miércoles, 3 de agosto de 2016

Chiva 2015: lo que pudo ser, y fue

Publicado en Facebook el 7 de Diciembre de 2015


Chiva 2015: Lo que pudo ser, y fue

La verdad es que con Chiva me pasaban dos cosas, por un lado me infundía un terrible respeto porque ya la hice en 2013 y conocía lo dura y rompepiernas que es, por otro, tenía ciertas ganas de “revancha” ya que entonces, tuve problemas musculares desde el km 22 y lo pasé francamente mal, muy mal. Bueno, al lío…

Suena el despertador a las 4’30, ya sé que es muy pronto pero yo soy muy lento y necesito mi tiempo. Desayuno, me meto un par de vídeos motivadores, hago mis dos visitas preceptivas a Roca, me cambio y salgo de casa rumbo a Chiva, y cómo no, en mi coche suena a todo trapo el MTV Unplugged de Bunbury, mi última compra y mi último deleite…y entre su música y mis alaridos, a la que me descuido ya estoy aparcando. Para mi sorpresa y al contrario que dos años atrás, cuando hacia un frío aterrador, el termómetro de mi coche marca 11 grados y al salir, compruebo que se está realmente bien incluso en pantalón corto. Hago algo de marujing (mi afición favorita y verdadera razón por la que corro), me presento ante gente del Corremon que aún no conozco, saludo a la gente del SOM Passatge, a Marc y Mabel del No Limits, saludo a Jorge Clavel, a Sergio Valiente y a algún corredor más, y cuando me descuido ya estamos corriendo. Entre la penumbra (son las 7 de la mañana y aún es de noche) y entre la marabunta correril, saludo a Sonia y a Vicente del Duristoraris, hablamos un poco acerca de ese fantástico viaje que han hecho a la tierra de los pingüinos, nos preguntamos qué se le habrá perdido a Jose Lillo en el asfalto Castellonil, y tras despedirme me pongo a mi ritmo de crucero.

A los pocos minutos abandonamos el pueblo y nos metemos en los montes, que al fin y al cabo es lo que venimos buscando. Dado que empezamos subiendo, aparece esa serpiente multicolor que tanto me gusta ver: por delante y por detrás la luz de los frontales dibuja una línea zigzagueante que parece tener vida propia; y la vista posterior, y una vez que ganas altura, es fantástica porque tras esa serpiente que queda abajo, se ven las luces cada vez más lejanas de Chiva entre la noche…bueno, es más sencillo vivirlo que explicarlo.

Va amaneciendo y noto que no tengo buenas sensaciones, ni rastro de esa ligereza y esa fuerza en mis piernas que vengo notando últimamente. Enseguida la mente hace su papel, y al tener pensamientos negativos parece que estos atraen los dolores: me duele la cadera y mi gemelo derecho hace cosas raras…me asusto, empiezo a comerme la cabeza, y de pronto llega a mi mente la voz del maestro Luis Alberto Hernando, recuerdo sus palabras en un vídeo que vi hace poco….lo que viene a decir es que cuando entrena pues eso, entrena, y que disfruta y va en un plan “relajado”, pero que en carrera compite y va a ganar. Y de pronto mis dolores desaparecen (cada vez estoy más convencido del poder e influencia de la mente, tanto en lo positivo cómo en lo negativo) y decido que voy a competir….ojo, competir no quiere decir que quiera ganar o pasar a este o a aquel, quiere decir luchar contra mi mismo, salirme de mi zona de confort, y me pongo un lema para esta carrera: “metro a metro”, y es que eso es lo que voy a hacer, luchar cada metro, aunque en esta carrera hay ni más ni menos que 61000 de esos metros, por lo que la lucha no será nada fácil.

Me pongo a mi ritmo trotón, intento seguir trotando en las cuestas suaves aunque en cuanto el terreno se empina más ando, bueno, más que andar escalo, incluso a veces casi me arrastro, porque las cuestas en Chiva son bestiales. Paso el primer avituallamiento, como y bebo algo en plan rápido y sigo. En esta carrera he decidido seguir con mi política de “cuanto menos química mejor” y solo llevo gominolas y una bolsita con almendras, nueces y cereales (de chocolate, que ese es mi vicio), y bueno, llevo también un par de croassants rellenos de chocolate dentro de mi mochila (aunque llegaron a meta intactos). Cómo bebida, agua e isotónica de la de toda la vida, el “Powerade” azul (que también llegó casi intacto a meta). La única química que llevo es la que me repondrá de lo que pierda: sales y magnesio para mantener el equilibrio hídrico de mi cuerpo, nada más. Bueno, dejo el avituallamiento y sigo chino chano, y cómo es lógico pasa lo inevitable….dentro de mi cerebro alguien le da a la tecla de “play” y empieza a sonar el Bunbury…la canción que mi cerebro ha elegido es “Dos clavos a mis alas” y ale, a escucharla…”…no he buscado enfrentarme con nadie, sé que puedo vivir unos días sin aire”....y luego el estribillo: “pon dos clavos en mis alas, cemento en mis zapatos, y tírame al mar”……y bueno, me gusta este tío, en realidad me vuelve loco, pero esta canción no es la más “movidita” para una carrera de montaña y no creo que me de mucha vidilla, pero no hay forma, suena una vez, y otra, y otra, y otra…

Y mientras escucho la canción, ya estoy llegando al control del 15, donde están mis compañeros y compañeras del Corremon. Paso bastante desapercibido ya que he llegado en hora punta y aquello está lleno de ansiosos corredores con ganas de beber y comer, aun así me saludan y me dan ánimos algunos de mis compañeros de club, y de pronto mi amigo Jose Manuel, al que hace mucho que no veía, se da cuenta de mi presencia….luego me dijo que es que no me había conocido, y es que cómo cambio tanto de camiseta, es difícil hacerlo…me alegro muy mucho de verlo, me despido de todos, saludo a Roberto que está sentado junto a la maquinucha esa que controla los chips, e inicio la subida por una cresta que me encanta, y que este año puntuaba en plan cronoescalada para quien tuviera ganas y fuerzas para zumbar, que no era mi caso. Conforme voy subiendo escucho un cencerro y gritos de ánimo a los corredores, por un momento me recuerda a esos vídeos que he visto de UTMB donde animan así a los corredores; llego a lo más alto y allí veo que al mando del cencerro están otros dos compañeros de Corremon a los que felicito por la animación, y sigo para abajo….y bueno, sabiendo que ya no voy a ver a nadie más conocido (eso creía yo) paso a modo “estoy un poco triste” y sigo corriendo…. (“pon dos clavos en mis alas, cemento en mis zapatos, y tírame al mar”)…sí, la canción que se repite una y mil veces……

Van pasando los kilómetros, sigo con mi ritmo trotón que a muchos les parecerá de risa pero a mi me supone un sacrificio porque no me doy respiro ni para coger aire, y poco a poco me acerco a una de las zonas que más miedo me dan….la subida al cerro de no sé qué pijo (es que no me sé el nombre, yo le llamo el de la Cueva), antes de empezar leo el cartelito que me indica que me enfrento a una subida del 37%...y es que aquí son tan “graciosos” que te ponen cartelicos antes de meterte en el jaleo, donde te dicen cómo se llama esa monstruosidad que has de subir y que tienes frente a ti, y el porcentaje….y por cierto, casi todo es malo…la senda de “los malos pasos”, la no sé qué de “mal cuento” (esto me lo acabo de inventar), pero que vamos, cada vez que lees cómo se llama y el porcentaje, a ti se te pone una “mala hostia” impresionante. Subo cómo puedo, tirando de la cuerda en dos zonas, cagándome en todo, (“pon dos clavos en mis alas, cemento en mis zapatos, y tírame al mar”), y cuando ya estoy casi arriba del todo, y sin ningún calambre (hace dos años en este tramo una pierna ya me dijo que tururú y me hizo adquirir el andar de la difunta Lina Morgan), veo a un compañero de Corremon, Jose Luis, y el muy cabrito sube que se las pela. Llego arriba, troto lo que puedo, y veo que Jose Luis anda mucho, por lo que conservaremos la distancia……sigo corriendo, van cayendo los kilómetros, y en un momento dado de subida fácil y trotona, y sin buscarlo, alcanzo a Jose Luis. Me dice que le ha dado un tirón; llegamos más o menos juntos al avituallamiento de la “albóndiga” (la fuente se llama más o menos así, más menos que más), cargo las pilas, me despido de Jose Luis e inicio la subida del Pico Yerbas, el más alto de la carrera….al principio hay un tramo bestial, con escalones de madera, voy a cuatro patas tratando de ganar altura, luego la cosa se allana algo (rondaba el 20 y pico %) y subo más o menos bien por pista (“pon dos clavos en mis alas, cemento en mis zapatos, y tírame al mar”)…joder, estoy hasta los cojones de la canción, intento cambiar, pero para mi desgracia llega otra de Bunbury aún más lenta, una tipo ranchera, “Ven y camina conmigo”: “…ven y camina conmigo, quiero ser testigo, ver lo que sabes haaaaacer…que yo no te fallo, ni falto al respeto, y mi palabraaaaaa es de ley”. Ahora sí que la hemos jodido pero bien, si la otra canción me daba ganas de todo menos de correr, esta me da ganas de sentarme bajo un árbol con un tequila en la mano….pienso ingenuamente que se irá, pero no, me acompañó hasta meta….¡¡¡ándele!!!

Bueno, pues que subo al Yerbas bastante bien, empiezo a bajar por pista, luego bajada bastante radical por terreno técnico (vamos, mi hábitat cómo corredor de montaña), bajada larga y dura porque ya llevo casi 40 kms en las piernas y retener duele, y mucho, bajamos, casi un kilómetro de demoledor asfalto, y de ahí al interior de un barranco lleno de cantos rodaos, de pedruscos húmedos y resbaladizos, y de ramas asesinas…..empieza a apretar el calor y yo empiezo a venirme abajo de coco …(”que yo no te fallo, ni falto al respeto, y mi palabraaaaaa es de ley”)….sí, la ranchera sigue sonando, su puta madre…..y yo me sigo viniendo abajo, creo que necesito azúcar y le meto a la gominola…llego al avituallamiento y bebo dos vasitos de cocacola para que se me vaya la sensación de falta de glucosa, me encuentro realmente mal de coco, hace calor y sé que me espera otro subidón bastante largo. Empiezan los pensamientos negativos del tipo “¿qué coño haces aquí?”..¿qué necesidad tienes de sufrir tanto?”, pero uno que es muy tacaño y ha pagado, quiere ver rentabilizado su dinero, por lo que decido empezar la subida……sí, voy mal, empiezo a tener amagos de calambres y me empiezo a acojonar, siento rabia, porque después de lo que he sufrido si ahora me tengo que retener por culpa de los putos calambres me voy a hundir, y mientras pienso todo eso, otros corredores me van adelantando lo que me hunde mucho más. Cuando he ganado cierta altura veo a Jose Luis subiendo, parece haberse repuesto porque sube cómo un cohete (…”que yo no te fallo, ni falto al respeto, y mi palabraaaaaa es de ley”) y yo cada vez peor….llego a una especie de llanote, sé que me queda algo más de subida, bastante más suave, hasta coronar, y empiezo a trotar…vale, amagos de calambres pero no llegan, puedo trotar, y troto todo lo que puedo hasta que llego arriba, y de nuevo pista y a trotar…

Más bajada (sí, aquí subes y bajas todo el rato, llano, lo que se dice llano, más bien poco) y ahora entramos en una zona de sube-baja suave pero por pista…en una bajada muy pronunciada y pedregosa, un corredor con el que voy haciendo la goma se mete una hostia importante. Me paro a auxiliarlo, dice que está bien y le ayudo a levantarse, cuando me está dando las gracias oigo “Jesús”, y miro para abajo y veo a mi amigo Jota. Me cuenta que tiene problemas en una rodilla, que le ha pasado cómo en MIM, y que no puede correr. Hablamos y me dice que tire, que el se arregla, y me voy triste porque Jota llevaba un ritmo alucinante y sé lo que jode que algo inoportuno te obligue a ir más despacio….y lo sé porque hace dos años me pasó algo así en este mismo lugar. Aun no he empezado a correr de nuevo, me tocan la espalda y me encuentro con Jose Luis, bastante recuperado. Vamos juntos hasta el siguiente avituallamiento, seguimos juntos, pero en la primera cuesta “seria” que nos encontramos me dice que no puede, que con el tirón tiene que andar, que haga marcha, y efectivamente hago marcha (…”que yo no te fallo, ni falto al respeto, y mi palabraaaaaa es de ley”)…ya voy cantando hasta lo de “mi palabra es de ley” porque es pegadizo, o a mí me lo parece en esos momentos, supongo que la mezcla de agotamiento y calor va haciendo sus efectos. Y bueno, descubro que puedo trotar bastante, en “llano” (por llamarlo de alguna forma) puedo ir a 5 y poco y subiendo troto, más lento pero troto. Y de pronto llegamos a la sorpresa final, en el km 53 y por si no te hubieran machacado ya bastante nos encontramos con……(redoble de tambores): El Morón.

Sí, la puta subida al puto Morón…..¿y qué es el Morón?...pues os pongo en antecedentes…..tras 53 kms con más de 2200 metros de desnivel positivo en tus piernas, y otros tantos de bajada, entonces te encuentras con una pared que llega a superar el 50% de desnivel. No es muy larga, pero es eso, una pared. Para colmo y tonto de mi, se me ocurre mirar hacia arriba….recordaba una subida terrible y luego un desvío por sendero a la derecha mucho más suave al coronar, pero ahora veo que en la pared rocosa de lo más alto hay algo naranja que se mueve, y veo siluetas de corredores que al llegar arriba, giran a la izquierda, se acercan a esa pared y a esa figura, y luego desaparecen…sí, desaparecen, literalmente. Empiezo a pensar que el sol ha fundido mi neurona, que el agotamiento se ha cargado algo por dentro de mi cabeza, e inicio la subida (…”que yo no te fallo, ni falto al respeto, y mi palabraaaaaa es de ley”)….que sí joder, que tu palabra es la ley, pero ¡¡¡cállate de una puta vez jodeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrr!!!

Inicio la subida, a tramos me ayudo de las manos, me resbalo dos o tres veces y me doy de morros contra el suelo (que queda muy cerca de mi cara, normal, con esa inclinación) y de pronto escucho un alarido “vamos Peleeeeeeee”, miro para abajo y veo algo que sube hacia mi a una velocidad de vértigo, es impresionante….pasa a mi lado y casi me lanza al vacío con su estela…¡¡¡es Jota!!!.....lo maldigo, me cago en todos sus ancestros, no le lanzo una piedra porque no tengo fuerzas, y de tenerlas, ya se encontraría fuera de mi alcance porque el muy cabrón ya está casi arriba…..llega arriba, gira a la izquierda y desaparece…¡ay mi Jota que me lo han abducido los marcianos, con lo que yo le quería!

Por fin estoy arriba, giro a la izquierda, marujeo con una fémina que estaba haciendo “la corta” (vamos, llamar “corta” a una carrera de 33 kilómetros no tiene perdón de Dios) y poco a poco me voy acercando al peñasco donde la gente desaparece…veo a un corredor, se acerca y ¡zas!, ya no está. Cagado de miedo llego y descubro el “truco”: hay una chimenea de piedra (dos paredes paralelas) que hay que escalar por el interior, pero ojo, escalar de verdad, no es una forma de hablar. Cómo ayuda hay una cuerda en el primer tramo y una cadena en el segundo. Esto sería algo que me encantaría si no llevara semejante kilometraje y desnivel en mis piernas, pero a estas alturas es el remate a una tortura maquiavélica….empiezo a trepar pensando que en cuanto estire una pierna se va a agarrotar, pero no, subo de cine. Llego arriba y veo a Jota por la montaña de enfrente, va cómo un misil, empiezo a correr y me digo “este mariconazo me va a hacer sufrir para alcanzarlo”…..y pasados un par de kilómetros lo alcanzo, pero lo hago porque él tiene problemas para correr de nuevo. Charlamos un poco, estamos ya a cuatro kilómetros de meta, nos queda una cresta en bajada y un kilómetro final por el pueblo, llevo idea de acabar juntos, pero me dice que me vaya. No me quería ir, pero veo que intenta forzarse para correr bajando, y cómo sé lo que se siente al querer forzar para seguir a alguien, y lo mal que se pasa, decido marcharme. Me voy triste, triste por él, porque sé que está fortísimo (la pasada que me pegó subiendo lo demuestra) y sé lo que jode no poder correr cuando tú estás fuerte, pero sigo e inicio la bajada por una cresta muy chula. Le meto caña, mis piernas están bien y disfruto bajando, voy pasando a muchos corredores de “la corta”, y en un estrechamiento veo a un corredor con la camiseta del SOM que se aparta y me deja paso, yo lo he reconocido, él a mi no. Me paro frente a él, me reconoce y nos damos un fuerte abrazo…yo le doy un beso, y es que joder, tenía muchísimas ganas de encontrarlo de nuevo, me he emocionado y todo….es Toni Prats, una excelente persona y gran corredor, por mucho que él lo niegue. Me dice “sigue y espérame en meta” y salgo zumbando hacia meta, pletórico, con un subidón bestial…, llego a la “civilización”, veo un cartel “meta a 1 kilómetro” y empiezo a correr realmente rápido (ojo, hablamos de mi ritmo y nivel)….voy pasando a corredores, nos meten por un paso elevado para esquivar las vías del tren, y descubro maravillado que subo trotando sin problemas, bajo, empiezo a callejear…..

…(unas horas antes había tenido un presentimiento, bueno, realmente era una certeza que no tenía explicación, pero lo había presentido….estaba convencido de que mi mujer y mi hija estarían en meta, ellas no tienen coche porque me lo había traído yo, pero sabia que las habrían traído mis padres)…

……..bajo, empiezo a callejear, el kilómetro que no acaba porque ya llevo 1200 metros de sprint y ni rastro de meta, al girar en una calle veo a Chiri y a Sofia del SOM, que al verme se ponen a chillar y a animarme, nuevo subidón, llego a una plaza que conozco y sé que en el siguiente giro está la meta, acelero al máximo, y al girar y encarar la meta veo a mi mujer y a mi prima (que está esperando a Jorge, su marido) aplaudiéndome, y de una calle de la izquierda sale mi hija corriendo junto a otro niño (casi tropiezo con ellos) y en esos momentos veo cómo todo pasa a cámara lenta….en ese instante solo sé que abro los brazos, que me siento feliz, en paz, en éxtasis, y cruzo la meta saboreando cada segundo mientras escucho a través de los altavoces de la organización mi nombre y el nombre de mi club.

Estoy emocionado, mucho, se acerca Maya de Corremon y luego Noe y me felicitan, segundos después llegan mi mujer y mi hija…..realmente no sé ni qué decir, después de tanto sufrir lo he conseguido, y lo que iba a parecer algo triste y soso (pese a mi presentimiento, mi parte racional me decía que nadie me recibiría en meta) ha acabado siendo algo muy emocionante. Llega Toni, llega Jota, les abrazo, les beso, saludo a la gente de Corremon, a los del SOM, a Marc y a Mabel, a mi prima….bueno, disfruto el momento, y poco a poco todo va volviendo a la calma, poco a poco se acaba ese sueño.

Mientras corría, en los peores momentos, me preguntaba si tenía sentido sufrir tanto; pensaba en ese reto que tengo en Marzo, que supondrá correr el doble de distancia de la que corrí ayer en Chiva. Me decía que en carreras más cortas me lo paso muy bien, que puedo arriesgar más con los ritmos porque la distancia te da más margen si te equivocas, me preguntaba para qué tanto pasarlo mal. Pero cuando vi ese cartel de “meta a 1 kilómetro”, desde ese preciso momento hasta que ya en meta, mi corazón volvió a latir con más lentitud porque ya había llegado y disfrutado del momento y de los abrazos, en todo ese tiempo volví a encontrar la razón y el sentido a tanto sufrimiento. Vale la pena pasarlo tan mal para poder recibir semejante recompensa que no se paga ni con todo el oro del mundo. Es cómo un orgasmo, es puro éxtasis, es haberte demostrado que has sido capaz de superarte, que te has vencido, que tú has ganado la competición.

Al final llegué tras 8 horas y 27 minutos, quedé el 75 clasificado de la general y el 20 de mi categoría. Hice 1h 5m menos que hace dos años, vamos, que acabé contento.

Y colorín colorado este coñazo se ha acabado, desde aquí dar las gracias a todos y cada uno de los que ayer me hicisteis sentirme tan requetebién, empezando por mi mujer y mi hija, y siguiendo con la gente de Corremon, del SOM, del No Limits, del Duristoraris, mi prima, Jorge, mis padres, mis amigos de ese grupito de wachap de ultreros que compartimos, Sergio, Rafa Tamarit padre….bueno, seguro que me dejo alguno, pero no es mi intención….gracias, de corazón, un millón de gracias.

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