me habéis tenido en mente de una u otra forma, os quiero.

P.D: Joder las ploreras que he tenido escribiendo y recordando muchos momentos, los fabricantes de kleenex se van a hacer ricos conmigo….me estoy haciendo un blandengue del cagarse…

Lo que mal empieza, bien acaba (mi crónica de la Transvulcania 2014)


Publicado en Facebook el 14 de Mayo de 2014

Lo que mal empieza, bien acaba (mi crónica de la Transvulcania 2014)


Pues sí, la cosa empezó fatal, aunque ahora lo pienso y la situación me resulta cómica. Mi hermano y su mujer me iban a recoger el jueves a las 05’45 para llevarme a la Estación del AVE; yo me fui a la cama tras haber preparado concienzudamente mi maleta dejando todo perfectamente ordenado. Suena el despertador, me levanto, meto el neceser en la maleta, y cuando son las 05’25 me dispongo a cerrarla con el candado que el día anterior había comprado en un chino, candado con “arco reforzado” según ponía en el envoltorio. Cierro el candado, y cómo escucho algo extraño me da por meter la llave para ver si se ha cerrado bien….en esos momentos descubro, aterrorizado, que la cerradura se ha roto. La llave no abre, pruebo las tres llaves y ninguna abre, de hecho se ve la cerradura rota. Empiezo a sudar, miro el reloj, no sé muy bien qué hacer….saco la caja de herramientas y empiezo a tratar de forzarlo….nada, el arco sí que está reforzado sí, no hay forma. Los minutos van pasando, me duelen los brazos de tanto hacer fuerza tratando de abrir el puto candado, pero no hay forma. A la desesperada bajo al garaje, cojo otra maleta, subo a casa, y con unas tijeras destrozo la maleta inicial y saco todo de su interior en plan bola y lo meto en plan bola 2 en la otra. Y busco un candado y mira por donde encuentro otro (de los chinos también) que uso cuando voy al gimnasio….¡problema solucionado!


Mientras me llevan a la estación les cuento la película y se mean de risa, ya allí, desayunamos y me subo al AVE por primera vez. A la que me descuido estoy en Madrid, porque el bicho ese anda cómo la hostia. En medio del gentío consigo encontrar el tren que me llevará a la T4 y en otros 30 minutos ya estoy en Barajas. Para no variar, mi vuelo aún no está anunciado, por lo que me dedico a deambular, a desayunar por segunda vez, y a observar al personal. Me fijo que entre las miles de personas que van y vienen, hay gente con rasgos similares: zapatillas de trail, mochilas de hidratación, GPS en las muñecas…..algo que me dice que van donde yo voy. Mis sospechas se confirman cuando el vuelo a La Palma se anuncia: diría que el 95% de los pasajeros son corredores de trail dispuestos a vérselas con la Transvulcania.


En el avión voy con una pareja que en principio, me daban la sensación de no ser corredores (iban vestidos “normales”), posteriormente me cuentan que sí y que él va a hacer la ultra. Charrando de carreras y de estas cosas nuestras, ya veo por la ventanilla la pista de La Palma y me acojono un poco porque es muy pequeña…cómo este piloto no apure me doy el primer bañito de la temporada…pero aterriza y apura cómo las maquinillas de afeitar que anuncian por la tele. Al aplauso ese que muchos dan cuando se aterriza (lo odio), le sigue un clamor gritando “Transvulcania, Transvulcania” que me hace recordar a las tribus salvajes.


Cojo el coche de alquiler, llego a mi apartamento (precioso y gigante…demasiado apartamento para mí solo), me “disfrazo” de guiri con mi pantalón corto y mis sandalias, y me voy a por el dorsal porque sé que el viernes esto será un hormiguero. Lo recojo, me doy una vuelta, y llega la hora crítica para mí: la de ir a cenar a algún sitio. Y digo crítica porque siempre que salgo de viaje y veo a alguien comiendo o cenando solo pienso “pobrecito, nadie le quiere acompañar”, y ahora el pobrecito soy yo. A punto estuve de irme al apartamento y comerme un bocata, pero al final me decido y entro en una pizzería, donde todos me miran pensando “pobrecito, nadie le quiere acompañar” pero a mí se me olvida tras una cerveza y un chupito. Y a dormir, sabedor de que iba a ser la única noche de buen dormir allí.


A la mañana siguiente, tras un espectacular desayuno, llamo a Eduardo y me confirma que él y Javi ya están en el aeropuerto. Cojo el coche y me voy a verlos, feliz ya de no estar solo. Cómo el avión de los Setabenses viene con retraso, finalmente nos vamos los tres con mi coche a Los Llanos de Aridane, ya que es allí donde todos se alojan. Tras medio arreglar el tema de sus habitaciones allí, nos metemos en un supermercado-bar a almorzar, dándonos una alegría cuando nos dicen que los bocatas son a 1’80 euros. Me tomo una cerveza, alguno se toma tres, y enseguida aparecen los corredores de Xátiva que se unen al almuerzo. Posteriormente volvemos a Los Cancajos a recoger a los dos miembros de la expedición que faltaban, y tras recoger dorsales nos vamos a comer……ay la comida…teníamos mesa a las 14’45 y empezábamos a comer a eso de las 17’00….tal era el jaleo de gente que allí se congregaba. Entre risas, cervezas, farolas que se caen de manera espontánea, puros canarios, y cánticos de algún aprendiz de tenor, pasamos un rato realmente agradable, una comida que siempre recordaré. Luego ellos vuelven a sus guaridas y yo vuelvo a mi soledad. Esta vez no me voy de cena porque la comida había finalizado a las 6 y pico y yo estaba hinchado. Algo de fruta y a la cama, que aunque me quería dormir pronto, los nervios (y el concierto que estaban dando los de La Unión en la Feria del Corredor) me impidieron dormirme a una hora decente.


La alarma debía de sonar a las 2 de la mañana, pero a la 01’40 ya estoy despierto. Me levanto de la cama y empiezo a preparar lo que me falta: llenar botellas, distribuir material en la mochila, vestirme de “corredor”, etc. Desayuno, hago mis dos visitas preceptivas a Roca, y me voy al armario. Sí, me voy al armario porque dentro del mismo están los protagonistas de muchos quebraderos de cabeza durante las semanas, días y horas previas a la carrera: mis bastones. Sé que son de gran ayuda, que te ahorran fuerzas en las subidas, sé que la última carrera que hice sin ellos (Chiva) fue un desastre, pero aun así, siento que no debo llevarlos. Ya sé que suena raro, pero Transvulcania era algo con lo que soñaba desde hace mucho y no quería que hubiera nada “físico” entre ese recorrido y yo, quería hacerlo sin más ayuda que mis piernas, quería hacerlo “puro”, no sé muy bien cómo explicarlo; pero a la vez, era totalmente consciente de mis limitaciones cómo corredor, de mis carencias, de mis puntos débiles (las cuestas), y si Transvulcania tiene algo, eso son cuestas. Finalmente los miro y les digo “hasta luego, no os necesito”, y salgo del apartamento…..


Parece mentira, pero son las 02’45 y todas las calles están llenas de corredores y corredoras andando en una misma dirección: a la parada de Guaguas (autobuses en Canario). Y a cada paso que doy me voy cagando más de miedo porque diría que el 80% de esos corredores llevan bastones, y los que no los llevan, tienen pinta de máquinas, de devoramontañas. Me subo al bus y a mi alrededor solo veo bastones….estoy a punto de decir al conductor: “jefe, espere un segundo que voy a por una cosa y vuelvo”, pero el autobús arranca y nos ponemos rumbo hacia Fuencaliente. Voy cagado de miedo, cómo un gladiador que está a punto de salir a la arena sabedor de que es un canijo y de que le espera un gigante musculado, aun así intento convencerme de que puedo hacerlo sin bastones: ”tú eres capaz, tú eres capaz” repito en mi mente cómo un mantra, y llega un momento en que me lo creo y me relajo. La relajación dura poco, ya que al rato, entre las nubes que hay por debajo de la carretera por la que circulamos, veo el Faro de Fuencaliente.


Ese Faro entre la niebla, la luna, la oscuridad….y están muy abajo. Quiero decir que sé de sobra que todo eso que estamos bajando lo voy a tener que subir dentro de un rato….y mi miedo se convierte en pánico. Aparecen unas luces azules destelleantes de la Guardia Civil que están cortando el tráfico, la guagua se detiene, se abren las puertas, y bajo a un mundo soñado y a la vez temido: la salida de Transvulcania. Me recibe con un viento huracanado, frío, y con miles de granos de arena volcánica que se clavan en mi piel. Busco a los valencianos en el Faro, donde habíamos quedado, pero no están. Busco refugio detrás de unos muros de piedra porque el viento es muy fuerte y porque el frío es intenso….son las 4 de la mañana y o me refugio y me siento, o lo voy a pasar mal. Me siento junto a una pareja de mexicanos, mientras trato de hacerme con mis amigos vía móvil….ná de ná…o están apagados o no los cogen. Asumo de nuevo mi soledad, dejo la bolsa que me llevarán a meta, y bajo hacia la zona de salida, con la inmensa suerte de encontrarme con Eduardo. Posteriormente nos vamos encontrando con los demás, y al juntarnos los 8 nos hacemos algunas fotillos y pasamos el control de chip. Ya estoy en ese lugar soñado, rodeado de más de 2000 corredores que cómo yo, necesitan recorrer esos 73’3 kms míticos. El ambiente es brutal, en la ladera de la montaña se proyectan los minutos que faltan para que empiece la carrera, y el speaker (Depa) va calentando el ambiente anunciando a los corredores de élite que van llegando: Kilian, Emilie, Anna, Timothy, Luis Alberto, Uxue….están todos aquí, toda esta gente que me deja hipnotizado con sus hazañas se encuentra bajo el mismo arco de salida que yo. Y a nuestro alrededor, gente y más gente que se va reuniendo para vernos salir….y eso que no son ni las 6 de la mañana, hace mucho viento y frío, y este Faro está alejado de todo. En un momento dado, el speaker nos dice que encendamos los frontales y que saltemos, que levantemos los brazos…..en esos momentos no puedo ni hablar, tengo un nudo en la garganta, no me pongo a llorar por pura vergüenza, pero en esos momentos dentro de mí solo hay alegría y emoción….las canciones cada vez son más animadas, la gente saltando, todo empieza a ser cómo un acelerón motivacional, un continuo subidón conforme pasan los minutos, una especie de locura colectiva, un ritual para alcanzar el éxtasis que Depa maneja con habilidad…“que saluden los del Faro” grita el speaker y desde allá arriba todos nos saludan….y empiezan a sonar los ACDC…..no sé cómo explicar lo que sentía en esos momentos, era algo mágico, bestial, un subidón tan intenso que desearía tener uno cada día…..no puedo ni hablar de la emoción…y de pronto me veo gritando junto a más de 2000 corredores “8,7,6,5,4,3,2,1….”… y aquello empieza a moverse, la visión hacia detrás y hacia delante es espectacular….miles de luces corriendo…..a los pocos metros llegamos al único “pero” de la carrera: si metes a 2000 personas por un sendero estrecho en el que solo cabe 1, pues se tapona; y sí, se hace un tapón impresionante. Tan impresionante, que cuando salgo del mismo han pasado 13 minutos y solo he recorrido 300 metros…


Y es entonces cuando empieza la carrera de verdad, es entonces cuando nos metemos en la tarea de ascender sin tregua casi 2000 metros en 16 kms; subimos entre la noche por un sendero muy empinado, un sendero de arena volcánica, es cómo correr por la playa pero por una cuesta eterna. No dejo de mirar arriba y abajo viendo ese sendero de luz que vamos dejando con los frontales; y pese a las horas que son, y el mal tiempo, aquello está lleno de gente de La Palma animándonos. He ido a carreras con buen ambiente, pero esto no lo había visto jamás, y todavía no sabía lo que me esperaba. Seguimos subiendo, esta vez por pista, y para mi sorpresa veo que puedo correr cuesta arriba…¡y sin bastones!....no obstante voy muy suave porque sé que me queda mucho por delante. Al rato empiezan a pasarnos los del medio maratón, que habían salido a las 06’30 del Faro…¡cómo corren los de la élite!....de nuevo un sendero estrecho y llegamos a Los Canarios. Allí, pese a que son las 7 de la mañana, no cabe nadie más en las calles para animarnos…..no sé, te hacían sentir cómo si fueras tú el que iba el primero, era absolutamente increíble lo que esa gente hacía….vamos, difícil andar, aunque allí las cuestas eran muy duras. Salimos del pueblo y pasamos por unas subidas tipo escaleras realmente duras, y poco a poco vamos subiendo y metiéndonos en zona de bosque y luego zona tipo volcán pelado. Mis piernas funcionan al 100% pero las cuestas no dan tregua, vamos ganando altura y observo algo también nuevo para mí: nadie habla. La gente va concentrada en subir y nadie tiene ganas de malgastar sus fuerzas en hablar, el viento “colabora” soplando en contra (lo que endurece la subida) y quitándote toda la energía que pudieras tener. Voy viendo paisajes que he visto mil veces en fotos, veo el Océano, el mar de nubes, el Teide, dos islas más (creo que el Hierro y La Gomera)….es alucinante el paisaje. Llega un momento en el que miro para atrás y me quedo hipnotizado al ver una montaña y un sendero que yo tenía puesto de protector de pantalla en el trabajo…¡estoy aquí!....impresionante.


Seguimos subiendo y me encuentro con Sergio. Tiene buena cara, nos hacemos una foto y me dice que solo Javi va delante de mí….me despido y me pongo a correr porque hay un trozo cuesta abajo. Empezamos otra subida larga, muy larga, no sé si sería la que llaman “El Reventón” pero a mí casi me revienta. Era muy empinada y la superficie era tipo gravilla, pero volcánica. Conforme pisabas te hundías y la sensación era de no llegar nunca arriba. Llegamos, otro avituallamiento, y ante mí otra cuesta que había visto mil veces en fotos….y sí, es tan dura cómo parecía en las fotos. Sigo subiendo, bastante bien por cierto, y aquello se hace llano un poco y me pongo a correr. Y chino chano, y aprovechando las bajadas, llego a El Pilar en 4h 37m. El Pilar es un gran avituallamiento instalado en una zona de picnic, a la vez es la meta de los que hacen la media y la salida de los que hacen el maratón. Allí como, bebo, me pongo la gorra y la crema solar, y a correr de nuevo.


Vienen los únicos kilómetros “medio” llanos, porque en realidad es un sube baja suave al principio, y porque desde aquí hasta el km 50, lugar donde se empieza a bajar, me quedan otros 2000 metros de subida; el paisaje cambia por completo y hay mucha vegetación, flores…realmente bonito. En un momento dado ya se ve la Caldera de Taburiente, y en lo alto, los observatorios del Roque de los Muchachos, el punto más alto de la carrera. Aunque parece que están ahí mismo, sé que quedan al menos 20 o 22 kms para llegar hasta allí. Poco a poco nos vamos metiendo en la cresta, la vegetación va desapareciendo y todo se vuelve más agreste, más “hostil”, y allí casi todo es cuesta arriba, aunque hay algunas bajadas “aprovechables” pero muy técnicas. El paisaje es brutal, no se puede describir con palabras, hay que estar allí para sentirlo y para sentirse tremendamente pequeño ante todo aquello. En un momento dado, el viento desaparece, y en su lugar llega un calor extremo. Empiezo a pasar a gente del maratón, y empiezo a ver a gente que se retira, a gente estirando porque tiene calambres, un corredor vomitando…Transvulcania empieza a enseñar sus dientes. Yo me encuentro perfecto, no me lo creo ni yo. Subo andando pero rápido, adelantando a gente, y en las bajadas corro y adelanto a muchos más. Todo va bien hasta que tras el avituallamiento del km 45 o 46, cuando me quedan 4 kms para el Roque, empiezo a notar que algo me pasa. Primero es con la isotónica: si bebo me entran unas arcadas terribles y mi estómago ruge, por lo que me paso al agua. Conforme me voy acercando al Roque, con el agua me pasa lo mismo….pienso “tu estómago necesita comida de verdad” y trato de mantener el ritmo, aunque el intenso calor, y los tremendos cuestones que nos tienen preparados aquí, me hacen mella. Paso junto a los observatorios (¡¡que pasada!!) y cuando estoy a 10 metros del avituallamiento, me entran ganas de vomitar. Cojo un plato de macarrones y una cocacola, me siento y trato de comer….pero apenas puedo y aquello se hace una bola seca en mi boca. Me noto mal, desorientado, todo lo hago a cámara lenta, creo que estoy entrando en una especie de shock…los corredores a mi alrededor están cómo yo: mirada perdida, algunos con la cabeza entre las piernas…..sí, pienso en retirarme, de hecho casi lo tengo claro porque me siento fatal; esto me encanta pero no quiero poner en riesgo mi salud…pero pienso en mi mujer y en mi hija, en lo que me han apoyado y en esta confianza que han puesto en mí, pienso en mis amigos, en mi familia, en la gente que me lee en el Face, en el sacrificio económico que ha supuesto el que yo esté aquí…..retirarse ahora sería un fracaso total. Consigo mal comer medio plato y pese a que sigo igual tomo una decisión: sigo para abajo….si me encuentro igual de mal, me retiro en el siguiente control.


Del Roque a Tazacorte (pueblo en la playa que es la meta del maratón) hay unos 18 kms de bajada brutal. 2400 metros de desnivel tremendamente técnico y difícil….a estas alturas, es una tortura para las piernas. Yo no lo sabía, pensaba que desde el Roque era un paseo, pero os juro que llegué a echar de menos las cuestas. Empiezo a bajar y al principio solo puedo andar porque me siento con ganas de vomitar. Pese al calor extremo, solo puedo beber pequeños sorbos de agua para humedecer la boca, algo que me asusta porque sé que si no bebo me voy a deshidratar bajo este sol abrasador. Poco a poco, no sé si por los macarrones, o si por ir perdiendo altura y estar menos expuesto al sol, voy sintiéndome mejor. De hecho, vuelvo a correr cómo siempre, y paso a un montón de gente. Vuelvo a ser feliz, el bache ha pasado, pero llegando a El Time me empieza a pasar lo mismo, se ve que con el movimiento que se genera al correr, el estómago se revuelve y vuelven las arcadas. Antes de eso, había visto a muchos corredores tirados bajo los árboles, otros con calambres, a una corredora a la que tuvieron que bajar en helicóptero…en resumen: una escabechina. En El Time veo a corredores en camillas con goteros puestos, aquello más que un avituallamiento parece un hospital de campaña. Pido un protector de estómago y me dicen que no tienen, pero un corredor me comenta que le había pasado lo mismo que a mí y que se le había ido con una cocacola. Pregunto y no tienen cocacola aquí, se les ha agotado…..bebo agua con hielo, mojo la gorra, e inicio la bajada hacia Tazacorte.


La bajada a Tazacorte era algo mítico para mí. He visto vídeos de esa bajada y siempre me han dejado alucinados. Es un zig-zag por un sendero empedrado, muy empinado, y a tus pies aparece de repente el pueblo y la playa. Pero antes de llegar a ese punto pasé por otros sitios en los que apenas podía correr por las dichosas arcadas. Vuelvo a repetir que lo más increíble de la carrera es la gente de la isla….aparte de la animación, en un par de casitas los niños habían montado sus “avituallamientos” sacando jarras de agua y vasos de cristal, así cómo comida, que te ofrecían a tu paso…..no sé cómo podría agradecer algo así, pero fueron gestos que pese a ir hundido, me levantaron la moral; incluso unos no tan niños me ofrecieron un vaso de vino….no me lo tomé por lo de las arcadas, que si no me lo hubiera cascado sin pensarlo. Y estas cosas hay que contarlas, que ya está bien de contar solo cosas malas del ser humano, hay gente maravillosa, y en La Palma me encontré a muchos de ellos. Llego a los “zig-zags” y me pongo a correr pese a las arcadas, porque ese tramo hay que hacerlo corriendo y punto. Allá abajo, muy abajo, veo a público mirando y tú bajando y bajando y nunca llegas abajo…..poco a poco vamos acercándonos a la playa, huelo a calamares (ummmm), los niños y sus padres nos aplauden y jalean en bañador….llego a la playa de Tazacorte, ambiente brutal, un paseo marítimo lleno de gente que te aplaude, que te anima, que te hace sentirte especial….llego al avituallamiento y una voluntaria me recibe con un vaso de cocacola…me lo bebo de un trago…le pido otro…me lo bebo de otro trago….meto la cabeza en un barreño de agua, y salgo cómo un cohete a por esos últimos casi 5 kms que me quedan hasta meta.


Nos meten por la playa, y luego por un barranco que parece Petra pero en pequeñito. Un corredor me dice que ahorre fuerzas porque aún queda un cuestón de casi 400 metros de desnivel para llegar a Los Llanos de Aridane, la deseada meta. Empiezan las cuestas finales y descubro que mis piernas están perfectas. La cocacola me ha devuelto a la vida (y yo durante años criticando esa bebida) y adelanto a todo quisqui por la cuesta. Justo antes de llegar al pueblo veo a un grupo de niñas acompañando a una corredora…al pasar a su lado veo que les están comentado a sus madres que se han hecho amigas de ella, la madre les hace una foto junto a ella…y es que aquí, en La Palma, la gente considera a los corredores poco menos que héroes, cuando los verdaderos héroes son ellos. Entro al pueblo, mucho ambiente, un corredor cojeando y los de su club ayudándole….giro a la izquierda, luego a la derecha y veo ante mí una recta larguísima (casi 1´5 kms)…al fondo un arco…..me pongo a correr cada vez más rápido. La gente se agolpa en la calle y me gritan y me animan, no solo los que están en la calle, si no los que pasan por las calles adyacentes. Todos los niños extienden los brazos para que les choque la mano, y cuando lo hago, ellos y sus padres me dan las gracias. Voy corriendo y disfrutando del momento, del mejor momento de cualquier carrera, porque para mí lo mejor no es pasar por el arco de meta, lo mejor es cuando tomo conciencia de que nada ni nadie me va a impedir que pase, cuando sé que lo he conseguido aunque aún no he llegado. Y en esos momentos sé que la Transvulcania es mía, que ya nada evitará que sea finisher. Poco a poco me voy acercando, cada vez más gente me anima, en ocasiones me da hasta vergüenza porque me hacen sentir cómo si fuera alguien de élite cuando no dejo de ser un manta….giro a la derecha, un niño extiende la mano y se la choco, y enseguida a la izquierda, y ahora sí, ya veo el arco de meta, la alfombra roja, eso que llenaba mis sueños desde hace mucho; voy dando la mano a la gente, todos la quieren tocar: los niños y los grandes…en un momento dado aquello se estrecha y extiendo los dos brazos y voy chocando mis manos a todo el mundo….es genial, el momento que tanto había esperado……luego dejo de chocar las manos y de un salto entro en meta tras 14h y 37 minutos de carrera. Lo conseguí, soy absolutamente feliz.


Luego vuelta a la calma muy poco a poco…de hecho, aún ahora, cuatro días después, sigo en una nube. Todo había acabado bien, pese a que empezó muy mal. Pero el destino me tenía reservada una agradable sorpresa final, algo que no esperaba y que me encantó…la guinda de ese pastel llamado Transvulcania. Cuando iba a embarcar en al avión de vuelta a Madrid, me dicen que Kilian Jornet vuela con nosotros. No me lo creo, pero giro la cabeza y lo veo junto a Emilie y parte del equipo Salomon, incluyendo a mi admirado fotógrafo Jordi Saragossa. Abandono mi timidez innata y me lanzo a hacerme una foto con Kilian, alguien a quien admiro profundamente y que me sirve de inspiración. Al bajar del avión me hago otra foto con Jordi y él nos hace una a Emilie y a mí. Tras ello, taxi a Atocha, AVE a Valencia, y vuelta a casa.


Y eso fue Transvulcania, una experiencia que jamás olvidaré. Sé que lo único que me voy a llevar de esta vida son las sensaciones, los sentimientos, esos momentos únicos e irrepetibles, y Transvulcania me ha llenado de ellos. Las risas con los amigos, ese viaje en coche donde vimos con asombro y cierto temor por primera vez la Caldera de Taburiente, la salida de la carrera, ese Teide allá a lo lejos, las islas, esos paisajes que había visto mil veces en fotos y en mis sueños, el Roque, la bajada de Tazacorte, esa niña dándome su vasito de agua en la puerta de su casa, la entrada en los Llanos y en meta….momentos únicos e irrepetibles. ¿Lo mejor del viaje?...bueno, la carrera es espectacular, dicen que es una de las más duras del mundo…yo no sé si lo será porque no he hecho tantas cómo para asegurarlo, lo que sí que puedo asegurar es que es con diferencia, la más dura que he hecho nunca…y la más bonita. El recorrido es sencillamente increíble, precioso, único. Pero lo mejor no ha sido la carrera en si, lo mejor ha sido la gente, la gente de La Palma, esa gente que hizo sentirme cómo un atleta de élite y que no dejó de animarme y mostrarme su apoyo y cariño, no solo el día de la carrera, sino antes y después. El ambiente de esta carrera es único, indescriptible, inolvidable. Podría escribir “gracias” un millón de veces y me quedaría corto.


Y poco más…agradecer a toda la gente que ha hecho esto posible: a mi mujer y a mi hija por la confianza depositada en mí y por ese dinero invertido en hacer mi sueño real, a mi familia que estuvo ahí siguiéndome desde la distancia, a los amigos que a través del wachap me hicieron sentir muy cerca de ellos, a la gente del Face que comentó y trató de seguirme…gracias, gracias a todos.


Me quedo ahora con un gran vacío que solo podré volver a llenar en cierta isla en Mayo de 2015…