miércoles, 3 de agosto de 2016

CSP 2013

Publicado en Facebook el 14 de Mayo de 2013



Recuerdo exactamente cuando empezó todo: a las 04’00 horas del 12 de Mayo de 2012. Fue en ese preciso momento cuando Rafa me recogía en su coche rumbo a Castellón. El motivo del madrugón y del viaje no era otro que tomar parte en la MIM (marató i mitja) Castelló-Penyagolosa, 63 kms de carrera a través de las montañas de toda la provincia. Yo jamás había corrido tanta distancia, y la MIM era algo a lo que siempre le había tenido muchísimo respeto. En el coche también viajaba José Luis, un excelente corredor que iba a tomar parte en la primera edición de la CSP115, una carrera que empezaba y acababa en el mismo lugar que la MIM, pero cuyo recorrido era de 115 kms. Recuerdo que nos comentó que le podría costar unas 24 horas hacerla, y yo, cuando me olvidaba de mi miedo a esos 63 kms que me esperaban, pensaba en que José Luis seguiría corriendo 24 horas después al momento que estábamos viviendo, que mañana a las 4 de la mañana aún seguiría corriendo…..para mí era algo que sobrepasaba cualquier pensamiento lógico, era algo inalcanzable y que ni me planteaba.

Sin embargo todo cambió cuando posteriormente, y una vez finalizada mi primera MIM, vi este vídeo que te dejo que la organización de la carrera había editado días después. En dicho vídeo salen escenas de las dos carreras, pero si te fijas, casi al final, aparece una imagen que se grabó en mi cabeza y que he visto mil veces: en la noche aparece un corredor desenfocado, con su frontal y sus bastones, y luego más corredores en la noche. Desde ese preciso momento tuve clarísimo que yo quería ser uno de esos corredores, y que no iba a parar hasta conseguirlo.

Muchas cosas han pasado desde ese 12 de Mayo de 2102 hasta hoy, 13 de Mayo de 2013; la primera fue ese diagnóstico de hernia y protusión discales que casi me dejan seco y que me obligaron a estar un mes de recuperación, unas lesiones que me hicieron temer que lo del correr se iba a acabar. La segunda, que hoy puedo decir con orgullo que he completado la CSP115, este año, con 3 kms más “de regalo”.

11 de Mayo de 2013: estamos en la UJI (Universidad Jaime I) de Castellón, rodeados de miles de corredores y corredoras ataviados a lo Kilian Jornet, son las 5 de la mañana y entramos en las pistas de atletismo a pasar el control de salida y revisión de material obligatorio en las mochilas. Justo cuando entramos empieza a sonar el “Thunderstruck” de los ACDC, para mí sin duda alguna, un gran presagio. Se dio la salida, emotiva cómo siempre, y fuimos el grupito de cuatro amigos más otros dos que iban a hacer la MIM en plan cachondeo, chistes y cosas así. No habían pasado ni dos kilómetros cuando me pasa algo que sé que es materialmente imposible: siento cómo mi cuádriceps derecho hace amago de montarse……ya digo, es totalmente imposible porque aún no hemos corrido nada y porque me he metido entrenes de 40 kms sin molestias, pero ahí está…afortunadamente, debió ser cosa de los nervios porque tal y cómo vino se fue….y en resumen, esa fue la principal molestia que tuve durante los 118 kms.

Tal y cómo era de esperar, el grupo CSP se rompe a los pocos kilómetros: Rafa y Jose Vicente se van y yo me quedo con Jose. Van pasando los kilómetros y cuando llegábamos a un avituallamiento ahí veíamos a Rafa quien nos preguntaba cómo nos iba y se marchaba hasta nuestra siguiente cita avituallil. La última vez que lo vi fue en Les Useres. Conforme van pasando los kms voy dándome cuenta de que voy un puntito por encima más rápido que Jose, no sé, me encuentro pletórico, ya me he metido en carrera y veo que hasta subo bien; llego antes que él al avituallamiento de San Miquel, y allí le espero, tras juntarnos de nuevo y recuperar fuerzas y comer y beber seguimos ante un punto de no retorno: el cartelito que desvía las dos carreras, recto la MIM, a la derecha la CSP. Tomamos el camino de la derecha y de pronto estamos solos. Del casi bullicio de la MIM (tomaron parte unos 2000 corredores) a la soledad de la CSP (creo unos 400 y pico corredores) costó un poco acostumbrarse, pero al poco rato vimos a un grupete de 4 y les adelantamos. La carrera seguía y poco a poco me iba distanciando de Jose….frenaba, lo esperaba y así en varias ocasiones. Llegué a Atzeneta, bebí y comí algo, llamé a mis padres por teléfono, y luego apareció Jose. Tras recuperarse él, salimos de nuevo y a un kilómetro del pueblo o así pues yo decidí seguir mi ritmo y no esperar más. Fue duro para mí, Jose es mi compañero de trabajo, es con él con quien más he entrenado, quería hacer los 118 kms juntos, pero me sentía fuerte, lleno de energía, llevaba mucha rabia (en el buen sentido de la palabra) acumulada, y no podía quemarla esperando a nadie. Tampoco quería agobiarle; sé de sobra que cuando vas frenando a alguien puedes sentirte muy estresado, y en ese momento pensé que lo mejor era ir a mi ritmo, y si él estaba bien, pues ya me pillaría. Cómo buen lector de Coelho, creo en las señales, nos rodean, solo hay que saber interpretarlas, y en el preciso momento en que me marchaba en solitario empezaba a llover y a lo lejos se escuchaban los truenos…una buenísima señal para alguien cómo yo, que cuando mejor se siente es cuando hay tormenta. Y bueno, los kilómetros fueron pasando y yo sentía que volaba, que no me cansaba, de hecho no me paré ni una sola vez en toda la carrera (salvo los avituallamientos claro está) para coger aliento. Llegué a Benafigos y tras comer y beber estuve esperando a Jose un poco pero no llegó, por lo que seguí mi camino. Fueron pasando los kilómetros por unos paisajes absolutamente espectaculares (el tramo Benafigos-Culla es sencillamente brutal, digno del Pirineo) y unas cuestas igual de espectaculares, y llegando a Culla (un pueblo realmente bonito) veo a un corredor andando…conforme me voy acercando me digo “parece Jose Vicente” y cuando llego a su altura dejo de trotar y sí, era él. Había tenido un pequeño bajón por lo que los dos llegamos a Culla juntos (el primer avituallamiento en un lugar cerrado, con mesas y sillas para cenar, masajes, aseos, etc) y allí dimos cuenta de unos platos de macarrones y en mi caso, sándwich de nocilla, chocolate y todo lo que se me puso por delante. Tras mandar algunos wachaps, postear en Facebook y hablar con mi mujer por teléfono, me cambio de ropa (nos habían subido una mochila desde la salida) me pongo un par de camisetas secas, cojo los manguitos para el frío, y a correr de nuevo. El tramo Culla-Vistabella fue realmente especial por varios motivos: por la compañía, por ver cómo poco a poco anochecía en el monte, en un lugar precioso, y nos tocaba encender el frontal; por ver Culla a tomar por el mismísimo culo y pensar “venimos de allí…jooooder” y por la llegada a Vistabella donde a Josevi le esperaba su mujer, Dani, Javier (los corredores de la MIM) y sus respectivas parejas. Pero antes de llegar tuvimos que vadear un rio lleno de agua haciendo equilibrios entre las rocas, subir un cuestón donde tuve el único bajón anímico de la carrera y alguna que otra aventurilla más.

Josevi me comentó que estaba un poco fundido, y decidí hacer cómo con Jose e ir a mi ritmo, aunque solo iba delante de él unos centenares de metros. Desde casa puede verse diferente, pero a esas alturas de la carrera, con casi 90 kms bajo nuestras piernas, y más de 15 horas sin descanso, pasas a modo automático y solo quieres llegar al siguiente destino, reponerte y seguir. Iba subiendo una cuesta cuando de pronto la oscuridad desapareció justo al llegar a lo más alto: las luces de Vistabella estaban ante nosotros. Ese pequeño tramo fue inolvidable, para mí lo más emotivo de la carrera…..antes del pueblo, en la oscuridad de un camino, ya había gente: un grupo de chavales que leían el nombre de tu dorsal para animarte: “bravo Jesús, animo”; al entrar al pueblo igual, todo el mundo te aplaudía, todo el mundo te indicaba por donde debías de seguir….y de pronto, la llegada al avituallamiento, otro pabellón cubierto donde había de todo….imaginad lo que se puede sentir tras haberte tirado horas por el monte, en la oscuridad, y llegar a un lugar lleno de luz, de gente, de calor humano….al entrar todo el mundo me recibió con aplausos y gritos, no sé, en esos momentos te sentías realmente especial, que estabas haciendo algo muy grande. Ya con un nudo en la garganta veo a David, a Javier y a sus parejas, me dan la mano, me felicitan, y en sus miradas y en las de los demás veo algo que me deja a la vez perplejo y a la vez emocionado: me miran con admiración……me preguntan por Josevi, y yo cómo casi no puedo hablar por la emoción les indico que a punto de llegar, y en unos segundos aparece, se repite la escena de los aplausos y yo ya no puedo evitarlo y me pongo a llorar (joder, de hecho estoy llorando ahora mismo recordando la escena). Tras darle un abrazo, él se pone para que le den un masaje y yo me pongo a cenar; es increíble el que absolutamente toda la gente tratara de ayudarte, de hacértelo todo muy fácil, y hasta David fue a buscarme mi vaso de Pepsi (gracias crack!) para que yo no me levantara de la mesa. Cené, me puse las mallas largas y el cortavientos, y cómo Josevi iba a empezar a cenar con sus amigos y parejas, y cómo yo me sentía fuerte, lleno de energía, y en una especie de “éxtasis” montañil le dije: “me voy que me enfrío” y salí de nuevo en solitario a enfrentarme a mi primera noche en una carrera, no sin antes, recibir una nueva sesión de aplausos en el pabellón y comentarios y miradas de admiración.

Mientras salía del pueblo hacia la oscuridad del monte, pasé por un bar donde la gente se puso a aplaudirme de nuevo…por un momento pensé, y así se lo dije a la gente, que menuda tentación dejar de correr y ponerme a tomar cañas….pero la vida del trail runner es dura amig@ y la montaña me esperaba. Me metí en el monte y a lo lejos veía un par de lucecitas rojas, muy delante de mí, esas luces son las que llevamos en la parte trasera de la mochila para que nos vean por la noche, detrás de mí no había nadie. Iba de puta madre, viendo las estrellas (noche despejada sin luna), con mucho frío pero caliente por la ropa y las prisas, escuchando a los bichos y alimañas nocturnas, y el “clak, clak, clak, clak” de los bastones al golpear contra el suelo. Pero poco a poco me iba entrando el sueño, mucho sueño, y decidí sacar el MP3 y darle caña….yo pensaba que no me serviría de mucho, pero la primera canción que sonó (“High Hopes” de David Gilmour en Gdańsk) me hizo cambiar de opinión. Y bueno, volví a encontrarme despierto y empecé a adelantar a mucha gente….la bajada a Xodos fue espectacular, bajando al trote super cochinero pero sin dejar de pasar a gente….y ya puestos, cantando a grito pelao porque estaba eufórico; recuerdo especialmente mis graznidos con el “Feel” de Robbie Williams mientras llegaba al pueblo:“I got too much life, running through my veins..”…así me sentía yo, con mucha vida corriendo por mis venas, y de ahí mis alaridos nocturnos, menos mal que a esas horas de la madrugada y por aquellos sitios ya no habían ni lagartos. La entrada a Xodos también fue muy especial, ya había superado el km100 (no veas la ilusión que me hizo pasar junto a ese cartel) y en el pueblo la poca gente que había a esas horas me decía que no iba ni sudado…..en serio, volaba, estaba cómo si no hubiera corrido ni 100 mts. Iba tan embalao que paso por el control y oigo un “yeeeeee….¿que no quieres tomar nada?”….freno, me giro, y me doy cuenta de que en una planta baja tenían montado todo un restaurante a mi disposición, un buffet libre solo para mí, y con las prisas, me lo había dejado atrás. Entro y los 10 o 12 de la organización se ponen a aplaudirme tras ponerse de pié….joder, qué emoción y por qué no decirlo, qué vergüenza, porque no me gusta ser protagonista y siempre trato de escabullirme de este tipo de cosas (tímido que es uno), pero ahí estaba “rodeado” y no tenía escapatoria:…..”tómate algo”….”¿un café?”….”¿carajillo?”….”hemos hecho tiramisú ¿quieres?”…en serio, alucinante. Al final tomé solo un café para despejarme, una galleta de chocolate, y tras unos minutos de agradable tertulia alguien me dijo: “tienes mucho mérito por hacer algo así, por haber corrido ya 100 kms y estar tan bien”, yo les dije que no, que el mérito era de ellos, por estar ahí a las 2 de la mañana esperándome y tratándome así, haciéndome sentir especial, mimado, querido, ellos y ellas sí que son los verdaderos protagonistas de esta historia. Y de nuevo a la noche, al frío, a la soledad…..de Xodos a meta pasé por dos avituallamientos montados en mitad de la nada, todo era oscuridad y de pronto aparecía la luz y el calor y una gente maravillosa que estaba ahí, flirteando con los 0 grados centígrados, calentándose con hogueras y durmiendo a ratos en tiendas de campaña para darte todo lo que tenían. Joder, es que antes de que llegaras ya se te había acercado alguien preguntándote qué necesitabas…..en fin, poco a poco me fui acercando a meta, en unas subidas me adelantaron unos máquinas pero a mí me daba igual porque yo no tenía prisa. De hecho, durante la noche no corrí prácticamente nada salvo en unos tramos de bajada y en pista porque no quería cagarla a última hora con una caída o un tirón. Cuando pasé por el último avituallamiento me dijeron “¿qué quieres?” y les dije “llegar” y ni siquiera paré. Y chinochano pasé el cartelito de los 115 y bueno, volando iba. Cantando a grito pelao, entero, feliz, sabiendo que salvo que me diera un yuyu, me cayera a lo bestia, o se me llevara un OVNI, la meta estaba asegurada, y a mi derecha, por el este, ya empezaba a amanecer…¡qué bonito!....¿qué más puedo pedir?...A un km de meta me crucé con alguien de la organización que subía con un frontal y que empezó a reírse al verme cantar, pero ahí ya no tenía ni vergüenza….¡lo iba a conseguir!

Tras escuchar “Bellísima” de Bunbury y cantarla cómo un poseso (por eso acabé un poco afónico) apagué el MP3 y seguí cantando pero ya sin música. Solo esperaba escuchar un sonido, algo que en el día a día puede ser molesto pero ahí, cerca de Sant Joan de Penyagolosa, es cómo un faro para un marinero: el sonido del generador o cómo se llame el cacharro ese que sirve para crear luz…y sí, de pronto “pbrrrrrrrrrrrrrrrrrrr….”……y de nuevo cómo en la MIM pero con una variante nocturna: puse a tope la luz del frontal y a correr a toda hostia los últimos 500 metros hasta meta. Curiosamente, en ese tramo pasé a un corredor amiguete mío de quien me dijeron que estaba corriendo pero que no había visto en toda la carrera (un abrazo Jose)….y bueno, de pronto ves el arco de meta, aceleras aún más, descubres que hay gente animando (y son las 6 de la mañana) y cruzas la meta….¡ya soy finisher!

Y allí vi a Rafa a quien ya no recuerdo si abracé, toqué o qué, me encantó ver su cara de felicidad al verme llegar (él había llegado 5 horas antes, menudo pedazo de atleta está hecho el muy llorón) y de pronto veo a Jose, mi compañero de fatigas y de trabajo. Lo veo vestido de “normal”, y en su cara veo algo raro: tristeza (por él) y felicidad (por mí) a la vez. Me quedo un poco en blanco, no me cuadra que esté ahí cambiado de ropa ya que yo lo dejé detrás, hasta que caigo en la cuenta de que se ha retirado…..en Vistabella se quedó sin fuerzas y decidió no seguir tras 92 kms de carrera, sabia pero dura decisión porque los 26 kms que quedaban hasta meta en mitad de la noche y en un terreno difícil y embarrado no eran para tomárselos a broma; aun así, hizo todo un carrerón porque 92 kms a través de las montañas no son precisamente un paseo, y Jose lleva relativamente poco tiempo corriendo por lo que ¡enhorabuena por lo conseguido!

Y poco más (¿te parece poco?)….es curioso, pero el momento menos bueno para mí fue la llegada a meta, ver lo de Jose me jodió mucho, también pensé que Josevi había abandonado pero no, llegó poco después; no sé, no era así cómo había soñado el final de esta historia pero bueno, lo conseguí, lo conseguimos.
Si con algo me quedo, aparte de con la cantidad de lugares preciosos que he cruzado, es con la gente, con lo maravillosa que es la gente. Porque en un mundo donde solo vemos en los telediarios a políticos corruptos, a terroristas, a asesinos y a demás gentuza, olvidamos por un momento que la inmensa mayoría de la gente son excelentes personas, personas que pueden dártelo todo a cambio de nada. No sé, para mí esto ha sido algo mucho más intenso que lo puramente deportivo, sí, he corrido 118 kms, me he tirado 24 horas sin parar, he visto amanecer, anochecer y volver a amanecer corriendo por el monte, pero lo que llevo más dentro, con lo que más me quedo, es con la gente. Empezando por mis compañeros y amigos en este proyecto: Jose, Rafa, Josevi y posteriormente David y Javier, siguiendo por la gente que organiza esta carrera, pasando por los voluntarios, y acabando en toda esa gente de los pueblos que se deshacía en aplausos y elogios a tu paso. Un detalle: llego a Atzeneta a la hora de comer, entro en el pueblo y hay dos niños jugando al fútbol….me ven, dejan de jugar e inmediatamente se ponen a aplaudirme….¿no es para emocionarse?

En fin, que aquí acaba la historia. Todo me ha salido bien, mi espalda no me ha dado la más mínima molestia (era mi gran temor) y yo he aprendido mucho sobre la gente y sobre mí mismo. Evidentemente, repetiré, lo de correr estas distancias me ha dejado absolutamente loco, lo que he sentido en estas 24 horas ha sido tan intenso que no estoy dispuesto a dejar de seguir sintiéndolo. Lo necesito, me he sentido muy vivo. Gracias a tod@s los que me habéis tenido en mente de una u otra forma, os quiero.

P.D: Joder las ploreras que he tenido escribiendo y recordando muchos momentos, los fabricantes de kleenex se van a hacer ricos conmigo….me estoy haciendo un blandengue del cagarse…

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